Paralizada (Parte 2)

¿Eh? ¿Dónde estoy?

Miró alrededor de mí y veo que estoy sola en medio de la nada, ubico que es un bosque y la niebla que está presente es escasa, al parecer no hay nadie más…

Estoy sola en este lugar, hace frio y no puedo distinguir nada, ni siquiera un camino. Tal vez debería de caminar hacia enfrente y a lo mejor encuentre una salida.

– Elisa… Elisa… Elisa

Alguien me ha llamado, ¿De dónde proviene esa voz?; estoy de pie desconcertada y tengo mucho frío e inmediatamente me cubro con los brazos a mi alrededor.

Este escalofrío recorre mi piel que me hace temblar enseguida. ¿Quién me habrá llamado?

Esa voz es de un hombre. Pero no veo a nadie aquí.

¿Qué pasa?

– Me has olvidado Elisa… Te has olvidado de mí…

De nuevo esa voz

¿Quién será?

Vuelvo a fijar la vista a cada lado de mí pero la niebla es un obstáculo, no me deja ver más allá; quiero hablar, saber quien es esa persona pero algo me impide que mis palabras se queden a medio camino, abrí mi boca para hablar, lo intento, no sale ningún sonido ni palabra es como si estuviera muda.

Me siento muy confundida y frustrada.

No quiero estar aquí.

Tengo miedo, me siento débil, cada vez el frío va invadiendo mis pies, mis dedos casi no los siento y bajo la mirada noto que estoy descalza, solo tocando el suelo con mis pies al aire libre, distingo que llevo puesto un vestido, que raro, no me gustan los vestidos. Entonces, ¿Por qué tengo uno ahora mismo?

No lo comprendo.

También me cuestionó quién podrá ser esa persona que me llamará por mi nombre, ¿acaso es alguien que conozco? O él me conoce a mí. Me da pánico saber que estoy sola en este lugar y no veo a nadie más excepto por escuchar esa voz extraña.

– Jajaja me encanta tu miedo

Ah otra vez…

No de nuevo por favor, ¿Qué significa esa frase?, y mucho más esa risa tan siniestra y rara que hizo eco en todo el lugar, que me erizo la piel en un segundo.

Quiero hablar pero es inútil, ¿Por qué no puedo?

El miedo que siento se hace más grande, que era imposible estar de pie, me baje poco a poco, temblorosa y me coloque en sentadillas con la cabeza baja. Tengo mucho más frío que hace un momento y miedo y el pánico me pusieron vulnerable, difícil de procesar lo que sucedía.

Tengo ganas de llorar a causa del miedo. Si, llorar es lo que siento en este segundo, una forma de ser liberada de esta presión en mi interior. Todo se mezclaba, todo era un caos en mi mente. Me siento débil y sin fuerzas. No hay salida, no puedo distinguir nada más que solo los grandes árboles en conjunto. Me tiemblan las piernas de una forma descontrolada, sigo cabizbaja preguntándome a mi misma qué hago aquí…

– Tendré que castigarte mi querida niña

– Basta, basta, basta por favor. No quiero oírte más…- murmure en voz baja y me sorprendí al escuchar mi voz, al oír mis propias palabras de debilidad, un miedo que se reflejaba en mi voz, tan débil y rogando por no escuchar más esa temible voz y siniestra que sentí al escuchar tales palabras.

Y de inmediato sentí algo en mis mejillas correr y apenas levante un poco mi rostro para tocarme… Me confundí al sentir humedad en las mejillas y era claro que estaba llorando, mis lágrimas habían brotado sin darme cuenta y no podía creerlo.

Me quedo perpleja y era inevitable llorar, seguía llorando en voz baja, lo único que percibía era ese frío tan penetrante que era difícil pensar con claridad.

Sigo en la misma posición, mis piernas ya no aguantan el peso de mi cuerpo, me quedaba sin fuerzas, traté de tranquilizarme un poco, mis lágrimas poco a poco se iban deteniendo, quería moverme pero no podía, simplemente me inmutaba a dar un solo movimiento.

Parpadeé un par de veces, mis ojos estaban llorosos aún, me limpie con los dedos los ojos e inmediatamente guíe mi mirada hacia el frente, ah no, la niebla se estaba abrumando más y más, que era imposible ver ahora los árboles, todo es color grisáceo, no puedo ver nada; esta vez no hay una posibilidad para buscar una salida.

El pánico volvió apoderarse de mí, ya no quería llorar, temía que algo sucedería en esta extraña niebla, que me cubrió por completo. También por aquellas palabras que escuchaba, de esa voz tan grave y siniestra que provenía de algún lado de aquí, y mucho más esa risa tan espeluznante que hizo eco sobre mí.

Todo es extraño, ¿Quién sería ese hombre tan misterioso que se dirigía hacia mí?

– Dios mio… – murmure con las manos cubriendo mi rostro, no soportaba esta incertidumbre, estaba aterrada y confundida, mi corazón latía a un ritmo descontrolado, temblaba de pies a cabeza.

Quería salir de este lugar, encontrar una salida pero ahora la niebla me lo impedía totalmente, moví mis manos de mi rostro, senti mis párpados cansados, me molestaba ver y parpadear.

Ya no soportaba el dolor de mis rodillas, necesitaba ponerme de pies lo antes posible.

De repente sentí algo sobre mi, algo está detrás de mí, era como si alguien hiciera presión sobre mi espalda, no me moví para nada y el terror se apoderó de todo mi ser, algo me tocaba, no percibía exactamente que era, una respiración, ese sonido que sentí sobre mi cuello que me erizo la piel y que instintivamente quería voltear, ver que era lo que estaba ahí atrás, a unos milímetros de mí pero…