Él volteó a mirarla y preguntó.
- ¿Dijiste algo?
- No nada.
Ella sonrió irónicamente en respuesta.
Después de un rato, dos personas salieron del interior de la oficina del servicio civil, se detuvieron a hablar, todo había quedado acordado, el contrato se había culminado.
- Tengo trabajo que hacer, así que me iré primero a casa.
Después que Edrick dijo eso, se dio la vuelta y se fue.
- ¡Ese bastardo que se cree solo por tener dinero, que se le olvidó llevarme con él porque no tengo idea donde vivo ahora, ME DA GANAS DE DARLE UN PUÑETAZO EN LA MERA…!
Gritó enfadada.
En el auto el asistente miró por el espejo retrovisor y dijo.
- CEO, parece que ella está maldiciéndote.
Respondió con frialdad.
- Ignorala.
Terminó regresando a su departamento.
Al día siguiente la envió al orfanato para que aprendiera sobre construcción.
Él la llevó directo a ese lugar. Este orfanato está ubicado en la costa, hay muchas cosas nuevas aquí, pero generalmente no hay visitantes, por lo que es muy salvaje el camino hacia el orfanato. El auto tuvo que salir por un sendero forestal y profundizar en el interior.
Bajaron del auto para inspeccionar el lugar.
Este camino es muy oscuro y hay muchos tipos de reptiles. Si tienes que ir con dos o más personas, necesitas llevar medicina, agua y comida por si te pierdes. Hay muchos carteles indicadores. Lo único malo es que, a lo largo de los años, nadie lo ha visitado. Están rotos o podridos, por lo que muchas personas se perdieron y tuvieron que llamar al equipo de rescate.
Edrick la vio pasar por detrás y dijo.
- Oye, date prisa, caminas como caracol.
Belinda respiró y dijo enojada.
- ¡Persona sin escrúpulos! ¡Me dejaste cargar un montón de cosas, mientras tú no hacías nada! ¡Estoy cansada de tanto caminar! Al menos deberías ayudarme a cargar algo, ¿Acaso no eres hombre?
- ¿El supervisor golpeó a su superior?
Dijo mirándola.
- Bueno... Está bien... Pero tienes que ayudarme, no todo es mío.
Belinda respondió. Edrick miró la expresión de su rostro.
- Está bien, te ayudaré.
Después de decir eso, fue a tomar un bolso, lo acomodó de nuevo sobre otras maletas que ella cargaba, ella lo miró boquiabierta.
- ¿Qué estás haciendo? ¿No sé suponía que ibas a ayudarme, no que me la pusieras en la espalda? Quieres comer sandalias!, ¿Verdad? Bien, no me deja otra opción.
Tiró las maletas, recogió su zapatilla y lo golpeó en la cara, haciéndolo caer hacia atrás.
¡Por tarugo!
- Maldita sea, quieres morir, ¿no?
Dijo enojado.
Tomó la zapatilla, se la arrojó a un lado. De repente hubo un aura asesina que la dejó helada. Él limpiaba su rostro.
Al mirar hacia arriba la vio sosteniendo un gran tronco de árbol. Sus ojos llenos de peligro se dedicaron a una sonrisa diabólica.
- Ahora haz lo que te diga, toma tu propio equipaje o muere aquí. Elige. Decía ella enojada.
- Bien, tomaré mis cosas. Será mejor que dejes eso ahí.
Él la miró con impotencia. Belinda todavía estaba intranquila y dijo.
- No puedes irte así, nomás. Toma tus cosas y ve primero, te seguiré por detrás en caso de que te atrevas a amenazarme de nuevo. Si veo un movimiento que no me cuadra, te golpearé.
No pudo hacer nada. De repente escuchó un sonido extraño proveniente del oscuro camino, dando giro a un torbellino de viento monstruoso. Ella saltó y lo abrazó.
- ¡¿Qué es eso!
Se estremeció y lo abrazó más fuerte, lo cual él puso su mano sobre su cabeza para consolarla.
- Es solo el viento, no tengas miedo, estoy aquí.
Belinda se escondió detrás de Edrick por el miedo que tenía hacia el remolino. Después de recuperar la compostura, se apartó de él con cara de vergüenza.
- Lo siento, estaba un poco asustada, así que no eran mis intenciones el abrazarte.
- Mm, ¿podemos continuar?
Dijo mirándola, molestó
- Está bien.
Ella lo miró con timidez.
Los dos comenzaron a caminar, pero seguían dando vueltas y vueltas, ella tenía miedo de agarrarlo por el cuello.
- Oye, ¿Alguna idea? Yo... tengo miedo.
Decía ella.
- No sé, ¿Tienes alguna cuerda?
Belinda metió la mano en su bolsillo y le entregó una cuerda.
- Sí, aquí está.
Edrick tomó la cuerda y la pasó por encima del árbol frente a él, extendiendo la mano y atando la cuerda a una rama.
- Está bien, sigamos adelante.
Más tarde ella lo miró inquisitivamente.
- ¿Para qué estás atando la cuerda ahí?
Él la miró y respondió.
- Si damos la vuelta y todavía vemos esta cuerda, entonces estamos perdidos.
Belinda entendió rápidamente.
- Ah, ya veo. No había pensado en eso.
Edrick la miró y dijo.
- ¿Qué puede pensar un cerebro pequeño como el tuyo?
Belinda dijo enojada.
- Oye, tienes razón, no soy inteligente, pero soy demasiado para ti. ¡Eh!
Edrick sonrió y dijo.
- Demasiado seguro.
Ella frunció los labios.
- Déjame en paz.
Luego los dos continuaron caminando adelante y deambulando de un lado para otro por un buen tiempo.
- Haya. Esta vez debe ser el camino correcto, ¿verdad?
Edrick miró a su alrededor y negó con la cabeza.
- Espero que no...
Ella jadeó.
- ¿Qué es?
- Mira las ramas.
Ella notó que él se detuvo, señaló en dirección a la rama del árbol. Ella miró las ramas, luego miró más arriba, entró en pánico.
- Oh, la cuerda...
- ¿Crees que sea una broma?
Él la miró.
- ¿Ahora que hacemos?
A partir de ahí, ella lo culpaba cada hora.
Edrick miró a su alrededor.
- Está oscureciendo ahora, hay que acampar por aquí.
- Okay.
Ella asintió.
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