Capítulo #4

Scott abrió la puerta del departamento que le había regalado a Amber, llevaba en sus manos un ramo de rosas rojas para ella. Al verlo Amber corrió hacia él y salto en sus brazos.

—Amber —Mi amor, llegaste.

—Scott — Amber, debes de tener más cuidado, amor.

Scott toco el vientre de Amber con ilusión.

—Amber — Lo siento, pero me emocioné al verte. Te prometo que tendré más cuidado la próxima vez.

—Scott — Está bien. ¿Tienes tus maletas preparadas?

—Amber — Está todo listo, también empaque algunas cosas tuyas.

—Scott —No es necesario, Amber. Jeff te acompañará a Toronto mientras yo termino un asunto aquí en Seattle. Dentro de unas semanas estaré contigo.

— Amber — ¿No viajarás conmigo?

— Scott— Aún no.

—Amber —¿Pero...

—Scott — Pero no te preocupes, estarás en buenas manos, o dudas de la capacidad de Jeff.

— Amber — Sabes que no es eso. Yo creí que estarías conmigo en todo el proceso del embarazo.

— Scott — Tú sabes que no puedo quedarme mucho tiempo en Toronto, pero estaré al pendiente de ti. Iré seguido a verte, Amber.

— Amber — ¿Te quedarás con Olivia?

—Scott — Es mi esposa, es lógico que me quede en el mismo lugar que ella.

—Amber — No quiero que lo hagas, puedes dormir aquí, en nuestro departamento y...

—Scott — No seas absurda, Amber.

Dijo Scott con fastidio.

—Amber — Sé que no tengo derecho a reclamarte, pero tú no sabes lo que me duele ser tu segundo hogar.

— Scott — Cuándo empezó esto, fui claro, y no me pidas de nuevo que deje a Olivia, porque no lo haré.

— Amber — ¿Por qué no puedes? ¿Que te une a ella? Yo te amo, me alejé de mis padres por ti, porque no aceptaban esta relación.

—Scott — Amber...

—Amber — Ni siquiera puede darte un heredero.

—Scott — Con hijos o sin ellos, Olivia nunca dejará de ser mi esposa. Si no quieres continuar con esto, puedes irte cuando quieras, pero sin mi hijo. Elige Amber.

Sintiéndose acorralada por la situación, Amber comenzó a llorar de manera frenética.

— Scott — Amber por favor cálmate, le harás daño a mi hijo.

Scott la abrazo para tranquilizarla.

— Scott — Esta bien, Amber. Viajaré contigo a Toronto, pero tranquilízate ¿si?

Amber lloro en los brazos de Scott hasta el cansancio, quería hacerle sentir culpa, pero también se invadió de miedo al escuchar que le quitaría a su hijo.

—Amber — ¿Serías capaz de alejarme de mi hijo, Scott?

—Scott — Claro que no, perdóname. No quise decir eso, pero me sacaste de mis cabales con tus reclamos.

Scott la consoló hasta que se calmó, la cargo en sus brazos y la llevó hasta la recámara.

—Scott — Descansa un rato.

— Amber — ¿Te irás?

—Scott — No, solo haré algunas llamadas, para dejar todo listo y viajar temprano contigo.

Amber, más tranquila se acomodó en la cama, mientras Scott cerraba la puerta.

Para Scott, Amber y Olivia eran como agua y aceite. Amber era transparente, cálida, dulce, fértil. Pero de carácter débil.

Olivia era fría, insípida y tan indiferente a su tacto en la intimidad. Pero fuerte, tan bella, eh imponente. Él la amaba a pesar de que nunca ha podido darle un hijo.

Scott camino hacia otro cuarto y cerró con pestillo para que Amber no entrará y lo escuchara hablar.

—Jeff — Mi buen amigo, debes estar celebrando la buena noticia.

— Scott — Lo haré cuando mi hijo nazca. Ahora, necesito que hagas algo por mí.

—Jeff — ¿Dime que es?

—Scott — Me quedaré en Toronto tres semanas con Amber.

—Jeff — ¿Solo tres semanas?... Scott, tu sabes lo importante que esto para Amber. Ella tiene la ilusión de tenerte a su lado en todo el proceso de su embarazo.

—Scott — Sabes perfectamente que no puedo hacerlo, así que viajarás a Toronto en tres semanas para cuidar a Amber.

—Jeff — No lo sé Scott, tengo mucho trabajo en la clínica y...

— Scott — Te compensarse bien por este favor, eres el único médico en el que confío para que cuide de mi hijo.

— Jeff — Esta bien, pero te ayudaré solo por dos semanas.

—Scott — Será suficiente. Necesito tiempo llevar a Olivia con el especialista.

—Jeff — ¿Cuál especialista? ¿Ella está bien?

—Scott — Sí, lo está. Pero ya no serás su médico personal, de ahora en adelante ella se atenderá con alguien más.

—Jeff — ¿Pero, por que?

—Scott —No lo tomes a mal, no es que piense que no eres bueno, pero quiero que te enfoques solo en Amber.

—Jeff — Entiendo, llámame cuando tenga que viajar a Toronto.

Scott colgó la llamada para hacer dos llamadas más. Una a su querida esposa y otra, a su fiel abogado.

Jeff apretó el teléfono con ira, aborrecía por completo a Scott. El estaba enamorado de Olivia, desde que eran unos adolescentes, mucho antes de que Scott la conociera.

El día que Scott la conocio quedó tan maravillado de ella, que se aferró a ser el hombre que la poseyera. Utilizó su pequeña fortuna y las influencias de su padre, para convencer a Clive de un matrimonio Ventajoso para ambas familias.

Con el corazón destrozado, Jeff empezó a tramar un plan para dejar a Scott en la ruina y quedarse con Olivia.

Olivia había recibido la llamada de Scott, disculpándose por el viaje de último momento que tendría que hacer. Tres semanas tardaría su estadía en otra ciudad con Amber, tres semanas de libertad y tranquilidad, pensó Olivia.

En la puerta se escucharon unos golpeteos. Olivia miró su reloj y por la hora dedujo de quien se trataba.

—Olivia —Pase, señor Brooks.

Brooks entró a la oficina y aclaró su garganta al sentir tensión en el ambiente.

—Gerente —Señora O'Grady estoy aquí como usted me lo pidió. Usted dirá que necesita de su humilde servidor.

Brooks intento usar el tono de voz más amigable, pero no era suficiente para calmar el enojo de Olivia.

—Olivia — Me informaron que pidió un asenso hace días.

—Gerente— Sí, bueno... como usted sabe hay un puesto más arriba de gerente de sucursal y creo que soy el candidato perfecto para ascender.

—Olivia — Bien, lo analizaré esta noche y mañana tendrá mi respuesta.

— Gerente — Gracias, señora O'Grady. Muchas gracias.

Olivia tomó sus cosas y salió hacia la mansión O'Grady. En la puerta sus empleados esperaban por ella, en especial la señora Alba Green.

—Alba — Buenas tardes, niña Olivia.

—Olivia — Subiré a mi habitación, que nadie me moleste.

— Alba — ¿Quiere que le suba a su habitación, algún aperitivo?

—Olivia — No.

—Alba — ¿Un café amargo?

—Olivia — No.

—Alba — ¿Una botella de vino para que olvide la amargura?

Olivia detuvo su andar con un suspiro pesado.

—Alba — Ordenaré que nadie la moleste.

Alba bajo las escaleras deprisa chocando con Thomas su esposo.

—Thomas —¿Dónde estabas, Alba?

—Alba — Con la niña Olivia, pero está de un humor. Es unos de esos días que todo mundo huye de ella, si no quiere ser despedido y mandado al quinto infierno.

Thomas bajo la cabeza con tristeza, al escucharla.

—Alba — ¿Paso algo?

—Thomas — Hoy la niña Olivia me despidió.

Alba comenzó a toser.

—Thomas —¿Estás bien, Alba?

—Alba — Sí, sí, sí. Solo me tomo por sorpresa la noticia. Pero no te preocupes, el doctor dijo que era muy importante no hacer esfuerzo ni tener estrés, y ahora tendrás tiempo para relajarte y comenzar la terapia.

Thomas no sabía que Olivia estaba al tanto de su enfermedad y se hacía cargo de sus gastos médicos, incluso vivían en una bonita casa que Olivia había comprado para ellos y procuraba darles vacaciones tres veces al año, con todos los gastos pagados. Olivia había obligado a Alba a guardar el secreto, era una forma de compensar el cariño que le dieron desde pequeña.

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