Capitulo 1: Una Profecia

En las brumas de una era olvidada, existió Erick, un hechicero de poderío legendario. Su linaje, celoso y mezquino, lo observaba con envidia, pues Erick no solo dominaba las artes ancestrales de su sangre, sino que había desentrañado secretos de otros linajes, acumulando una fuerza e intelecto que eclipsaba a todos sus pares.

La envidia que despertaba Erick no se limitaba a sus habilidades mágicas. Su belleza era un espectáculo en sí misma, una armonía de rasgos que dejaba sin aliento. Su piel brillaba con una luz propia, sus ojos reflejaban la profundidad de los cielos y su porte irradiaba una elegancia que ningún otro hombre podía igualar

Erick, un brujo de estatura imponente, poseía una presencia que cautivaba. Su cabello, negro como la medianoche, enmarcaba un rostro de facciones perfectas, donde destacaban unos ojos azules, profundos como el océano. Su cuerpo, esculpido con músculos definidos, se movía con una gracia felina, y su voz, siempre elegante, era un deleite para los oídos.

Las jóvenes de su linaje, solteras y casadas por igual, lo deseaban con una intensidad que rozaba la obsesión. Las solteras, desesperadas por asegurar su futuro, competían ferozmente por su atención. Las casadas, a pesar de sus compromisos, no podían resistirse al encanto de aquel hombre de 1.91 metros, cuyos ojos azules prometían un paraíso prohibido.

A pesar de la admiración que despertaba, Erick mantenía su corazón cerrado, reservado para aquella mujer que los dioses le habían prometido. Con una esperanza inquebrantable, esperaría su llegada, sin importar cuánto tiempo tardará, pues sabía que su alma gemela lo aguardaba en algún lugar del mundo.

Los años transcurrieron, y Erick, buscando refugio lejos de la toxicidad de su linaje, emprendió un viaje por el mundo. Fue en ese viaje, en el momento más inesperado, cuando el destino le sonrió. Encontró a su otra mitad, el complemento perfecto, el alma gemela destinada a acompañarlo por toda la eternidad.

La mayor sorpresa de Erick fue descubrir que su alma gemela no era una bruja, sino una mujer lobo. Sin embargo, el linaje carecía de importancia ante la fuerza de su amor. Desde el primer instante, quedó prendado de aquella joven de belleza sobrenatural: cabello blanco como la nieve, ojos negros como el abismo, una figura que desafiaba la perfección, y labios rojos como la sangre. Su presencia dominaba a cualquier hombre, pero su corazón solo latía por su pareja destinada.

El linaje no fue un obstáculo para ella, pues el amor que sentía por Erick era un eco del destino. Se amaron desde el primer instante, sellando su unión con un juramento eterno. Desafiaron así las leyes ancestrales, los linajes rivales y el Consejo Sobrenatural, cuyas prohibiciones condenaban a muerte a quienes se unieran fuera de su linaje. Su amor, una llama ardiente, desafiaba las sombras del castigo eterno.

Erick, poseedor del poder secreto de ver el futuro, vislumbró un futuro sombrío: la muerte de su amada, de su hijo y la suya propia. Ante la inminente tragedia, trazó un plan meticuloso. Si su hijo sobrevivía, su linaje se fortalecería generación tras generación, heredando poderes, fuerza, agilidad, velocidad e inteligencia crecientes, hasta la llegada del descendiente elegido, aquel que cumpliría su destino.

De su linaje surgiría una elegida, una joven de belleza y poder incomparables. Su fuerza, velocidad, inteligencia y poderes mágicos la convertirían en un ser invencible, capaz de unificar los reinos sobrenaturales y humanos. Ella sería la portadora de la paz, la llave para la verdadera unión entre todos los linajes.

Su destino la convertiría en una híbrida, y su alma gemela, un ser de linaje ajeno. Solo al unirse en cuerpo y alma, sellando su amor con una marca mágica, el poder latente de su compañero se manifestaría. Juntos, serían invencibles, un testimonio de que el amor trasciende linajes, razas y especies, eligiendo a quienes se aman sin restricciones.

Su pareja destinada será su roca, un ser de fortaleza inquebrantable, su equilibrio perfecto, su refugio de paz. Será el apoyo esencial que necesitara para triunfar en la guerra que se avecina, su complemento en la batalla por la paz. Con la sombra de la profecía sobre sus hombros, el brujo preparó a su amada, Caley, la loba de pelaje níveo. Juntos, disfrutaron de un año fugaz junto a su hijo, sabiendo que el destino les reclamaría pronto. El momento de ser descubiertos, el instante fatídico de su muerte, se acercaba sin poder evitarlo.

Su hijo fue entregado al cuidado de un hechicero de confianza, un amigo cuyo vínculo permanecía oculto a todos. Este amigo, junto a su esposa, registraron al niño como propio, criándolo y preparándolo para la eventualidad de ser descubierto. Al alcanzar la mayoría de edad, le revelaron la verdad: su linaje, el sacrificio de sus padres y la profecía ancestral, la cuál debe transmitir a través de las generaciones.

El brujo, con astucia, se limitó a detallar las capacidades de su descendiente y elegida, omitiendo cualquier rasgo físico distintivo. Esta precaución estratégica buscaba protegerlos, permitiéndoles revelar su existencia solo cuando estuvieran preparados para enfrentar las batallas que les aguardaban y reclamar su victoria en la guerra. Cada detalle había sido meticulosamente planeado por el brujo. Cuando llegó el momento de su captura y ejecución, su hijo ya estaba a salvo, resguardado en un refugio impenetrable. Así, el sacrificio del brujo y su amada sellaría el destino, asegurando que la profecía se cumpliera en el momento preciso.

Al llegar el momento de su muerte, los sometieron a una tortura atroz, impulsados por la convicción de que habían cometido una blasfemia. En su desesperación, creían que al silenciar sus voces, detendrían el curso de la historia, sin saber que solo aceleraban el cumplimiento de su destino.

En su último aliento, el brujo se burló de sus captores, revelándoles la profecía y el inevitable fin de sus creencias. La revelación, lejos de traerles paz, los sumió en la paranoia. Conscientes de que su muerte no sería el fin, transcribieron la profecía, lanzando una búsqueda obsesiva por el hijo de Erick y Caley. Aunque no encontraron rastro alguno, preservaron la profecía, transmitiéndola a sus descendientes con la orden de evitar su cumplimiento, de preservar sus leyes y costumbres a cualquier costo.

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Nota de la autora:

Gracias por el apoyo 🤗💖🤗, este capítulo ya está editado, espero que lo disfruten, los quiero🥰🥰🥰.

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