...Encuentro...
Andy vió la hora en su viejo reloj de mano, tenía menos de cuatro minutos para llegar a dar el examen. Se preocupó. Corrió por los pasillos vacíos hasta llegar al salón. Su velocidad hizo que le fuera difícil frenar siendo arrastrado centímetros más lejos de la puerta.
Sin querer, llamó la atención de todo el salón. Sus compañeros ya estaban dentro con una hoja vacía y el examen volteado, dejando ver solo la parte no impresa.
— i-ingeniero, disculpe — interrumpió Andy agitado.
— entra solamente con una hoja y esfero.
Andy sonrió incómodo ante las miradas y empezó a buscar en su maleta, sacó rápidamente la hoja pero al buscar el esfero se dió cuenta que no tenía uno. Empezó a sentirse nervioso, lo había perdido en el incidente que había tenido minutos atrás. Rebuscó más en su maleta, pero todo lo que pudo encontrar fue un lápiz.
Entró en silencio, se sentó y recibió el examen.
El castaño sabía que no era viable resolver el examen con lápiz, los ingenieros advertían que no podrían apelar por una recalificación al realizar un examen con lápiz por su fácil manipulción.
— bueno, como saben, la deshonestidad académica es un delito muy grave, así que espero que se abstengan de hacer trampa — advirtió el ingeniero antes de ser interrumpido por una llamada en su celular, la cuál no dudo en salir del salón para contestar.
Andy tomó esa oportunidad para pedir un esfero a sus compañeros de alrededor, pero lamentablemente nadie tenía, o por lo menos nadie quería prestarle uno. Con la angustia a tope, intentó convencerse de que era por la primera opción. Después de todo, ¿quién llevarían más de un esfero a un examen? ¿verdad? y peor aún ¿quién sería lo suficientemente estúpido para no llevar su propio esfero en una evaluación tan importante? El castaño se lamentó sobre su mesa dejándose caer sobre ella.
Resonaron los pasos de alguien entrando al salón, pero Andy no le prestó atención, estaba muy ocupado lamentando su torpeza.
El profesor Martín entró seguido de Johan, él iba a ser el encargado de tomarles el examen.
El azabache observó la sala. Estaba repleta. Había alrededor de cien estudiantes dentro, sabía que se debía comportar serio y mantener el orden, aunque no era tan necesario, porque su simple presencia imponía respeto.
— Él les va a vigilar, no quieran pasarse de listos porque le di la autorización de suspender el examen de cualquier tramposo. ¡Éxito en su examen! me retiro, tengo un asunto muy importante que atender — dijo antes de marcharse.
— Bueno, en cinco minutos empezamos y a partir de ahí tienen dos horas para resolverlo, si tienen celulares póngalos en silencio porque si escucho vibrar un solo celular, les retiro el examen — advirtió Johan.
Andy quién había estado desanimado con la cabeza gacha, verificó su celular, al ver a Johan se sorprendió. El castaño lo vió como un rayo de esperanza, quizás... cuando le había lanzado el esfero, él lo había recogido.
—¿Tienes mi esfero? — preguntó Andy emocionado levantándose con brusquedad de su asiento haciendo resonar el arrastré en la silenciosa aula.
— ¿Qué? No — aunque Johan se sorprendió al ver a Andy ahí, el rostro del azabache lucía inexpresivo. Andy recordo que minutos atrás lo había golpeado con el esfero e hizo romper su celular, pensó que, de todas las personas del mundo, él sería el menos interesado en ayudarle — ¡siéntate! — ordenó y pequeñas risas hicieron eco en el aula cerrada.
— Lo siento — Andy se sentó desanimado. No era común en él actuar sin pensar ¿Por qué pretendió ser cercano a él? Comúnmente el castaño sentía ansiedad social, y aunque, en los últimos años se había esforzado mucho en cambiarlo, seguia siendo una lucha constante para él, ¿Que había sido diferente esta vez?
Johan notó como los ojos del castaño se entristecieron, sintió una punzada en el pecho que le dieron ganas de acercarse a él, pero las pequeñas risas lo detuvieron, él debía mantener el orden.
— Listo, comiencen.
El castaño respiró profundo y se resignó, lo único que le quedaba era esforzarse al máximo y rezar para obtener una nota justa. Empezó leyendo detenidamente todas las preguntas, analizando su dificultad. Tomó el lápiz y lo presionó contra la hoja «la punta se rompió».
Andy vió rodar el trozo de grafito sobre su mesa hasta caer al piso, segundos después entró en pánico.
La ira, angustia y frustración lo desbordaron, ese examen era muy importante para él porque de ese dependía poder aligerar la carga de su cansado padre. Quería demostrarle que podía ser autosuficiente y que no necesitaba preocuparse más por él, quería demostrarle que era un buen hijo que estudiaría mucho para poder librar a su empresa de la banca rota. Él quería desesperadamente ayudar a su padre.
El castaño no podía dejar de culparse, debió haber sido más prevenido. Sacar una mala calificación por un descuido era imperdonable para él. El chico empezó a pensar en la opción de fingir desmayarse o fingir tener un dolor insoportable en el estómago, pero había un problema, él era pésimo mintiendo, era demasiado transparente para su propio mal.
El azabache observó como todos seguían sumergidos en sus exámenes, ningún ruido, ningún movimiento sospechoso... a excepción de uno. Johan notó como el castaño con ojos de miel parecía estar hiperventilando, se notaba que algo no estaba bien.
Johan sospechó que había olvidado como resolver el examen y estaba intentando copiar. Con cautela, recorrió la sala observando cada movimiento hasta llegar al frente del castaño. En un instante descubrió el problema. No tenía esfero y su lápiz estaba sin punta, pensó en burlarse por ser tan tonto y no preguntar directamente si tenía un esfero, pero se detuvo, algo no estaba bien, los hermosos ojos miel del castaño comenzaron a verse vidriosos y poco a poco el color rojo empezó a rellenarlos ¿Qué había pasado con Andy los últimos años para llegar al punto de no poder pedir ayuda cuando la necesita? Parecía estar en una lucha interna consigo mismo. El azabache nuevamente no sabía qué pensar por culpa de Andy.
Los ojos color miel de Andy estaban a punto de desbordarse de lágrimas cuando un bolígrafo fue colocado sobre su mesa. Era Johan.
— si te sientes mal ve a tomar un vaso de agua, lávate la cara y vuelve, te doy diez minutos — Johan le dió dos palmaditas en la espalda para consolarlo y empezó a alejarse — no te descontaré tiempo de tus dos horas de prueba.
El azabache vió salir a Andy en silencio y no pudo evitar preocuparse por él, ¿Como podía verse tan bien por fuera y estar tan mal por dentro?. Sacudió su cabeza y evitó pensar más en eso, no podía y no debía preocuparse por él, no tenía derecho, porque no se consideraba a si mismo como una buena persona.
Configuró nuevamente su celular viejo mientras vigilaba fugazmente a los estudiantes, al terminar, le llegaron varias notificaciones de mensajes no leídos, la gran mayoría no tenían importancia, como por ejemplo los mensajes de Carlos, en los que le pedía que asistiera al partido de la noche, pero había otros a los que si le interesaba contestar.
Paola : ¿Por qué no me invitaste a tu fiesta de ayer? Eres malvado, sabes que quería estar contigo.
El azabache sonrió ladino, observó que todo estuviera en orden en el aula y respondió.
Johan : Sabes que tu siempre eres bienvenida, siempre estoy disponible para ti.
Paola : ¿De verdad? Entonces... ¿te parece si voy está noche a tu casa?
Recordó el partido de la noche. Una ajetreada apuesta de 300 dólares, quizás ganando podría comprar un nuevo celular, ya que era evidente que la reparación del roto sería más cara que comprar uno nuevo. Johan dudó un poco, pero al final pensó que relajarse y pasar el rato con una chica hermosa era la mejor decisión.
Johan : claro, paso por tu casa para recogerte.
Andy entró al salón, sonrió a Johan y se sentó a resolver con tranquilidad todos los ejercicios. El azabache al verlo apagó el celular y lo guardó en su bolsillo.
El salón de clases estaba silencioso. Johan se acomodó en el asiento y observó detenidamente al castaño, su mirada era tan intensa que algunos podrían asegurar que guardaba rencor al castaño, y aunque, no estaba lejos de la realidad, en ese momento él azabache solo lo miraba reflexivo.
Los recuerdos guardados y olvidados, cayeron como lluvia en su mente, abriendo recuerdos tanto dulces, como amargos. Recordó cuando se conocieron, pero también, cuando llorando le contó a Andy que su mamá lo había abandonado, y al siguiente día, él decidió abandonarlo también. Aunque en ese entonces eran tan solo unos niños, en ese momento Johan no tenía a nadie, y la perdida de su amigo le había afectado mucho.
Al terminar el exámen Andy se acercó a Johan.
— Gracias por prestarme tu bolígrafo... Y por tu celular... Déjame pagarte la reparación, por favor — a pesar que horas atrás Johan dió a entender que no era necesario, Andy sentía que debía hacerlo, sentía que estaba en deuda con él.
— no tienes que, de todas formas pensaba cambiarlo pronto — mintió sin siquiera mirarlo mientras recogía los exámenes del escritorio.
Johan ya lo había decidido, debía alejarse de él, era lo mejor para los dos, no envenenar más su corazón, sabía que no valía la pena lastimarse solo para lastimar, si se alejaba ahora, el resentimiento no lo controlaría, era mejor olvidar el pasado y con él, a la persona que más le hizo daño.
— mmm... Entonces déjame invitarte a comer, no puedo dejar de sentir que te debo algo.
La determinación del azabache se turbo, sus emociones lo empezaron a controlar y algo que nunca sintió antes se apoderó de él. Tenía miedo de verlo a los ojos y que toda la determinación que había juntado en esas dos horas se perdiera. Se sentía vulnerable y eso le daba miedo. ¿Era él su talón de Aquiles? No, claro que no, no podía serlo, estaba casi seguro que lo despreciaba más de lo que alguna vez lo llegó a apreciar.
— ya te dije que no es necesario, tú no me debes nada — gruñó y se alejó intentando denotar indiferencia, pero con cada paso que daba, sentía que toda su determinación iba cayendo al piso. No podía pensar con claridad, sus pensamientos corrían chocando unos con otros haciendo un caos dentro de él. No estaba actuando como si mismo ¿El imponente y asombroso Johan estaba huyendo de alguien? El azabache regresó a ver al castaño, lo recorrió con la vista dejando sus ojos para el final ¿Qué podría tener ese chico de peligroso? Johan había cambiado de decisión, quizás debía tratar más con el castaño para ver qué había sido lo que le provocó esa sensación de vulnerabilidad. — pero nadie podría negarse a la comida gratis... Te contactaré luego — terminó de decir para por fin salir del salón.
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