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《el amor siempre ha funcionado de manera extraña, puedes conocer a una persona en un día y sentir una conexión inexplicable, como puedes estar con una persona por años y ya no sentir nada, o nunca sentirlo, a veces confundimos la atracción con amor, el deseo con amor, y la costumbre con amor, ese es el peor error que podemos cometer como seres humanos, lástima que no hay manuales para eso…

Pero si libro de autoayuda, consejos de gente desconocida, o de esa amiga que es muy buena onda y vale la pena, pero por alguna razón no le va bien en el amor, y sus consejos nunca fallan, pero sus relaciones sí, ¡yo soy esa amiga je!, en la vida tendremos muchas personas que profetizaran amarnos y querernos, pero muy pocas serán capaces de quedarse y hacernos bien.

Dicen que el amor no tiene límites, pero se equivocan, si los tiene, el amor puede soportar muchas cosas, pero tiene sus límites para ser algo sano.

¿Quién dijo que hay que soportarlo todo? ¿De dónde sacamos que para el amor no hay ley?.》

Mientras sigo hablando conmigo misma sobre este tema tan complejo, y regañándome mentalmente, observo como empiezan a caer gotas de lluvia poco a poco.

Siempre me han gustado los climas lluviosos, es relajante y más si está acompañado por un buen chocolate caliente y un buen libro, pero en este caso, — dado que estoy en el trabajo—, esta acompaño por clientes y muchas horas.

Era un día cualquiera, la lluvia empañaba los vidrios del local donde trabaja, ese día me había tocado cubrir a mi compañera en el turno de la tarde, estaba lloviendo a cántaros, la gente entraba a resguardarse y otros a comprar, observo el escenario, veo como las gotas de agua caen sobre los autos, bañan los árboles, el asfalto se inunda, —sí, eso suele pasar en mi ciudad cuando llueve—, sonrió para mis adentros de solo pensar en eso, la sonrisa se borra en un instante y da paso a un recuerdo nostálgico, su sonrisa, sus ojos, su voz.

La primera vez que lo vi, recuerdo que el escenario era el mismo, lluvia, había salido con mi hermana y mi cuñado a comer, —Obligada—, es interesante como la vida te pone a personas que jamás creías conocer en tu vida, y como del mismo modo sale.

《Dicen que a aveces tú eres el viaje de la persona, pero no el destino.》

Yo parezco un Uber.

Salgo de mis pensamientos cuando un cliente se me acerca y pide un café negro bien cargado, tomo su orden y me acerco a la cafetera a prepararlo.

—El pronóstico de hoy decía que sería un día caluroso, ¿Hace mucho calor, no?—dice con sarcasmo.

Me limito a sonreír de manera cordial.

—Ana entrega de un café grande—Grito al otro extremo de la barra, y entrego el pedido.

Vuelvo a observar hacia afuera, y me quedo en blanco por un momento, no me había dado de cuenta que estaba llorando hasta que sentí las mejillas mojadas.

—No llore, a veces en su mayoría, no nos damos cuenta del daño que causamos, y cuando lo hacemos, no encontramos la manera de remediarlo, aplica también en familia.—Dice.

—¡Ah no, no es por nadie, o algo así!.—contesto alarmada.

—La juventud de hoy en día—suspira y vuelve a mirarme– hay tristeza en tus ojos muchacha, y un dolor plasmado en tu cara. Dale tiempo al tiempo y verás que él volverá y si no, entonces agradece que ese amor llego a ti y aprendiste de ello, lo viviste y lo atesoraste, ¿sabes?, las personas entran a tu vida y no se quedan simplemente porque no era su momento o tiempo, unas entran a enseñarte lecciones y eso debes guardarlo.—Dice dándole un sorbo a su café.

lo observo en silencio, perpleja por sus palabras,  eso me quedará grabado de por vida.

Le doy mi mejor sonrisa y agradezco su consejo.

—Sí, tal vez algún volvamos a encontrarnos, tal vez cuándo florezcan las amapolas.

escucho como gritan mi nombre desde la cocina,  me disculpo y me retiro, no sin antes ver la maravillosa tempestad  que hay frente a mi.

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