Es imposible resistirme.

— Buenos días. — Saludamos Ivanov y yo una vez nos encontramos con Rafael.

— Buenos días. — Contesta estrechando la mano de Ivanov, luego deposita un beso en mi mejilla. — Querida ¿cómo has estado?

— Muy bien, gracias ¿y tú?

— Ahora que te veo, mejor. — El ceño de Ivanov se frunce, pero lo tomo de la mano y su rostro se relaja. El gesto no pasa desapercibido por Rafael, quien de inmediato cambia de actitud.

— Cuéntame ¿cómo va nuestro proyecto?

— Por favor síganme, voy a mostrarles los adelantos que ya hemos realizado, creo que tardaremos menos tiempo de lo esperado. — Rafael nos guía hacia el interior y nos muestra detalle a detalle el avance que ha tenido la obra, todo está quedando perfecto, tal cual como él lo había mostrado. — Por último dejaremos la fachada, a más tardar en un mes habremos terminado, aunque considero que no será tanto tiempo. Ahora cuéntame ¿qué te parece?

— ¡Perfecto, todo está quedando perfecto!, ¿cierto? — Pregunto mirando animadamente a Ivanov, quién se ha dedicado a observar un poco apagado, se ha limitado incluso hasta para hablar, lo cual me parece extraño, sobre todo teniendo en cuenta aquella cena junto a Rafael.

— Sí, está quedando bien. — Rafael levanta las cejas, pues al igual que yo esperaba un comentario más entusiasta, después de un rato y al haber finalizado nuestro recorrido nos despedimos de Rafael y salimos de aquel lugar.

— ¡No lo puedo creer!.. — Digo emocionada una vez nos estamos dirigiendo al Auto — ¡Ya pronto estará finiquitada la estructura en su totalidad, es emocionante! ¡¿lo imaginas?! ¡Lo veo todo, veo a los trabajadores, de hecho veo los empaques de envío, todo, todo me lo imagino! ¡Es perfecto! — Mientras yo estoy emocionada él solo frunce el ceño. — ¿Me vas a contar que te pasa? — Ambos subimos al auto.

— No sé a qué te refieres. — contesta algo apagado.

— ¿No sabes a qué me refiero? Todo este tiempo estaba emocionada, te he hablado y hablado acerca de los resultados que estamos teniendo con este proyecto y tú únicamente te has limitado a guardar silencio. Quiero saber qué es lo que sucede.

— ¿En realidad no lo ves?, acabarás dentro de poco ¿y luego que?, solamente te irás ¿y dónde quedamos nosotros? — Guardo silencio al escuchar sus palabras.

Pues a decir verdad no me había detenido a pensar en eso.

— ¿Lo ves? No puedes decir nada y, lo entiendo, yo ya lo hice una vez y tal vez no tengo derecho a pretender que le pongamos un nombre a esto que tenemos, sea lo que sea ¡Maldición! Pero no soporto la sola idea de que estés lejos, así como tampoco saber que debo tolerar que cualquier estúpido te coquetee en mis narices sin importarle mi presencia, porque simplemente no soy nada.

— No sabía que te sentías así.

— No tenías porque.

— Claro que sí, todo este tiempo has estado tan pendiente de mis necesidades y de hacerme sentir bien y yo he sido egoísta, pero hay algo que debes saber, yo creí que estabas tratando de poner una distancia emocional.

— ¿Por qué pensaste eso?

— Después de aquel día en el hotel, no te habías vuelto a acercar y yo pensaba que...

— ¿Aceptas ser mi novia? — Se apresura a preguntar.

— Pensé que nunca lo ibas a preguntar. — Sonrío, él se acerca y besa mi frente, respira el aroma de mi cabello.

— No te vas a arrepentir. — Coloca su mano en mi mentón levantando mi rostro, me mira fijamente a los ojos, sonríe y eso me mata, junta nuestros labios y me besa, sin prisa ni exigencias, solo hay ternura y delicadeza. — ¿Qué vas a hacer el día de hoy?

— Aún no lo sé, ya he solucionado los temas legales, ahora solamente queda esperar a que Rafa termine.

— Rafael, querrás decir.

— Ivanov, por favor.

— ¿Qué? No me gusta que mi novia llame con diminutivo a otro hombre.

— No seas celoso.

— No lo soy, pero a mi me llamas por mi apellido.

— Jajajajajaja no te comportes como un crío, amo tu nombre y no pienso llamarte de otra manera Konstantín, mi amado Konstantín Ivanov.

— ¿Qué acabas de decir? — Me mira algo sorprendido.

— ¿Te molesta? — Pregunto algo apenada.

— Únicamente repite. — Vuelve a hablar esta vez de manera demandante.

— Mi amado Konstantín Ivanov.

— ¿Solamente yo?

— Solamente tú eres mi amado, no hay ni habrá nadie más.

— Te amo Elena, no sabes lo que esto significa para mí. — Dice con una sonrisa marcada en sus labios, y vuelve a besarme. — Eres mía. — Dice y vuelve a arremeter sin darme tregua.

— Ivanov...

— Dime bonita.

— Mmm... me encanta, pero ya puedes parar de besarme... Debes ir a trabajar.

— Solo si me acompañas. — Me vuelve a besar.

— Será un placer.

— Está... bien... solo... un... último beso...

...***...

Llegamos a la empresa e Ivanov se apresura a abrirme la puerta del auto.

— De ahora en adelante disfrutaré de que abras la puerta para mí.

— Y yo estaré encantado de hacerlo.

Me toma de la mano y vamos directo al ascensor.

— Hoy tendremos nuestra primera cita oficialmente como novios.

— ¿A dónde me llevará mi novio?

— Aún no lo sé, pero ya algo se me ocurrirá.

— No quiero rosas rojas, champán ni velas.

— Jajajajajajajaja — Ambos reímos.

— Elena, me estás volviendo loco, deseo...

— Yo también... — Las palabras mueren en mi boca cuando sus labios toman posesión de los míos, lleva mi cuerpo hasta acorralarlo contra las puertas del ascensor, sus manos se aferran a mi cintura el beso es cada vez más candente. Mis manos aferradas a su cuello, empiezo a sentir su excitación hasta que las puertas se abren, ambos perdemos el equilibrio, no sé cómo lo hace, pero logra girar nuestros cuerpos y yo caigo sobre él.

— Jajajajajajajaja

— Jajajajajajajaja

— Ninguno de los dos puede parar de reír. — Hasta que levanto la mirada y me doy cuenta de que hay por lo menos seis personas observando, sé que en este momento mi rostro debe estar tan rojo como un tomate.

Me levanto y acomodo mi ropa, Ivanov hace lo mismo ante la atenta mirada de los presentes, luego se aclara la garganta.

— Buenos días, es mi novia no hay de que asombrarse, acostúmbrense, es la primera, pero no la última vez que verán una escena como esta, es imposible resistirme a sus encantos.

— Ivanov... — Calla mis palabras con un casto beso y luego tira de mí mano hacia su oficina.

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