Capítulo 18 Castigo

Tal vez debería decirle la manera en que podía escapar de mí, de esa manera, él simplemente podría elegir, no es como que pudiera decirle que no, me asustaba. Las cosas siempre habían sido así, tal vez lo peor fue la vez de la horda, pensar que él los mandó solo me hería más, él quería ser libre y yo no se lo permitía, maldición. Esas fueron las veces más horribles, cuando él se deshacía de mí, pero esta vez no se lo permitiré, no saldrá jamás de esta mansión, así no se acercará ni siquiera a un policía.

Makoto

Mentiría si dijera que no me iba a ir con él, pero era antes de saber cómo era Aren. Escuché con dolor todo lo que decía de mí y Aren. Entiendo que lo diga de él..., ¿pero de mí? ¿Por qué me despreciaba tanto? ¿Pero por qué dice eso? No me gusta ser tratado mal, en cuanto me enterara de que Aren me hacía esas cosas, lo iba a dejar.

Él se retiró sin importarle nada más y me quedé a solas de nuevo. Cerré mis ojos ocultando mis ganas de llorar y me acomodé en esa cama. Miré a mi alrededor y solo había cosas para tortura y para evitar que huyera, pero esto..., siento que lo he visto antes, no parece que sea sorpresa. Momentos antes, Yoshiro me mantuvo aquí, pero, ¿esto pasó antes? ¿Por qué siento que no es la primera vez que sucede?

Me quedé dormido minutos después. Queriendo olvidar todo lo que pasaba, comencé a soñar: huía de varias personas que no me seguían, pero que iban al mismo lugar, yo quería detenerlos, pero no me escuchaban, al final se fueron y nunca supe que pasó, hasta que me enteré de que habían asesinado a alguien que yo amaba. Con el corazón roto y deseé reunirme con él en el más allá, sin embargo, eso no sucedió. Alguien más apareció en mi camino y creo que me asesinaron.

Un ruido me hizo despertar, supongo que era la puerta, me incorporé para mirar y vi a Yoshiro, ahí de pie, solo mirándome.

—¿Estás despierto? —preguntó.

—Yoshiro...

Quería hablarle de tantas cosas, que no sabía si iba a cooperar, se veía enojado por todo lo que yo dijera e hiciera. No sabía cómo ponerlo contento. Traté de parecer muy tranquilo y sereno para hacerlo tranquilizar.

—¿Podemos hablar?

Yoshiro

Estaba dispuesto a hablar con él, sobre todo hasta que verlo de nuevo me obligó a fruncir el ceño, no podía olvidar verlo con aquel chico y saber todo lo que le hizo. Era estúpido, pero parecía que no podría dejarlo esta vez, camine en silencio hasta la cama para tomarlo del mentón.

—Lo estuve pensando y sabes, por un momento pensé en dejarte, pero, estoy seguro de que puedo hacerte sentir mejor que él, te enseñaré como se debe llorar adecuadamente, tal vez de esta forma aprendas la lección.

Afirmé soltándolo y comenzando a arremangar las mangas de mi camisa y caminar a un mueble lleno de juguetes, después de un rato mirando las cosas me decido por una venda para los ojos, yo estaba sonriendo porque sabía que esto iba a ser divertido.

—Primero, supongo que deberías dejar de ver, para que todos tus sentidos entiendan de quien eres y a quien perteneces.

—O-oye... espera, ¿qué haces?

Camino de nuevo a él atando la tela sobre sus ojos, él se hizo ligeramente hacia atrás sin desear quedarse ciego.

—¿Por qué me pones esto? Oye…

—Silencio. Ahora, acomódate boca abajo y levanta tu cadera, empecemos esto.

Lo veo dudar y finalmente obedecer, se veía muy sexi fingiendo inocencia.

—Yoshiro, es que yo quiero hablar contigo... necesito que me escuches.

Ignoré sus palabras esperando a que siguiera mis indicaciones, se notaba nervioso, pero bien, si le gustaba ser tratado mal, al menos haría que disfrutara más estar aquí que en algún otro lado, iba a mostrarle cómo es que se hacen las cosas. Una vez que se acomodó deje caer mi mano sobre una de sus globos redondos con una leve fuerza solo para dejarle sentir mi principal idea. Su trasero se veía muy bien siendo marcado.

—¡Ay!

—Dime Makoto, del 1 al 10, ¿qué tan grave crees que es lo que hiciste? Piénsalo bien, no quisiera tener que decidir yo. Sé un chico bueno ahora.

—¿Qué? ¿Lo que yo hice?

—¿Acaso hay alguien más que me interesa aparte de ti?

Bajo mi mano por sus piernas para abrirlas antes de alejarme de su cuerpo para volver al mueble y tomar algunas cosas más procurando hacer ruido para activar su sentido del oído.

—Pues... ¿10? —dijo inocentemente.

Bufé y acomodé todo en la cama tomando de entre las cosas un líquido azul y dejarlo caer en su trasero.

—Te estoy escuchando, has dicho 10, suponía en un 5, pero quién soy para decir lo contrario.

—¿Qué es eso? —preguntó en un gemido.

—Es un afrodisíaco, verás qué bueno es... ahora, comencemos, irás contando por mí hasta llegar al 10.

Le ordenó dejando las dos primeras nalgadas en su cuerpo.

Makoto

Cuando escuché lo que dijo, me sorprendí... entonces solo me quiere a mí, ¿no?, ¿está obsesionado conmigo? Me gusta saberlo, que soy el único al que quiere y por el que comete todas esas locuras, no obstante, creo que eso es peligroso, me he dado cuenta ahora. Por celos me trajo a su casa y me encadenó a la cama. ¿Qué era esto que me ponía ahora?

—¿Un afrodisiaco? ¿Por qué...?

—Bueno, aun si te gusta que te lastime, yo podria ser un poco rudo contigo, sirve para animarte, Aren iba a ser peor, ni siquiera te permitiría sentir tu placer. Ahora, quiero que cuentes.

Sus susurros eran un gran motivador, yo estaba ciego, por lo que mis otros sentidos se hacían más agudos. Dios, este vampiro es tan sensual, mi cuerpo se mueve por sí solo y no puedo evitarlo. Todo lo que hacía, podía escucharlo y mis sentidos se asustaban. Respecto a lo que me dijo, ¿algo así existe?, ¿cómo podría impedirme mi placer? Pero deje de pensar cuando comenzó a darse paso bruscamente, iba más rápido, alterando y desordenando mis sentidos.

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