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Samuel me saludó como si nunca hubiese sido perseguido por aquellos sujetos, como si todo fuera realmente normal en su vida, como si ni siquiera hubiese saltado del carruaje en movimiento.

El joven de aspecto aterrador actuaba de una manera muy diferente.

— Hola — saludé con cortesía — ¡Qué casualidad! — añadí al verlo mirarme con esos ojos que parecían ver mi alma.

— Sí — respondió mientras se acercaba a mí, invadiendo totalmente mi zona de confort.

Alice que había estado a mi alrededor debido a mis palabras de aliento para que viva su vida se había ido al área de cuentos de hadas.

Así que no había nadie a mi alrededor para que sea de mediador entre este tipo gigante y yo.

— ¿Qué sucede? — pregunté con temor debido a su aspecto.

No me podían culpar por reaccionar con miedo, si estuvieran en mis zapatos, estuvieran temblando, el chico después de todo tenía una apariencia atractiva, era solo que sus ojos eran demasiados penetrantes y tenían una forma de causar terror.

— Sobre lo que sucedió — dijo haciendo que parezca que me estaba amenazando.

— No diré nada y no preguntaré — intente sonreír de la manera más amable que podía — No te preocupes.

— No era eso — me interrumpió dándome una mueca extraña — ¿Por qué creías que te iba a decir aquello?

Me reí con nerviosismo mientras buscaba una razón viable, porque siendo sincera no podía decirle que dije aquello por su apariencia.

Justo cuando no sabía que decir vi el libro que el joven Samuel estaba sosteniendo y encontré mi excusa perfecta.

— Demasiados libros he leído — dije esta vez con más comodidad.

Me di cuenta de que estaba siendo presuntuosa al suponer, después de todo no podemos juzgar a nadie solo por su apariencia.

Este joven de aspecto aterrador no era para nada lo que parecía debido a que en sus manos se encontraba una copia de un libro infantil muy famoso por sus sabías reflexiones, después de todo quien lee "Las aventuras de un pequeño cerdito" no puede ser alguien malvado.

— Ya veo — dijo — Deberías leer cosas más sanas, no libros obscenos — recomendó mientras veía el libro que sostenía en mis manos — Eres una niña aún, deberías leer cosas más agradables como este libro...

— Espera — dije confundida ante sus palabras — No estoy leyendo libros obscenos — alegué mientras veía el libro que claramente decía "Conquistas Explícitas" bueno, el título en mayúsculas si tenía un cierto aire obsceno pero era porque las letras que seguían estaban escritas en minúsculas "Estrategias para militares" y creo que el color rojo de la portada no ayudaba, pero, no era un libro obsceno.

— Lo entiendo — dijo, pero, él no entendía nada.

— Estoy siendo perjudicada — comenté haciendo un puchero que hizo que la expresión aterradora que tenía en su rostro se suavizará.

— Lo que te decía era que debes tener cuidado,

al ayudarme en aquella ocasión te has visto involucrada en mis asuntos y las personas que andan detrás de mí puede que intenten hacerte algo — señaló haciéndome fruncir el ceño.

— ¿Qué? — pregunté anonadada — ¿Por qué? ¿Quienes son esas personas?

— Lo siento — mencionó — No pensé que alguien se viera involucrado en mis asuntos. Si hubiese sabido que esto pasaría me hubiese abstenido de pedir ayuda.

No estaba entendiendo nada.

Deseaba no verme involucrada en los problemas de otras personas pero parecía que no podía hacerlo, solo el cielo sabía que ya tenía suficiente al lidiar con mi madrastra y hermanastra.

— Dime que esta pasando — dije — Por favor — pedí.

El joven Samuel, me contempló por algunos instantes en los que parecía debatirse que debía contarme y que no. En el fondo de mi corazón sabía muy bien que necesitaba saber que estaba pasando y no aceptaría una respuesta a medias.

— Yo en realidad, tengo un secreto que no le puedo decir a nadie — comenzó — No ahora, quizás en un futuro, sin embargo, le diré una parte porque me parece injusto que este involucrada y no sepa en qué se está metiendo, señorita Elizabeth — comentó con una expresión seria que lo hacía ver más aterrador de lo normal.

— Dígame — dije preocupada.

— En realidad, esas personas no me persiguen para hacerme daño, pero, ellos desean algo de mí que no estoy dispuesto a aceptar, al menos, no por ahora, sin embargo, temo que se vea en peligro debido al deseo de aquellas personas de obtener lo que quieren — mencionó.

— ¡Oh! Esto parece algo serio — dije — No ha buscado ayuda...

— No — respondió — Ellos son intocables.

¿Quienes podían ser estas personas? me puse a pensar pero no se me venía nada a la mente, después de todo, en mi anterior vida este joven de aspecto aterrador había muerto joven, así que no sabía nada de él, así que no podía especular sin conocimiento alguno, además yo estaba completamente cegada por aquel tipo que difícilmente sabría sobre el destino de alguien más.

— Señorita Elizabeth — dijo haciéndo que alejará los pensamientos de tiempos de antaño.

— ¿Qué pasa? — dije mirando sus ojos.

— No necesita preocuparse — mencionó mientras sostenía mis manos — Mientras pueda la protegeré, no dejaré que le hagan daño alguno, lo juró — dijo solemnemente.

— Yo...

Nunca había escuchado a nadie, ya sea en esta vida o en la otra decir palabras tan solemnes, así que no sabía como reaccionar.

— Gracias — dije algo avergonzada.

— Es mi deber — señaló — Es debido a mí que se encuentra en esta situación, por ende, debo ser responsable.

Después de decir lo que tenía para hablar, soltó mi mano mientras me quitaba el libro que estaba leyendo y me entregaba el que sostenía.

— Es mejor que leas este — dijo mientras arrugaba las cejas.

— Espera — protesté.

— No sea caprichosa — alegó mientras se alejaba con el libro en la mano.

— Ese libro no es ningún libro obsceno — le dije a nadie en particular.

— ¡ Oh, señorita! — dijo Alice apareciendo de la nada — Al fin la encuentro — dijo risueña.

— Alice, estoy siendo malentendida — me queje mientras me arrecostaba a su lado.

— ¿Eh? — dijo antes de poner una expresión jubilosa — Wow, señorita, yo también acabe de leer ese libro — mencionó mientras tomaba el libro en sus manos — Ese cerdito llamado Mimor es tan valiente...

Yo...

Yo seguía siendo malinterpretada.

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