...Andy...
Las aves picoteaban la ventana del castaño, parecían querer despertarlo, pero este se resistía. No quería levantarse. El cansancio le hizo aplazar dos veces la alarma, sus energías aún no se habían recuperado pero no podía seguir durmiendo con tanto ruido, ni siquiera había tenido tiempo para pensar en su situación y los recuerdos transformados en sueño solo le daban algo más en que pensar.
Se levantó, se acercó a su ventana y vió de cerca a las aves que picoteaban, ellas no podían notarlo por el vidrio reflejante réflex. Al castaño le encantaba ver las cosas hermosas, llenaban su corazón de felicidad. No le importaba que las aves se apoderaran del manzano que plantó en el jardín hace tantos años, con tal de verlas.
Al castaño le dió hambre. No podía quedarse sin desayunar, pero en ese lugar se sentía como un extraño ¿Era más correcto bajar o esperar a ser llamado? Sacudió su cabeza. Debía dejar el mal hábito de sobre pensar tanto.
Salió de la habitación, cruzó los pasillos y bajó las escaleras. Su padre estaba sentado en la sala principal leyendo el periódico.
— buenos días, papá...
— buenos días, ven siéntate a mi lado, quiero hablar contigo — Alberto dejó el periódico de lado y miró su reloj, calculando el tiempo. Al ver está escena, cualquiera podría notar de dónde sacó Andy su forma de vestir, su viejo padre lucía impecable — tengo quince minutos, así que seré rápido— Andy asintió — ¿POR QUÉ TE FUISTE A VIVIR COMO UN MISERABLE?
Andy no pudo evitar bajar la cabeza. Nunca había sido gritado, nunca había dado razones para hacerlo. Nunca se había metido en problemas. Había hecho todo lo posible para no molestar a sus padres, para no ser una carga.
— papá yo... — Alberto abofeteó con fuerza a Andy. El castaño nunca había sido golpeado por su padre pero no sintió tristeza, solo un vacío en su corazón ¿Que había hecho mal?
— ¡no tienes ninguna justificación! — Alberto fregó sus sienes y mandó sus cabellos canos para atrás, respiró profundo y agarró a Andy de los hombros — quiero que seas más consciente de lo que estás haciendo.
— papá estoy bien y estuve bien, de verdad — Andy sabía que no servía de nada preocupar a su padre en vano.
Las últimas respuestas de Andy parecían aliviar un poco al cansado hombre, Alberto abrazo a su hijo con fuerza reconfortadora.
— vuelve a casa, te compraré un departamento cuando empieces el siguiente semestre — aquel hombre canoso buscó en su billetera y sacó una de sus tarjetas — ten, para que no tengas que pedirle dinero a Elena.
— ¿papá cuánto tiempo te vas a quedar? — Andy no quería compartir el mismo techo con Elena y sabía que ella tampoco. Solo debía aguantar un tiempo más. Aunque le pertenecía gran parte de los bienes por herencia de su madre, no podía enfrentarlos ahora. Él estaba decidido a volver cuando pudiera hacerse cargo de la empresa familiar.
— no mucho, debo ir con Elena a la casa de mis padres para convencerlos que nos ayuden con algunos negocios, por eso quiero que te quedes y pases tiempo con tu hermano que regreso de estudiar. — miró nuevamente su reloj — Preguntaste por Francia ¿Por qué no van juntos de viaje estás vacaciones.
— no puedo, debo trabajar...
— ¡basta! Si quieres trabajar trabajarás en nuestra empresa, ¡De la que te vas a hacer cargo! — gruñó Alberto. Elena quién había escuchado la conversación salió de las sombras y trajo a Leonel con ella.
— cariño, Leo puede hacerse cargo, además él también quiere trabajar. Está a punto de graduarse. Le servirá mucho familiarizarse con la empresa para cuando él la lidere — Leonel lucía indiferente. Él prefería pasar en Francia, había estudiado toda su vida. Las vacaciones eran lo único que le confortaba.
Alberto estaba dudoso, nunca le deja intervenir en la empresa, aunque está vez no podía rechazarlo. Sentía preferencia por Andy por ser hijo de su amada esposa, sin embargo Leonel era su primer hijo y su mamá era la gemela de esa esposa.
— no quiero, no tengo la capacidad para hacerlo, además no quiero que me vean como el hijo del presidente — respondió Andy ignorando a su tía.
— ¡si te ven como el hijo del presidente es porque eso eres! Pero te entiendo, nadie lo sabrá, cada centavo que te ganes ahí será por tu propio esfuerzo. Victor mi asistente hablara con ustedes — Alberto revisó por última vez su reloj, ya no tenía más tiempo.
La empleada intervino torpemente, no sabía cómo interrumpir la discusión.
— Señor... Discúlpeme, pero la señorita Lucía ya llegó a recoger al joven Andy — Alberto se enfureció. No podía permitir que su hijo fuera una carga para los demás.
— Aunque sea tu novia no puedes permitir esto. Tú eres él que debería ir a recogerla ¿Que van a pensar los demás? ¿Qué estamos en la rutina? — Aquel hombre canoso buscó en su chaqueta nuevamente, sacó unas llaves y se las entregó al castaño — hasta mientras usa mi carro.
— Querido, no te preocupes, Andy puede usar el mío, después puedes comprarme otro — Elena nunca le entregaría el auto a Andy, prefería mil veces venderlo, pero Andy ya lo sospechaba. Alberto no hizo caso al comentario de su esposa, salió de la casa y ella lo siguió.
Los dos hermanos no habían visto en años a su padre y la ausencia de él era normal, tanto que habían olvidado despedirse.
— Andy quiero que me digas la verdad ¿Lucy es tu novia? — Leonel estaba impaciente por su respuesta, a él siempre le había gustado Lucia pero ella siempre era distante.
— No - es - asunto - tuyo — Andy artículo muy bien cada palabra para burlarse de su hermano. Leonel enloqueció y lo enfrentó.
— ¡¿Estás decidido a quitarme todo? ¡La empresa, mi padre, mi madre y ahora... Incluso a quien más quiero... — Leonel había sido mandado al extranjero desde muy pequeño. En el pasado su padre y Emely, su tía, estaban comprometidos. Elena logró engañar a su padre haciéndose pasar por Emily y así había nacido, pero eso no separó a los enamorados. Leonel solo acumulaba rencor, había sido mandado lejos y cada vez que regresaba, sus padres no dejaban de hablar de Andy.
El hermano menor no se había dado cuenta que eso le afectaba tanto a su hermano y no pude dejar de sentirse culpable.
— no es mi novia, dile que entre mientras yo me cambio — Andy no tenía idea que a su hermano le gustara tanto.
— déjame llevarla a la universidad, seré un buen chico, lo prometo.
— tampoco seas tan descarado — Leonel nunca había sido tan insistente con él, siempre era ignorado y despreciado por su hermano mayor, Andy no pudo resistirse — yo no puedo decidir por ella — el hermano mayor sonrió y salió corriendo a buscar a Lucia.
Su amiga y su hermano se habían marchado. Lucia había dejado su auto para que Andy lo llevará, y este no pensaba en usar el carro de su padre, le gustaba mantener el perfil bajo y ese carro gritaba " ejecutivo importante" o " mafioso "
Llegó a la universidad en el auto de Lucia. Al bajar sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, Alex lo asesinaba con la mirada. El castaño sabía que debía hablar con él.
— no tenías dinero ¿No? — dijo denotando su sarcasmo — ese maldito celular me contestó 800 dólares, ¿sabes cuánto ahorre para conseguirlo? A nosotros los pobres no nos cae el dinero del cielo.
— no sabía que era tuyo, pero te lo devolveré — el pelirrojo le entregó el celular destrozado — si no tiene reparación te compraré otro mañana.
— ¿Estás presumiendo tu dinero? — Andy había retrocedido en él tiempo cuando él dinero no era un problema. Se sintió miserable. Él ya había conocido la pobreza.
— Hola ¿Eres amigo de Alex? Tienes unos ojos muy lindos ¿Me das tu número? — intervino Carlos pero Andy no le prestó atención por ver a lo lejos a Johan acercarse, solo pudo pensar en alejarse lo más rápido posible.
— mañana hablamos — Andy quiso huir pero el rubio lo detuvo.
— entonces ¿si me das tu número?
— si, pero ahora estoy ocupado — el castaño no quería toparse con el azabache. Solo pudo decir "si" para poder alejarse.
Andy ni siquiera había podido pensar en lo que pasó ayer, no sabía cómo reaccionar, no sabía que decir ¿Debía estar molesto? ¿Debía ignorar lo que pasó? ¿Debía disfrutarlo?
El castaño recibió un mensaje de Luis que decía " te necesito en la bodega" Andy lo leyó y obedeció.
Los estantes de la bodega estaban completamente llenos, Luis estaba dentro controlando el inventario.
— ya estoy aquí — el castaño recordó la pequeña discusión que tuvieron y no supo como enfrentarlo — Luis perdóname, yo ayer...
— eso no importa, necesito que termines de hacer el inventario de aquí, verifica las cajas que están arriba — a Luis se le escuchaba distante, pero Andy no se atrevió a decir nada más.
Luis le pasó un pequeño banco para alcanzar fácilmente las cajas, el castaño aún incómodo subió sobre la silla y empezó con el inventario.
— ¿tienes algo que hacer después? Si no tienes... Vamos a tomar algo — Andy quería hacer las pases con su amigo. Era como su hermano mayor. Cuando había sufrido bullying en la escuela porque su mamá estaba "loca", Luis lo había defendido y le había enseñado a defenderse. El pelinegro era la razón por la que Andy aprendió artes marciales y por la que conoció el tennis.
— Ahora mismo estoy más ocupado que nunca, pero... Antes de que terminen las vacaciones, tú, mi hermana y yo deberíamos ir a algún lado — Andy asintió, su amigo no estaba molesto, solo lo estaba sobre analizando todo de nuevo.
Luis notó que la parte trasera del pantalón del castaño estaba de tierra, era de esperarse, el poco personal que ayudaba no podía ser capaz de limpiar toda la bodega.
— Andy tienes tu pantalón de tierra, déjame limpiarte — Andy asintió.
Luis sacó su pañuelo y empezó a restregarle en la parte sucia pero un fuerte estruendo lo asustó .
Johan había dejado caer una pesada caja al piso, un gancho que sobresalía de esta lo había lastimado, su mano estaba sangrando.
— ¿Estás bien? — Luis corrió a ver al azabache, Andy al notar a Johan se impresionó tanto que tambaleó de la silla y cayó al piso. El castaño pudo notar la sonrisa ladina del azabache al verlo en el piso.
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