...recuerdos...
La oscuridad se había apoderado de la ciudad, los faroles apenas podían cortarla, el frío era insoportable pero Johan tenía que ir a disculparse con su amigo, las calles solitarias eran tenebrosas pero al azabache no le importaba recorrerlas con tal de ver a Andy. A Johan no le quedaba nada pero si tenía a su amigo entonces sería fuerte, si tenía a alguien que lo quisiera entonces podría dejar de llorar, nada le importaria, nada temeria, ni el frío, ni el hambre, ni la oscuridad, ni a los monstruo, permanecer en el corazón de su amigo le daría fuerzas, le daría un lugar cálido al cuál pertenecer.
Johan limpió sus lágrimas con las mangas de su saco y empezó a trepar la cerca de la mansión donde vivía Andy, debía escabullirse a la habitación de su amigo para hablar con él. Desde la pelea que tuvieron había pasado un día, Johan lo había esperado toda la tarde cerca del río pero nunca llegó, sus peleas siempre eran cosa de horas, incluso minutos pero está vez el azabache había sido muy duro con su amigo era muy probable que aún siguiera molesto.
Era noche de luna nueva, Johan apenas podía caminar sin caer, las sombras de la noche lo seguían, tenía miedo, pero encontrar a su amigo le daba coraje, valentía, fuerzas, porque estaba seguro que si lo encontraba todo valdría la pena.
Se adentró el sombrío jardín que parecía estar vivo, los árboles silbaban y los arbustos gruñían, la parpadeante luz de los gastados focos de decoración apenas le dejaba distinguir el camino, rodeó la casa y con suavidad giró la perilla de la puerta trasera. Estaba abierta
La casa estaba cercada y tenía alarma de seguridad, era normal sentirse seguro en esa mansión como para dejar las puertas abiertas aunque no era tan seguro puesto que dos astutos niños se las habían arreglado en burlar la seguridad varías veces.
Entró a ciegas a la casa, tanteó las parederes asegurándose de no chocar con nada y seguir el camino correcto, a pesar de la oscuridad le era imposible perderse, el azabache había recorrido muchas veces esos pasillos.
Llegó a la habitación del castaño y entró lentamente, el titilar de la luz LED roja de la PC descompuesta días atrás era lo único que permitía ver a través de la espesura de la oscuridad, la silueta durmiente de un pequeño cuerpecito yacía recostada dentro las blancas sábanas, el silencio sepulcral de la habitación permitía escuchar los latidos del corazón desesperado del pequeño azabache. Se acercó lentamente susurrando "Andy ¿Estás despierto?" Y como si lo hubiese estado esperando por él la silueta se levantó.
- Andy... Yo... Perdón, no debí decirte eso, yo me equivoqué — las palabras del pequeño niño eran sinceras pero desesperadas, tenía un nudo en la garganta y las lágrimas estaban peligrosamente en los bordes de sus ojos, nunca había llorado ante su amigo, a excepción del día anterior, las lágrimas lo hacían sentir débil y ¿Como no? Si cuando lo hacía su padre lo golpeaba con más fuerza.
- ¿Que haces aquí? — Johan sintió su voz diferente pero todas las emociones que lo estaban desbordando no le dejaban pensar con claridad, estaba desesperado por el perdón de su amigo y solo en esa suplica se centraba todo su ser.
- yo... te estuve esperando todo en día en río, quería pedirte perd... — Johan quien se estaba acercando fué interrumpido por los gritos y almohadazos que el otro le propinaba
- ¡No te acerques!, ¡Lárgate de aquí maldito gusano!, ¡Todo esto es su culpa! — al terminarse las almohadas, el niño castaño se dejó caer sobre sus rodillas y lloró amargamente - ¿Por qué tengo que pasar por esto? ¿Que hice mal? — los quejidos del pequeño niño eran agonizantes ¿Que le había pasado al pequeño para sentir tal dolor?.
El azabache sintió el sufrimiento del niño en sus palabras, se sintió desesperado por consolarlo, aunque fuera solo un poco. Se acercó al desdichado niño y acarició su cabeza, el olor a sandía de su shampoo salió a flote y dejó una sensación extraña al pequeño Johan ¿Sandía? ¿No había dicho que prefería miel y manzanilla?.
El castaño rechazado las caricias del azabache con un manotazo.
- ¡Lárgate! ¡Lárgate! ¡Lárgate! ¡Eres un maldito pordiosero! — los gritos del castaño eran dolorosos para Johan pero quizás no tan doloroso a comparación de lo que él le gritó el día anterior, la parpadeante luz LED roja dejo ver el canal de lágrimas del desdichado niño pero no el brillo de sus ojos.
Johan salió de la habitación, ese no era el momento para hablar, si no se detenían los gritos del castaño despertaría a todos y sería hechado a la fuerza de esa casa.El pensamiento de que si le daba tiempo todo se calmaría y volvería a la normalidad lo tranquilizaba.
Salió de aquella mansión y la miró con desdén, sentía que parte de su corazón se había quedado ahí, el azabache cruzó las tenebrosas aceras en la oscuridad pero está vez ya no temia, la sensación de vacío en su corazón era más grande que el miedo a fantasma y asesinos.
Llegó a su guarida secreta, la vieja bodega de una escuela, contaba con muy poca seguridad, prácticamente estaba abandonada pero seguía siendo parte de la escuela, entró por una de las ventanas rotas y se acurrucó en medio de las estropeadas colchonetas para evadir el frío. Las horas pasaron, quiso dormir pero el sueño no estaba con él.
Se levantó y hurgó cada rincón de la bodega, encontró una mochila polvorienta debajo de algunas alfombras viejas, dentro de esta tenía algunos cuadernos desgastados, pinturas, marcadores secos y esferos. Una gran idea apareció en su cabeza, le haría una carta y se la dejaría en el buzón, así obtendría su perdón.
Con la luz que empezaba a emerger del horizonte se puso a escribir dentro de una de las hojas más limpias que encontró, en los extensos párrafos frecuentaban las palabras perdóname, no quiero perderte y te amo. Un te amo sincero y puro, un te amo que significaba «anhelo tu felicidad y bienestar» porque eso significa amar.
El azabache esperó con ansias el salir del sol pero en medio de su espera Morfeo lo cubrió en sus brazos llevándolo a su mundo, el cálido mundo de los sueños.
Las horas pasaron y un hambriento estómago lo despertó, salió de la bodega y corrió en dirección a la casa de Andy, el caluroso sol hacía a su cuerpo desmayar pero el niño se resistía. Vió a lo lejos la mansión donde el castaño vivía y los malestares desaparecieron, se acercó al buzón con disimulo, sabía que un niño como él en un barrio rico sería acusado de ladrón fácilmente.
- ¿QUE HACES EN MI BUZÓN? — la voz histérica y chillona de Elena lo interrumpió
- yo... Solo quería dar esto a Andy — la carta hecha de hojas de cuaderno, dejaban ver claramente de que se trataba esa escena.
- Oh es eso... ¿No te lo contó? — la mujer lo miraba con desprecio al niño pero intentaba fingir aceptación, la hipocresía de Elena era evidente, pero no para un pequeño niño de diez años - llevaba algunos meses pidiendo estudiar en Alemania, dijo que quería estar lejos de algunas alimañas — Johan quedó en Shock, ¿Alemania? Eso era otro país ¿Quería estar lejos de algunas alimañas? ¿Se refería a él?. Dejó caer su carta al suelo y su cuerpo lo siguió, sus piernas parecían no aguantar su propio peso - se fué hoy en la mañana, es mejor que ya no vuelvas aquí — Elena dió la espalda al azabache que yacía en el suelo y entró a la mansión.
Johan sentía que el aire no entraba en sus pulmones, las lágrimas cayeron de su rostro como si de un río se tratase, sintió un agujero en su corazón y un nudo en su garganta.
«en ese momento no sabía que todo había sido un truco de Elena para evitar problemas con Alberto»
Nota: creo haber sido obvio pero el niño que gritó ¡Lárgate! a Johan no era Andy sino su hermano Leonel.
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Comments
Angi Jose
no se que paso con leo, pero me duele más Johan y Andy 💔
2023-02-03
1
bumbum
presiento que Leo tiene una historia triste que contar 💔
2022-06-30
1