Capítulo 4 Acosado por un vampiro

Makoto

Tenía un presentimiento que persistía en el aire. No sabía cómo describirlo, pero deben ser ideas mías. Me acosté dispuesto a dormir y tardé un poco en conciliar el sueño, era eso lo que me distraía. "Por favor ya duerme" Tengo cosas que hacer mañana y una de esas es trabajar en la tienda y mandar al chico a dejar las cosas, pues ese hombre me dio algo de miedo. Comencé a dormir al fin. En sueños, me sentía mucho mejor, podía ser quien yo quería y donde quería, era un sueño lúcido, sin embargo, todo cambió en un segundo. Comencé a sentir una especie de sensación embriagadora, muy excitante, de la cual no podía resistirme. Era como si mi cuerpo ya no me perteneciera, sino que solo cumplía órdenes. Pude escuchar a alguien hablando, pero eso era completamente imposible, nadie podía estar aquí conmigo en mi sueño perfecto. Yo continuaba sintiendo una agradable sensación en mis piernas y luego mi corazón comenzó a palpitar más rápido. Comencé a hiperventilar, de un lado a otro. Empujé mis caderas hacia el frente e hice puños con mis manos, sujetando las inocentes sábanas. No sabía por qué tenía un sueño húmedo, pero me gustaba. Ladeé mi cabeza a un lado, arqueando mi cuerpo, necesitaba más, necesitaba acabar. Lo que sea que estaba pasando, me gustaba, quería más. No sabía qué tipo de sueño era este, pero quería continuar.

Sentí liberarme en sueños, esto se sentía muy real. Pronto mi sueño cambió a algo más tranquilo y dejé toda sensación de lujuria. Sin embargo, en mi mente estaba ese hombre, el que se parecía a mi ángel salvador. Su rostro, su sonrisa e incluso aliento, pude sentirlo tan real. Mi corazón continuó latiendo como loco.

Yoshiro

Mantuve mi ritmo notando su cuerpo tensarse bajo mis manos y boca, indicando a no detenerse hasta lograr que se liberara en mi boca. Bebí todo lo que pude antes de soltarlo y volver a intentar acomodar su ropa con una sonrisa.

—Gracias por la comida.

Susurró para él antes de salir por la ventana, notando el amanecer.

La mañana había llegado y yo me sentía como hechizado, tenía la necesidad de ir por él, quería más de él, todo de él para mí, monopolizarlo y hacer que él también sólo necesitara de mí. No sé por qué o cómo, pero al abrir los ojos me encontraba en lo que parecía su escuela esperando a verlo en la entrada.

—Supongo que ser paciente no es lo mío.

Por supuesto que no, la última vez que traté de ser paciente, terminé asesinando a un par de personas solo porque pusieron cara de idiotas. Mi amado chico no llegó y tuve que buscarlo hasta el infierno.

Entré tras de él en silencio jugando con alguno que otro producto del estante esperando a que se quedara a solas, por favor era otra tienda, pero esta vez en el campus, ahora resultaba que todos querían estar aquí, maldita sea.

Makoto

A la mañana siguiente, me desperté muy energético, me sentía algo…, extraño. Toqué mi cuerpo y no vi nada fuera de lo normal, más que mi problema de las mañanas como siempre. Por lo que fui a darme una ducha y me ocupé de ese asunto. Extrañamente, pensé en ese señor Yoshiro, su mirada era tan seductora que costaba respirar. Sonreí como tonto cuando hube terminado de tocarme y termine de bañarme. Y no, no suelo hacer esto por las mañanas, apenas tengo unos minutos para desayunar.

—Estoy listo para ir a la universidad, diablos, ¿en dónde están mis llaves?

Me arreglé frente al espejo y me fui corriendo. Llegué súper temprano, me daba tiempo de adelantar una hora de mi trabajo en la tienda de la universidad. Sí, tengo dos trabajos, los necesito para pagar la colegiatura y todo lo demás. No es barata la facultad de medicina y peor aún cuando me gasté absolutamente todo en el viaje que decidí hacer hace un par de años, no sé por qué, supuse que el dinero me rendiría para toda la vida. Ahora me encuentro en una tienda de 24 horas, en donde yo trabajo cuatro horas al día y después me voy a la otra tienda.

Nuevamente, tuve esa sensación tan profunda que me hacía sentir bastante observado, mi piel se erizó y negué con la cabeza. Debe haber malas vibras cerca de aquí.

—Makoto debo hacer un llamado, ¿me cubres 5 minutos?

—Claro, está bien siempre que no tardes, tengo clase.

El encargado se fue y me senté en su silla. Él sí trabaja aquí, por lo tanto, no padece de dinero, no como yo. Ahora que recuerdo olvidé traer dinero y me fue muy fácil borrar mi historial de cobro, porque ya debía algo de dinero. Soy algo tramposo, pero aquí no me pagan horas extras. Atendí a varias chicas que compraron su desayuno, entre risas y despedidas, el ruido se hizo ameno.

Justo cuando comenzaba a jugar solitario, siento una presencia. Es parecido a, ¿Yoshiro? Él entró al establecimiento y era imposible no mirarlo. Su presencia de verdad era muy notoria, demasiado impresionante.

—Señor Yoshiro, ¿qué hace aquí?

—¿Otro trabajo? ¿Dos no son mucho para un estudiante? No deberías excederte.

Su sonrisa burlona y sus ojos me dejaban petrificado, no sé qué tenía o qué hacía en mí, pero, yo sentía esto como un acoso.

—Usted.

Ignoró mis preguntas, así que ignoraré las suyas. No tengo por qué darle explicaciones a un extraño… por más guapo que sea.

—¿Le puedo ayudar en algo?

Tan siquiera sé si tiene un pase para la facultad, no es estudiante de aquí.

—Muéstreme su credencial de estudiante, por favor.

Podrá ser el cliente estrella, pero aquí es la universidad. Este lugar es muy seguro, no cualquiera puede entrar y salir como guste.

—¿Se necesita una credencial? Vaya, las cosas cambian mucho. Bueno, hasta donde recuerdo las universidades eran públicas. Pero, puedes ayudarme en algo importante, necesito comer, lo de anoche no fue suficiente.

—¿Cómo cambian las cosas? ¿Cómo dice?

Lo vi acercarse al mostrador, se acercó demasiado a mi rostro, incluso pude sentir su aliento… el olor era conocido. Sin embargo, eso no fue lo que más me impactó. Estoy intrigado. ¿A qué se refiere con lo de anoche? ¿De qué….?

Oh no. Lo de anoche fue….

—¿P-porqué dice eso?

Me puse muy rojo y empeoró cuando me mostró sus colmillos largos. ¿Qué diablos era este chico? Todo esto me estaba tomando por sorpresa, a tal grado de hacerme volver loco.

—Y-yo… debo llamar a seguridad.

Agarré el teléfono y comencé a marcar a la caseta de seguridad de la entrada, no sé cómo han dejado entrar a esta persona.

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