...Recuerdo (Andy)...
El día dió paso a la noche, con ella al frío y oscuridad, la noche parecía estar de luto, calles sombrías casi desiertas llenaban el horizonte, los perros hacían una cadena de aullidos, incluso ellos parecían estar sufriendo en esa lúgubre oscuridad.
El pequeño niño castaño con las piernas temblorosas recorría esas calles con nada más que un mapa mal dibujado, su coraje y las ganas de volver a ver a su amigo, debía disculparse, se arrepentía de haberlo dejado solo con su dolor, se arrepentía de haber huido.
El ingenuo niño rezaba para no haberse equivocado al dibujar el mapa, rezaba para que su memoria sea lo suficientemente buena para poder regresar solo a su antiguo vecindario, rezaba para que una disculpa bastara para poder quedarse al lado de su amigo para siempre.
Ya había pasado horas desde su partida pero el trayecto era largo y el panorama había cambiado bastante al anochecer. Él nunca había estado fuera de casa y peor aún solo, era como una mascota a la que nunca sacaban a pasear, era como un animal que nunca pudo reprochar.
De vez en cuando los autos pasaban por la autopista pero ninguno se detenía a preguntarse que hacía un niño divagando en la calle a altas horas, era un acto reprochable pero justificable, no estaban en un país seguro donde se podía salir tranquilamente por las noches, pero el pequeño niño era ajeno a ese mundo, ajeno a la maldad, él no sabía a lo que se estaba exponiendo, él solo buscaba satisfacer las demandas de su corazón.
Andy amaba a sus padres pero también amaba a su amigo, había pasado casi la mitad de su vida con él, ¿ahora debían estar separados? ¿Por qué la vida para darle algo le arrebataba otra cosa de igual valor?.
- ¡Hey niño! — un grupo de alcohólicos que estaban sentados en la banqueta llamaban al pequeño niño. El castaño al ser criado de una forma tan estricta y autoritaria dónde nunca pudo opinar se había convertido en una persona muy sumisa, obedecía sin cuestionar a los adultos pero al ver a esos hombres un miedo sin igual recorrió su cuerpo. Algo estaba mal - ¿ QUE NO ESCUCHAS MALDITO MOCOSO? ¡VEN AQUÍ¡ — Andy no podía reaccionar, estaba paralizado por el miedo - ve, tráelo aquí — pidió el ebrio a uno de sus compañeros de copas y este se levantó de la banqueta para obedecer.
Andy quería llorar, a su corta edad nunca aprendió que era oponerse, nunca aprendió a decir que no. El recuerdo del azabache llegó a su mente, «no les debes nada a las personas que no conoces, no tienes que hacerles caso», el castaño era como un niño olvidado, nadie le enseño sobre el mal pero su amigo le había enseñado a no confiar en desconocidos.
El asqueroso ebrio se iba acercando más.
Andy entró en razón, debía huir, como un conejo acechado por un depredador, el castaño corrió por su vida, no miro atrás, dió vuelta en cada esquina que pudo hasta que por fin los perdió.
El corazón del pequeño parecía querer explotar, no podía ni siquiera estar de pie, las piernas y brazos del niño no dejaban de temblar, tenía miedo y tuvo más miedo al darse cuenta que estaba perdido.
Tenía los ojos hinchados por las lágrimas y la nariz roja por el frío, lucía como un perro perdido, sin un rumbo seguro, solo con la esperanza de llegar.
El castaño encontró las rieles del tren y las siguió, se dijo a si mismo que solo había una ruta, que no tenía que llorar, que cuando viera a su amigo todo estaría bien.
La suerte parecía estar de lado del dulce niño, a lo lejos logro reconocer la casa de su amigo aunque para ese entonces el sol ya estaba empezando a aparecer. Corrió con todas las fuerzas que le quedaba, era como ver la luz en la oscuridad, era como el oasis en el desierto, era como la miel en un río amargo.
El castaño nunca imagino que ver una mediagua cercada con alambre de púas y un patio lleno de chatarra lo haría tan feliz.
El impaciente niño se escabullo por medio de los alambres y curioseó el alrededor, la puerta estaba abierta, dentro de la pequeña casa estaba un enorme hombre durmiendo en un sofá individual, el televisor estaba encendido, la imagen producida era casi irreconocible por la mala señal de la antena, el suelo estaba lleno de latas y botellas de cerveza. El castaño tuvo ganas de vomitar al sentir el hedor asfixiante de alcohol y tabaco que salía por esa pequeña puerta.
Andy husmeó por las ventanas, no podía arriesgarse a entrar a esa casa, el ingenuo niño comparaba a ese hombre con un hambriento oso. Sabía que era peligroso entrar.
No había mucho que revisar en ese reducido lugar, Andy estaba decepcionado, no había señal de que su amigo estubiera ahí. Debía buscar en otro lado.
El castaño temió al ver al enorme hombre salir de la casa, los pies del niño se hicieron torpes, intentó correr pero cayó con la chatarra que estaba tirada por todas partes, la espantosa bestia se acercó gritando "dónde está mi cerveza", Andy se arrastró por el suelo intentando escapar pero su ropa se había enganchado en el alambre de púas, el hombre alcanzó el pie del niño y se burló como si de un juego se tratase.
El pequeño niño estaba aterrado, la cara hinchada por el alcohol, sus dientes amarillos y grises, su barba larga y descuidada manchada de alguna sustancia viscosa y el hedor que desprendia lo hacía lucir como un demente, un demente con el que su amigo convivía.
Con lágrimas en los ojos pataleaba desesperado, solo tenía que sacar su pie para ser libre pero la bestia que reía como demente no soltaba el agarre.
En un intento desesperado Andy agarró tierra en su mano, se la tiró en la cara y jalo con fuerzas su pie, lastimó su pierna con el alambre de púas y perdió un zapato pero logró zafarse .
Sacó fuerzas hasta en donde no tenía y corrió hasta llegar a casa de su tía, el asustado niño cruzó la cerca haciendo sonar la alarma de seguridad. Se dejó caer en el jardín y empezó a llorar, su cuerpo no paraba de temblar, el frío y miedo cubrían al pequeño niño.
Elena salió asustada de la mansión, estaba tapada con una bata de seda carmesí, tenía su cabello enmarañado y una expresión de desconcierto.
- niño tonto ¿Que hacés aquí? — Andy quería hablar pero no podía, las palabras no le salían, se estaba hiperventilando - ¿Regresaste a buscar a ese niño? — Andy asintió pero seguía llorando, el castaño era tan solo un niño, un niño que había crecido dentro de una burbuja.
Elena siempre había sabido que Andy se escapaba para jugar con Johan pero nunca le había importado ¿Por qué lo haría? Ni siquiera era su hijo.
- ppero... No lo encontré — el castaño limpió sus lágrimas con sus mangas pero estás seguían saliendo.
- no lo encontraste porque está muerto — el niño parecía haber olvidado respirar, "está muerto" resonaba en su cabeza pero no entendía o no quería entender que es lo que su tía le decía - ayer lo encontraron cerca de las vías del tren, fue todo un escándalo — a Elena no le importaba lo que Andy hiciera pero no quería estar involucrada, si el niño se perdía por intentar regresar solo por Johan, un niño pobre que seguramente crecería para ser un delincuente, estaba segura que Alberto no la perdonaría.
- ¿Muerto? — Andy estaba en shock, el miedo había desaparecido dejando en su lugar un agujero en su pecho. Ya no sentía frío, sentía dolor.
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Comments
Angi Jose
que crueeel🥺💔💔😠
2023-02-03
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