Lobo solitario.

-Okey. ¿Y ahora qué?

Luego de la pelea, esperaba que algo pasara. No creí que armarían todo este espectáculo sin un propósito.

Pasado el minuto no apareció nadie, pero sí recibí un mensaje en mi celular. 

(Clip-Clip).

-¿Hm? ¿Y esto? Felicidades, has pasado la primera prueba. La recompensa ya se encuentra acreditada en tu cuenta. ¿Recompensa?

Rápidamente abrí mi cuenta bancaria y al instante siguiente mis ojos se abrieron con grata sorpresa. 

-Wow, son Quin... ¡Quince mil dólares!

Estaba prácticamente pasmado y no pude evitar gritarlo. 

No comprendía por qué recibía tremenda cantidad de dinero por derrotar a matones de poca monta, pero era dinero fácil que es justamente lo que yo quería. ¿Para qué hacer preguntas?

Lo que si, me intrigaba saber cómo supieron que había ganado, dado que no podía verse a nadie por los alrededores. Es ahí cuando miré más detenidamente los muros donde estaban puestos los reflectores y justo en eso me percaté que también habían varias cámaras de vigilancia. Sabiendo que me estaban viendo, expresé mi gratitud con un guiño y una sonrisa coqueta.

-Gracias y adiós.

Sin más motivos para quedarme, me largué sin mirar atrás.

Ahora como el victorioso campeón tenía, como un pobre miserable, que regresarme de la misma forma en que vine. Eso es lo que habría ocurrido de no ser porque ahora tenía "Much money" así que mandé al diablo a los buses y me subí al primer taxi que apareció. 

-¿Para dónde joven?

Ante la pregunta del chófer, estaba por decirle mi dirección, pero todavía no estába cansado y quería festejar. 

-Dirígete al Distrito Green.

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Ya en el distrito, caminaba sin rumbo mientras fumaba y pensaba que hacer. 

-[Hmm~, tengo ganas de ir al arcade, al karaoke o jugar al billar, pero es medio aburrido si voy solo. Tch, a veces es difícil ser un lobo solitario].

En ese tiempo me averguenza decír que no tenía ningún amigo. Claro, tenía cientos de lacayos que con un solo llamado vendrían al instante, sin embargo, odiaba a los lambiscones y realmente no les caía bien, solo me complacían debido al miedo.

Esa fue una de las razones por las cuales no les pedía ayuda durante las peleas y al final me acostumbré a pelear en solitario.

En fin, otra opción que tenía era llamar a varías chicas. Prácticamente tenía los contactos de doscientas chicas ya sea de mi prepa, de otras cercanas e incluso de varias universitarias. El dilema, es que ya había "jugado" con cada una en más de un sentido. En el karaoke no íbamos precisamente a cantar y hablando de juegos arcade o el billar, no eran muy buenas o simplemente perdían a propósito para complacerme. Eso no me parecía divertido.

En cierto sentido eran igual que mis lacayos, con la pequeña diferencia de que ellos no me veían como un trozo de carne. Aunque la verdad no podía culparlas, aprendí varias cosas en mi trabajo de gigoló y mi técnica se volvió muy buena al punto de llamarme un maestro del sexo. 

Es gracioso, a los que conté esto, les pareció que nada más estába presumiendo y cuando fueron a preguntarles a algunas chicas con las que me vieron salir, ellas por vergüenza los ignoraron o los golpearon por preguntar temas privados, así que nunca supieron si era cierto o no. 

Ellas claro que tampoco me decían lo bueno que era, pero yo no era quien las arrastraba a un motel luego de nuestra cita. A veces nos dirigíamos directamente al motel. 

Como sea, volviendo al punto en cuestión, no creí que podría encontrar a alguien que solo quisiera divertirse sanamente y que tampoco le importara mí identidad.

-[*Suspiro*. Creo que fue un error venir aquí. Buscaré algo para comer y me iré a casa]. -Pensé con depresión mientras me dirigía hacia la cafeteria más cercana. 

Ese era mí plan, hasta que de repente mis oídos captaron problemas provenientes de un oscuro callejón. 

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