El príncipe heredero

-¡Hermano! Pensé que no vendrías- El rostro de Habee se desformó en un puchero mal logrado. Pronto, todas las damas que participaban en la fiesta del té se pusieron de pie para hacer reverencias al príncipe que hacía acto de presencia, Samantha, aunque fue de las ultimas, fue la que menos se esforzó en hacerla

-Duquesa Carnegie- Sonrió mirando directamente a los pechos de Samantha que caían por su escote mientras hacia la reverencia -Es impactante conocerla al fin

¿Impactante? No entiendo a qué se refiere, ojalá viniera James por mí, con solo su presencia ya me siento incomoda

Forzadamente gesticulo una fina sonrisa -Es un honor ver al heredero del imperio

Habee era lo contrario a su hermano, esta era rubia como su madre con piel bronceada, ojos oliva y delicados rasgos. Haboo era igual a su padre, cabello azabache, piel de mármol y ojos grises tan claros que parecía tener ausencia total de color en sus iris, su corpulento tamaño le hacían dar un aspecto intimidante

-Es su apariencia totalmente exótica en la capital, nunca había visto una mujer como usted, lastima que sea la duquesa de Carnegie

Samantha no dijo ni una palabra, sonrió forzada y enderezó su cuerpo hacía la mesa para tomar un poco de té. Todas las demás hicieron lo mismo

Horas y horas escuchando proezas e historias no solicitadas por parte del príncipe Haboo, quien parecía tener más ego que sangre en su cuerpo. Al finalizar la fiesta del té, James esperaba con paciencia a Samantha

-Oh my… que romántico, el duque ha venido por la duquesa- Los cotilleos no tardaron en hacer acto de presencia

-Gracias por la invitación, ha sido un día memorable princesa, espero nos llevemos muy bien

-Claro que si Samantha, eres encantadora, te enviaré la próxima invitación para que vengas con tu encantador esposo, así mi hermano se entretiene con alguien que si quiera oír sus historias de guerra- Todas al unísono empezaron a reírse

Samantha caminó pausadamente en dirección de James, quien rectificó su espalda y alzó la mano tendiéndola hacia su esposa quien la tomó suavemente al llegar a escasos centímetros de él

-Te extrañé mi duque

James sonrió satisfecho, no esperaba las palabras que Samantha acababa de pronunciar, ni el sentimiento que despertó en él. Desde lejos pudo observar a Haboo, quien tensó la mandíbula al hacer contacto visual

La historia entre ellos es más larga de lo que la gente conoce, muchos piensan que solamente combatieron juntos en la guerra, pero no es solo eso… Haboo acabó con la vida de la hermana del Duque

Hace exactamente 15 años, para ese entonces temporada de invierno, James solía vivir en el ducado con su hermana mayor, la princesa Jade, amada por todos, tenía un cabello negro azabache cuyos risos colgaban a cada lado de su cuerpo, su piel blanca y pecosa, con labios firmes, barbilla perfilada y ojos azules como el cielo de la noche. Jade fue la primera hija del matrimonio Carnegie, estaba destinada a ser la princesa heredera cuya vida estaría atada al príncipe Haboo aunque este fuera 5 años menor que ella

Durante su juventud, convivían los tres aprendiendo a conocerse detalle a detalle. Haboo quien miraba con ojos de amor y deseo a Jade, dedicaba a cada minuto a halagar y agraciar a su destinada princesa. Mientras que Jade, miraba a Haboo como su segundo hermano

-Jade por favor… ¿Hasta cuando seguirás haciéndome suplicarte por un beso?

-Haboo ya te he dicho lo mucho que te amo ¿No te basta?

-No, quiero que nos besemos, vamos, ya tengo 18 años y tu 23… Aunque no estemos casados ya podemos estar juntos

Jade lo miraba ansiosa, durante la conversación. Ese día algo no iba bien, Haboo estaba mas intenso que nunca, tenía las pupilas dilatadas, caminaba de un lado a otra sin parar y alzaba el tono de voz

-Te deseo Jade… mira tu cuerpo, eres hermosa

Haboo se acercó bruscamente a Jade y con sus manos abiertas abarcó los pechos de Jade robando un grito ahogado de sus labios

-¡¿Qué haces?!- gritó aterrorizada

No muy en el fondo, Jade esperaba que al casarse, Haboo se concentrara en amantes y solo tuvieran que compartir intimidad para procrear, para ella era su hermano aunque no compartieran vinculo sanguíneo

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