Amistad

La vida...

¿Qué es vivir? ¿Qué clase de infierno estoy viviendo?

Negué con la cabeza mientras me deslizaba dentro de la bañera, afuera Alice me esperaba con una pomada para tratar la herida de mi rostro. Aunque en esta casa había demasiadas personas, justo ahora me sentía tan sola, no tenía nadie en quien confiar, no había nadie que me sostuviera en sus brazos y me dijera que todo estaría bien, cerré los ojos mientras algunos recuerdos amargos acudían a mi mente.

En aquellos tiempos de antaño muchas personas iban y venían tratando de obtener mi favor, en ese entonces creí que eran mis amigos pero cuando las calumnias y los malos comentarios empezaron a desprestigiar mi reputación, todos aquellos que consideraba amigos desaparecieron, ninguno hablo a favor de mí, nadie me defendió.

Ellos solo me veían como otro peldaño que debían escalar no como una persona real.

En esta vida al igual que la anterior me convertiré en ese peldaño solo que no será uno que sea fácil de escalar, es más seré el más difícil de todos.

He estado dando vueltas alrededor, pensando que podía vivir libremente, pero, solo era mi propia ilusión.

¿Por qué debo seguir viviendo bajo la sombra de aquellos tiempos cuando puedo ser luz?

Si algo me ha enseñado el dolor es a seguir perseverando, hoy puede que todo luzca oscuro, pero, no será así para siempre, puede que mis esfuerzos se vean insignificantes, pero, en un futuro no será así, ahora estoy oculta bajo la oscuridad de esta mansión y esta familia que me ha quitado tanto, pero, en un futuro viviré bajo el sol y seré alguien mejor.

Hoy no es el momento, quizás mañana tampoco, sé que batallas puedo ganar y en las que debo retroceder, hoy perdí pero en el futuro ganaré.

Mi padre no era lo que pensaba, creo que todo lo que hice fue suponer, sin embargo, no podía reconciliarme con lo que descubrí porque ha pesar de entender que estaba siendo manipulado tanto en el pasado como ahora, no podía perdonarlo cuando su indiferencia y sus malos tratos me habían hecho tanto daño.

Sin embargo, mi mayor venganza contra él será abrirle los ojos y mostrarle el verdadero rostro de aquella mujer que le ha robado la cordura por medio de mentiras, engaños y manipulaciones.

El futuro sería difícil, demasiado quizás, después de todo estaba luchando sola contra el mundo pero no me rendiría, no ahora, quizás nunca porque esta ciega esperanza que creía dentro de mi era lo que me mantenía con la cabeza erguida.

— ¡Señorita! — proclamó Alice mientras caminaba rápidamente hacia mí con una toalla — Miré como esta su cabello todo mojado — negó con la cabeza — Se puede enfermar — aunque ella tenía casi mi misma edad se comportaba de manera maternal.

Cerré los ojos al pensar en aquel bebé que no pude salvar, en todo lo que perdí.

— No te preocupes — sonreí — No moriré — añadí mientras ella me colocaba la pomada en mi rostro.

— El Maestro se excedió bastante — susurró — Miré como tiene hinchado su rostro — alegó mientras me regañaba — ¿Por qué lo hizo enojar?

Al escuchar su preocupación caí en cuenta que...

No estaba sola, al menos no ahora, no cuando tenía a este pequeño duende a mi lado, tanto en esta vida como la anterior, ella ha sido alguien que nunca me ha dañado.

— No me regañes, me vas a hacer llorar — murmure haciendo un puchero al ver mi expresión Alice se quedó muda por un momento.

— ¡Señorita! — exclamó agitada — ¿Qué está haciendo? Se siente bien, creo que llamaré al médico — mencionó con pánico.

— Estoy bien — comenté risueña al verla actuar así, quien diría que mi actitud mimada la pondría así — Tranquila, solo estaba bromeando.

— No me asuste así — sonrió con los ojos brillante.

— Está bien — contesté risueña haciendo que la herida en mi rostro me doliera.

Alice al ver mi mueca de dolor se apresuró a masajear mi mejilla.

— ¡Señorita! Tenga cuidado.

— No me digas señorita — pedí haciendo que Alice me mirará — Llámame Beth — señalé con una sonrisa.

— No puedo — respondió Alice algo sonrojada — Usted es mi señorita.

— Por favor — hice un puchero haciendo que Alice se riera.

Eh.

Parecía que alguien estaba feliz de ser mi amiga porque eso era Alice para mí en este momento, no, en el pasado fue la única que se comporto como un amigo.

— Hoy se comporta de una manera tan diferente, señorita, está bien llamaré su nombre pero solamente cuando estemos las dos presentes — comentó sonriendo de una manera encantadora que hizo que mi día nublado se volviera soleado porque en este momento estaba floreciendo una amistad que sería verdadera y quizás eterna, porque esta vez sé bien que personas, sin importar su casta o cualquier otra situación, son reales.

Érase una vez pensé que el poder y la casta lo eran todo pero por pensamientos tan retrógradas morí sin amigo alguno, sin compañía alguna, sola en una prisión traicionada por la personas que más me importaban, pero, que utilizaron mis sentimientos a su favor.

Pero...

Ahora todo sería diferente.

— Entonces di mi nombre, Alice — le pedí risueña mientras tomaba una uva del escritorio — Dilo.

— Beth — murmuró inaudible.

— No te escuché — la molesté — Dilo más fuerte.

— Beth — gritó.

— Ja jaja — me reí a carcajadas al ver su cara roja.

— ¡Señorita! — ella estaba refunfuñando ante mis burlas — Bueno, me retiraré aún hay algunas cosas que debo hacer — dijo tomando la bandeja con los ungüentos y vendas.

— Está bien — comenté — Tráeme algunos libros, ahora soy prisionera y no puedo escapar — pedí.

— Está bien — respondió antes de salir.

Ah.

— También debí pedirle dulces, bueno mañana lo haré — comenté para mi misma.

Cuando la noche cayó y el cielo se puso de un color oscuro que difícilmente eran visibles las estrellas, me recosté en mi cama y cerré los ojos mientras pensaba en todo y en nada al mismo tiempo, pensamientos al azar acudían a mi mente, pero lo que más meditaba era la expresión de mi padre al pedir que mantuviera este compromiso.

Había algo que no sabía, todo ese complot que armaron para destruir mi vida debía tener una razón a parte de la competencia por el trono.

Pero...

Había más en esto de lo que sabía y lo descubriría.

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