Su verdadera identidad IV

Capítulo cuatro

Su verdadera identidad

Video…

El video mostraba como ella había accedido voluntariamente a gatear hasta su cama y desnudarse. Pero cuando Vanesa pensó que lo peor había pasado escuchó que él le pedía que abriera las piernas y que comenzara a tocarse.

Fin del video

Vanesa esperaba estar en una pesadilla. No podía creer todo lo que estaba viviendo esta semana. Aun así, no iba a permitir que nada destruyera su carrera. Nada ni nadie, por lo que no se iría de esa casa sin ese video.

—Entiendo —dijo ella apartando el teléfono. No quería verse de esa manera. Sentía vergüenza y mucho malestar por su tonta manera de proceder esa noche.

—Entonces toma otra cerveza —dijo él sonriendo, parecía disfrutar mucho de la situación. Algo que hacía que ella se molestara más todavía.

—No. No voy a seguir haciendo el ridículo frente a ti. Además, ese video también te expone. Se escucha tu voz. Si lo publicas también vas a terminar teniendo problemas y no pienso que eso te guste —le indicó ella rápidamente.

Sabía que tenía que buscar la manera de zafarse de la extorsión a la que estaba siendo sometida.

Él se empezó a reír dándose cuenta de que el alcohol ya empezaba a afectar el raciocinio de Vanesa.

—Yo puedo editar mi voz y transformarlo en un video porno si quiero —dijo él acercándole la cerveza con la mano.

Vanesa sabía que estaba en su límite. Si seguía tomando alcohol volverían a pasar cosas que no podría controlar. Pero lo que él decía también era cierto. Estaba entre la espada y la pared. Y entre más tiempo pasaba menos lucidez tenía como para buscar una solución.

—Si lo borras ahora, no es necesario la cerveza —dijo ella agachando la cabeza.

Tenía que acceder a su demanda si no su carrera terminaría antes de empezar. Él tomó el teléfono y después que estuviera seguro de que ella lo estaba mirando, borró el video. Un instante de paz llenó el cuerpo de Vanesa. Pero solo fue eso, ya que seguido a su instante de calma escuchó la voz del hombre en cuestión.

—Quítate la ropa —le dijo él.

Ella sabía que no tenía más alternativa, porque era una persona de palabra. Por lo que se quitó la parte superior dejando al descubierto su brasier. A continuación, empezó a bajarse la calza, pero él le pidió que se detuviera.

Esto hacía que ella se sintiera más enojada. El cómo él jugaba con el poder que estaba ejerciendo sobre ella.

—¿Ahora qué pasa? —preguntó ella molesta y cansada de los jueguitos de ese maldito cretino.

—Vístete —le dijo él y le pasó la prenda que estaba en el suelo.

Ella no entendía de que se trataba, pero, aun así, lo hizo. Tal vez no le parecía tan atractiva. Quizás él ya estaba aburrido o tal vez había recapacitado. Lo que sea que fuera ella no estaba dispuesta a averiguarlo. No quería darle la oportunidad de arrepentirse, así que después de vestirse se dirigió hacia la puerta para irse, él la detuvo. Ella se dio vuelta, estaba muy nerviosa y empezaba a anotarse.

¿Ahora qué quería? Él se acercó y ya estando frente a frente, ella lo detuvo con las manos, no quería tenerlo más cerca que eso. Cuando él intentó tocarla, ella lo alejó y le corrió la cara. Le daba asco tenerlo cerca. Después de todo se comportaba como un maldito desgraciado.

—¿No te parezco atractivo? —le preguntó él. Con una gran soberbia, se creía más de lo que era.

—Sí. Pero eso no quiere decir que seas mi tipo —dijo ella y lo miró a los ojos molesta. Necesitaba mostrarse fuerte.

Además, debía conservar la calma. Si llegaba a ofenderlo nada le garantizaba que saldría de esa casa ilesa. Era mucho más alto y fuerte que ella.

—Ya estoy cansado de este juego. ¿Por qué todavía no me recuerdas, Vane? —le preguntó él más relajado, provocando que ella lo mirara sorprendida y más nerviosa que antes.

—Sé que nos conocemos, pero no recuerdo tu rostro —dijo ella con miedo a su reacción —Pero podríamos empezar a conocernos de vuelta, ahora ¿Cuál es tu nombre?

Vanesa quería salir corriendo; sin embargo, ese loco no la iba a dejar irse. Así que lo mejor era que tratara de calmarlo un poco primero. Sacarle información para cuando fuera a la policía a denunciarlo.

—Soy Emanuel —dijo él y la quedó mirando.

Fue lo único que Vanesa necesitó. ¿Cómo no se había dado cuenta antes? Ahora lo recordaba. Ella había tenido un compañero llamado Emanuel con el que había cursado una materia. Pero él era totalmente distinto a este tipo. ¿Esto era posible? ¿A caso los dos le estaban jugando una broma?

—Tú no puedes ser Emanuel —ella estaba muy sorprendida.

Emanuel era un chico muy tierno que había conocido durante su segundo año en la facultad. Él estaba en el último año y era el asistente de la profesora de biología. Las personas solían burlarse de él por su apariencia, ya que era un poco desalineado y torpe, más bien distraído. Todos pensaban que era un tonto, pero en realidad él siempre tenía las mejores calificaciones. A él lo único que le interesaba era volverse médico y ayudar a las personas a estar saludables. Trabajaba en varios refugios de la ciudad y tenía supuesto solicitar un permiso para poder entrar en médicos sin fronteras.

—Tuve un accidente de tránsito y me fracturé la nariz. Es lo único diferente. Lo demás fue cuestión de estar más tiempo en el gimnasio que estudiando, por unos cuantos meses —dijo él con la voz que ella recordaba de Emanuel.

Vanesa lo empujó molesta y empezó a gritarle. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué él la había hecho pasar por ese momento? ¿Qué opinaba ella de él ahora?

Autora: Osaku

Estimados lectores, según la política de la plataforma hay capítulos que serán modificados debido al contenido para adultos que tienen ya que infringen la norma de la plataforma. Espero sepan entenderlo todos aquellos que prefieren una lectura más picante. Por otro lado, todos los que prefieren leer novelas románticas clásicas les recomiendo seguir a otros autores ya que no encontraran eso en las novelas que yo escribo. Saludos para todos ustedes.

Todos los hechos y personajes de esta novela pertenecen a la ficción. Cualquier semejanza con la realidad son pura coincidencia.

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