Marcando territorio. (EDITADO)

En menos de una hora vinieron a buscarnos y nos hospedamos en un lujoso hotel. Nunca pensé que dejaría un lugar tan bello pero tan incómodo a la vez. Mis padres nunca me llevaron a un campamento ni a una Colonia de verano y la verdad vivir así de incómoda no es nada agradable ni a lo que estoy acostumbrada. sé que algunas personas viven con menos que eso, pero estar en un apartado de isla sin gente cerca y sin un centro de salud al alcance es inaceptable.

—En que estás pensando. —Pregunto Demián sacándome de mis pensamientos.

—En que quiero volver a casa

Él me observa con curiosidad, pero no dice nada. No deja de mirarme, y me pone un poquito incómoda. ¿Me salió un grano?

—¿Ya te aburriste de mí?

Le sonreí y seguí guardando mis pertenencias en el amplio guardarropa que hay en la habitación. También guardé sus cosas.

—No entiendo por qué no pediste dos habitaciones en lugar de una.

—Porque estamos casados y tenemos que dormir juntos.

—Aqui no hay nadie que nos vea.

—No sabes quién es mi padre, seguramente revisa los movimientos de nuestras tarjetas de crédito. Tenemos que hacer esto bien, por los dos.

Él se acerca a mí, tímido y cauteloso y me saca la prenda de la mano para sentarse en un sillón.

—Me siento cómodo a tu lado, tenés un lado divertido, pero siempre lo estás reprimiendo, como si estuviera mal sonreír o hacer cosas que antes no habías hecho.

—Estoy triste Demián, la paso bien contigo pero extraño mi rutina. Ir a la facultad, y estudiar en casa el resto del dia. Soy una persona muy acostumbrada a la monotonía.

—¿Esa es tu vida? ¿Estudiar?.

Me sentí ridícula, pero si, esa es mi rutina de todos los días. Levantarme, ir a la facultad, volver y seguir estudiando. No sé me estaba permitido salir a fiestas, ni tampoco traer amigos en casa.

—Si, esa es mi vida.— Me sentí ridícula después de darle mi respuesta obvia.

—Me gustaría que me cuentes que cosas te gustan y no me salgas con que lo único que te gusta es estudiar.

Senti que mis mejillas se estaban quemando. Me senté en la alfombra frente a él y hablé.

—Yo tenía una vida normal cuando mi madre todavía vivía, me quedaba a dormir en la casa de mis amigas, ellas venían a mi casa y llevaba la rutina de cualquier adolescente, pero cuando ella murió mi papá me encerró en casa. Tenía permitido estudiar, un chófer y un hombre cuidando de mi. Me llevaban y me traían todos los días de la facultad a casa y en algunos casos muy aislados cuando mi padre me permitía salir. Se me acabaron las fiestas, las reuniones y me fue aislando de todas las personas que me rodeaban. No sé que fue lo que pasó, el viajaba mucho y me quedaba con las empleadas y dejo de darme importancia, en algún momento dejé de existir, ya no comíamos juntos, no me preguntaba si estaba bien, se iba sin decirme a donde iba y después empezó a traer mujeres a casa y a sus amigos. Yo tenía prohibido salir de la habitación cuando ellos estaban y así pasaron los años. Hace seis meses me dijo que iba a casarme contigo, intenté todo por llamar su atención y hablar con él, no quería esto, no quería casarme y lamento que haya pasado pero no logré convencerlo. Lamento que dejaras a tu novia de tantos años para estar conmigo en este hotel conmigo. Pero gracias por ser bueno en todo momento, me aterraba que fueras un maldito y me hicieras la vidaas miserable de lo que ya es.

Demián guardaba silencio, no decía nada solo me miraba y analizaba lo que le habia contando.

—No soy la chica más divertida del mundo y entiendo que estés aburrido. Pero haré el intento de acompañarte en las actividades que quieras.

—No estoy aburrido, me gustaría que te sueltes un poco más, que hagas cosas que te gustan, ahora no tienes la puerta cerrada, puedes hacer lo que quieras. ¿Me acompañas al gimnasio?.

Gracias al cielo Demián Novacci no es un cretino, es caballero, comprensivo y muy dulce.

—Nunca fui a un gimnasio.

—¿Quieres ir? Yo te puedo enseñar unos ejercicios y a usar los aparatos.

—No tengo ropa para eso.

—Eso no es problema. Acompáñame por favor, va a ser divertido.

Lo pensé un poquito, y al ver su mirada acepté.

—Esta bien. Dudo que me ejercite pero puedo ver lo que le haces a tu cuerpo.— Sonreí cuando alzó su ceja para luego verse a sí mismo.

Salto del sillón y me abrazó. Me quedé dura, nunca hubo contacto físico con él, con él ni con nadie. Relaje mi espalda y mis brazos y me deje abrazar, es agradable.

—Ya vuelvo.

Sin decir más salio de la habitación. Yo me senté en la cama y me quedé pensando en todo lo que le dije. No sé cuanto tardo en volver, pero parecieron segundos. Demián estaba de vuelta con unas bolsas.

—Agos, mira lo que te traje. puedes elegir que vas a usar, y como no conozco tus gustos de ropa te traje un poco de todo y unos pares de calzado, todo de tu talla.

Tenia una sonrisa tan linda, estaba animado y todavía me observaba esperando que me levante de la cama. Yo solo lo veía, y mierda, es hermoso. Tiene mínimo 1.90 de altura, su cabello rubio oscuro corto y desordenado lo hacen ver atractivo. Sus ojos celestes en ocasiones cambian de oscuros a claros y su cuerpo... Dios, es perfecto. Lo que toda mujer debería tener a su lado y presumir.

—Arriba, sentada babeando por mi no vas a lograr nada.-Dios, se dio cuenta que lo escanea a con atencion- después vamos a ir a cenar.

Me reía sola, es un chico insistente. Tome unas prendas al azar y entre al baño para cambiarme.

—Ya vuelvo.

Esta bien, me siento incómoda con esta ropa, nunca en la vida me había puesto esto. Me miro al espejo y me gusta lo que veo. un top de lycra deportivo negro, una musculosa de algodon del mismo color y un short color gris oscuro. Al salir el ya estaba vestido, o casi, tenía una remera en las manos.

—Muy bien señora, falta que te calces y nos podemos ir. Te quedo perfecto, tenia miedo de que te quede grande.

—Dijiste que era todo de mi talla y así fue.

—Así es, pero fue suerte. No sabía en realidad que talla tenías.

Sonreí, me puse las zapatillas deportivas y estaba lista. Lista para hacer el ridículo y para reírme hasta que me duelan las costillas, no soy de esas mujeres que se frustran, me gusta aprender así lo haga mal. Espero que me tenga paciencia. Me pare y di una vueltita y pose como modelo. (El se rió de mi ocurrencia)

—Lo fácil ya está. Ahora vas a tener que enseñarme todo desde cero, porque de esto no se nada.

—Vayamos a divertirnos un poco.

Salimos de la habitacion y bajamos por el ascensor, el hotel es hermoso y tiene todo, gimnasios, piscina olímpica, restaurantes y su propio shopping. Si no fuera por que afuera es un paraíso no darían ganas de salir. Tomó mi mano y entramos juntos al Gim.

—Lo primero que tenemos que hacer ahora es calentar, estirar los músculos y después empezar con lo fácil.

Yo solo asenti... Hasta que me di cuenta que había mucha gente, me sentí un poquito avergonzada, pero, no me importaba. Había gente de todas las edades y muchos chicos me quedaron viendo como si fuera un bicho raro.

—Vayamos a donde nadie se me quede viendo como un pez raro que salió del agua.

—Tienes razón, vayamos a un lugar menos concurrido. Las sirenas llaman la atención de los hombres. No te miran como un pez, estás muy bonita.

¿Me dijo Bonita? ¿Dijo que los chicos me ven linda? Este hombre debe estar bromeando.

—Como sea.

Tomó mi mano entrelazando nuestros dedos y acercándose más a mi y fuimos a un sector menos concurrido.

—Ok Agos, primero hay que elongar.

Lo veía estirar su lindo cuerpo y el me enseñaba como hacerlo, así por unos minutos, sentí los músculos de mi cuerpo estirarse y fue doloroso.

—Ahora podemos calentar, vamos a las caminadoras a correr un poco.

—No corro porque soy descoordinada. —Muy torpe en realidad.

—Entonces camina o podes intentar trotar.

Todo el tiempo estuvo a mi lado, después de la caminadora me llevo a los aparatos para ejercitar mis piernas y después de una hora me pidió que ya no haga más nada. En total hice una hora de ejercicio.

Mientras yo esperaba que él termine con su rutina de ejercicio, me quedé viéndolo, tiene músculos bien marcados en todo el cuerpo, su ropa ya estaba pegada la cuerpo por la transpiración y deje de verlo por un momento porque un chico se acercó con una botellita de agua y me la ofreció.

—Hola, estuve viéndote ejercitar. Lo hiciste bien. ¿Ese chico es tu hermano?.

—Hola, no, no es mi hermano. Y gracias, es la primera vez que vengo a un gimnasio.

Me ofrece su mano y se presenta.

—Mi nombre es Ignacio, Nacho para ti preciosa.

—Agostina.

—Un placer Agostina.

Otra mano estaba en frente de Nacho.

—Demián, el esposo de Agostina.

Al pobre no le quedo otra que saludarlo.

—Espero verlos mañana. Me tengo que ir, un placer conoceros.

Nacho salió del gimnasio a toda prisa.

—¿Por que hiciste eso? Solo estaba siendo amable y lo hiciste sentir incómodo. Solo me ofreció agua y se presentó.

—Estaba siendo amable con todas las chicas del gimnasio Agostina. Te vio como una presa fácil.

—¿Lo soy? ¿Y por qué te presentaste asi, con aura intimidante y diciendo que eres mi esposo?

—Si, lo eres y me presente así porque soy tu esposo Agostina, lo hice para que se vaya. Hay mucha inocencia en ti como para que no te des cuenta que el solo quería ligar contigo. Es el típico tipo que busca con quien acostarse. ¿Él te pregunto si era tu hermano? No pregunto si era tu novio o un amigo, dijo hermano. ¿Quién pregunta una cosa así? Ni siquiera nos parecemos un poco. Es estúpido, él es estúpido. No quiero que se te acerquen ese tipo de hombres.

—¿Que tipo de hombre debería acercarse a mi entonces? ¿Y estabas escuchado?

—Ninguno. No quiero... Mejor olvídalo ¿si?Vamos a darnos una ducha. Ya terminé.

No dije nada pero note un cambio en su mirada cuando al salir vimos a Nacho charlando con otra chica.

—¿Te dijeron que eres muy mandón?

—Si. Pero viniendo de vos me causa gracia porque eres la reina de las mandonas.

Volvió a tomarme de la mano y subimos a nuestra habitación.

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