Capítulo 12 El regreso del exnovio

Yoshiro

Esto es malo, que su sangre me llame tanto es peligroso para él, no puedo matarlo, si lo llegase a hacer, él no volvería a reencarnar. Es una regla que aprendí gracias a otro vampiro, el cual no tuvo tanta suerte como yo. Lord Smith sufrió la soledad hasta su muerte, pues no existe mejor pareja que la destinada, desgraciadamente no pudo salvarlo cuando él mismo lo drenó sin querer.

Me alejé y sonreí, sin embargo, su cuerpo poco a poco perdía fuerza sobre mis brazos haciéndome alarmar en cierto grado.

—Diablos, tal vez me excedí, pero quien lo manda a pensar en otros mientras está conmigo.

Estaba desmayado, pero a salvo, con un descanso estará como nuevo para mañana, así nos veremos para pasar un buen rato juntos. Suspiro vistiéndonos y tomándolo en brazos para ir a su casa y dejarlo en su puerta. Era completamente seguro por aquí, así que no temía que alguien le hiciera daño. Había comido demasiado de él, pero aun así podía sentirme levemente débil, ¿acaso necesitaba más? Aunque no bebiera tanto de él, debía tener más cuidado, él era un humano al fin de cuentas.

Me recosté mirando al techo perdido en mis pensamientos hasta sentir una presencia no conocida en el pueblo, algo estaba entrando, odio a los forasteros, pero mientras no se metiera conmigo o con mis pertenencias estaría bien. Mañana iría a ver a Makoto para ver si había mejorado, tal vez lo debería dejar descansar un tiempo, no come bien y siempre está ocupado, tal vez tenía una salud mala, porque los humanos nunca dejan de estar enfermos a pesar de curarse.

Makoto

Me sentía muy cansado, no sabía si estaba muerto o solo dormido, pero lo comprendí cuando abrí mis ojos. ¡Estoy vivo! Pero, ¿y Yoshiro?

—Lo sabía...

Me dejó. Justo como sabía que haría, todos lo hacen. Una lágrima traicionera resbaló de mi mejilla, no podía creerlo. Me había enamorado de ese vampiro. Caí sobre mis rodillas y lloré amargamente.

—Siempre es lo mismo... Siempre…

Gruñía y lloraba sin poder considerarlo. Únicamente habían pasado unos días y yo... No podía irme, no ahora que ya iniciaron las clases. No por un imbécil vampiro me iré. Limpié mis lágrimas y entre a mi casa, listo para hacer mis deberes. Que otro se ocupe de la tienda, ya no necesito ir. Tenía muchísima hambre, pero no había comida, debo ir al pueblo aunque no quiera. Suspiré y salí, aunque me dolía el cuerpo, mi corazón dolía más. Será incómodo ver a Yoshiro de ahora en adelante, porque sé que lo veré. Maldita sea.

Ya tenía mi cena, la señora que vende siempre me regala arroz extra, ¿acaso me ve tan delgado? Bueno, siempre lo he sido. Extrañamente, sonreí regresando a casa, pero antes de llegar...

No... Imposible.

—¿Aren?

El maldito Aren está fuera de mi casa. ¿Cómo demonios me encontró?

—¡Vete! ¡Vete de mi casa! —grité. ¿Cómo se atreve a venir?

—Oh, ¿qué ya me olvidaste tan pronto? Ven aquí querido, déjame hacerte el amor como siempre —dijo de manera tan ridícula que quise pegarle.

—¡No!

Se acercó a mí, pero sintió mi olor, su cara pasó de lujuria a puro enojo.

—¿Te acostaste con ese imbécil?

Lo miré aterrado, ¿de qué estaba hablando?

—Suéltame Aren, no tienes ningún derecho a exigir nada, con quien yo me acueste es mi problema, ¡nosotros terminamos! ¡Vete, ya por favor!

Me solté de sus garras y entré a mi casa, puse seguro y milagrosamente se fue, él jamás me dejaba ir a menos que él así lo quisiera. Es un maldito, creo que lo escuché balbuceando cosas, pero no le presté más atención. Suspiré al verme a solas, al menos sé que no entrará, será una molestia si sigue por aquí. Yo me fui de la ciudad para centrarme en la carrera y para olvidarme de él. Ahora debo lidiar con su fantasma que volvió, yo no estuve bien por su culpa. Mejor me doy una ducha. Necesito dormir bien esta noche para tener fuerzas y evitar a Yoshiro. No tenía idea que estaban afuera a punto de tener una pelea, solamente me dormí.

Al día siguiente, me levanté con pocas ganas de vivir, pero debía hacer algo con mi vida. Me bañe y luego a vestirme, agarre cualquier cosa del armario y salí para la universidad, de nuevo iba a trabajar en la tienda y no tenía muchas ganas de ir, ya que ahí… Yoshiro y yo… mejor lo olvido ya, no es bueno para mí seguir pensando en él.

—Buenos días Makoto, espero que no te desaparezcas hoy —dijo mi jefe, aunque estaba sonriendo, sé que está algo molesto. Le devolví la sonrisa y negué, eso no sucederá de nuevo.

—Estoy mejor, descuida.

Me quedé en mi puesto, en la tienda de la universidad y comencé a capturar información. Siempre en las mañanas había pocos estudiantes, salvo por los grupos que a veces hacían dinámicas aquí, era lindo verlos, siempre despreocupados por los asuntos banales que rodean a muchas personas. Después tengo que asistir a clase y tratar de organizar mi vida.

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