Regalos sorpresas

POV ALMA MILLER

Siento unas caricias que recorren todo mi ser con tanta delicadeza, como si tuviera miedo a romperme.

Estoy en un sublime éxtasis, cada toque eriza hasta el último centímetro de mi piel, sus paradisíacos besos cada vez son más húmedos y profundos, mi lengua juega danzando entre su boca, abrazada su lengua con posesividad.

Unas fuertes corrientes eléctricas retumban en mi piel al sentir su cálido cuerpo rozar el mío, su alucinante olor se impregna en todo mi ser, embriagando mis fosas nasales.

La sensación de su dureza palpitante deslizándose por mi intimidad me produce pequeños espasmos, gimo de placer ante el extraordinario contacto, no puedo contenerme, estoy a punto de llegar a mi límite.

— Seung, no pares, te lo ruego, hazlo más fuerte, más rápido.

Le suplico, arqueo mi espalda por las corrientes que invaden mi cuerpo. Estoy al borde del colapso, pero un fuerte ruido me saca de mi escalofriante trance de placer.

Abro mis ojos de golpe, es mi molesta alarma, son las 6:00 a. m. ¡Maldición! Acabo de tener un sueño húmedo con Seung y me tuve que despertar en la mejor parte.

Me ducho con agua templada para que se me quite la calentura que tengo. Salgo envuelta en una bata de baño y mi cabello enrollado en una toalla. Busco mi equipo de perforación, me inserto el microchip por debajo del seno. No quiero ponerme en peligro otra vez.

Elijo un lindo conjunto de dos piezas: Una hermosa falda que me llega por encima de las rodillas y una sexy pero sutil blusa de hombros descubiertos con un escote hecho a la perfección para mi cuerpo. Me pongo los lentes de contacto, pestañeo para activarlos y ¡listo!

— Buenos días, Iris. Inicia la sincronización con el dispositivo de Seung Hank y mantenme al tanto de todo lo que haga.

— Buenos días, magnate. Los dispositivos ya están sincronizados y el señor Hank se encuentra entrenando en su base al sur de Milán.

— Gracias, Iris. Eso es todo. Si notas alguna anomalía, avísame. Bajo al comedor y me encuentro con el primer amor de mi vida.

— Buenos días, padre. ¿Cómo estás? Ayer no te vi, ya te extrañaba.

—Excelente, mi princesa. Ayer estuve resolviendo unos pequeños pendientes en mi empresa. ¿Y tú cómo te encuentras? Ven, aprovechemos a desayunar tranquilos ya que tu madre no está. Son pocas las horas que tenemos de paz y hay que aprovechar.

Tomó asiento y comenzamos a desayunar. — ¿Sigue de viaje?

— "Tú sabes cómo es ella, dijo que necesitaba despejarse con unas amigas".

— No entiendo qué estresa a mi madre si no hace absolutamente nada por su propio beneficio.

— Creo que eso es lo que la estresa, ¿cómo vas con el joven Hank?

— Se podría decir que bien, tenemos intereses en común, él es un tanto peculiar.

— Sólo eso, antes de ayer no llegaste a dormir.

Le dijo el padre en reproche

— Me quedé con él, ayer nos casamos.

— ¡Pero cómo! No me has dicho nada. Teníamos que realizar una ceremonia para entregarte en el altar como Dios manda.

— Padre, me casé por civil. Si quieres, después planeamos la boda religiosa. Tengo algo delicado que hablar contigo, solo escúchame y luego haz todas las preguntas que quieras, por favor.

— ¡Cómo desees, princesa!

— Tenemos un almuerzo en la mansión de los Mancini. Dado que mi madre no está, solo iremos tú y yo. Luciano me pidió matrimonio y yo acepté.

— Luigi se levanta haciendo un gran escándalo y comienza a gritar: "¡Pero qué demonios me estás diciendo, Alma! Tú muy bien sabes que no te puedes casar con ese infeliz".

— Sí te calmas y me dejas hablar, te lo puedo explicar. Sabía que se iba a poner así.

—Te escucharé, pero si no es nada razonable lo que me dirás, te mando a encerrar en un búnker de seguridad sin nada de tecnología por dentro, hasta que se te pase semejante disparate.

— Padre, aceptar la propuesta es parte de un plan para hacer caer las empresas Mancini y quedarme con todo lo que poseen. En este preciso momento no puedo darte detalles, solo te pido que confíes en mí. Se me hace tarde para llegar a la empresa y no te olvides del almuerzo, por favor, solo esta vez sí.

— Así te diga que no, igual lo haré. Cuídate, nos vemos en el dichoso almuerzo.

Salgo de la mansión a toda prisa, no quiero que mi padre siga preguntando. Llego a mi empresa y en mi oficina hay tres hermosos arreglos florales.

Son muy hermosos, la verdad, pero me saca de quicio el cinismo de Luciano. Los dos primeros me los envió con una nota.

NOTA: Te envío girasoles como muestra de mi gran amor y admiración. Con amor, tu futuro esposo.

Pero me llamó la atención el tercero, tiene un hermoso mensaje en la tapa de la caja, además de una nota muy curiosa.

NOTA ²: De todas las flores en el mundo, tú eres la más valiosa. Espero que te haya gustado mi sorpresa. Tu ferviente admirador secreto.

Esto es el colmo, hace unos días ni los grillos me cantaban y ahora estoy casada con un hombre que, solo con verlo, me moja las bragas; comprometida con un sexy infeliz mentiroso y, por si fuera poco, un admirador secreto. Mi vida no podría ser peor. Entra Raquel a mi oficina, sacándome de mis pensamientos.

— Joven magnate, tienes una reunión con el departamento de marketing a la una de la tarde y con el departamento de diseño a las tres.

— Raquel, cancela todas mis citas el día de hoy. Dale una disculpa en mi nombre a ambos departamentos. Quiero que organices una rueda de prensa mañana. Diles que habrá un importante anuncio, además del lanzamiento de un innovador sistema de seguridad.

— Como ordenes, joven magnate. Con permiso, si no me necesitas, me retiro.

— Muchas gracias, Raquel. No necesito nada más.

Paso toda la mañana inmerso en papeles hasta que el recordatorio del almuerzo suena.

Hoy será un día muy agotador.

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