-Espero que en internet salga algo…- tomo mi teléfono y busco información. ¿Coserlo? Ni loca. –En qué me fui a meter.
Reviso si es que tiene fiebre y efectivamente su cabeza está caliente. Necesito limpiar las heridas, según esto.
-Ahora vuelvo- informo -no te vayas.
Me levanto, voy por mi perro y rápidamente salgo del parque. Afortunadamente no hay cuidadores en el parque. No en un pueblo pequeño, donde la delincuencia es prácticamente inexistente.
En tiempo record llego a la calle asfaltada y una vez allí, me apresuro a recorrer las calles que me separan de mi casa.
Cuando estoy a dos casas de la mía, doy un vistazo rápido, como cada vez que paso por aquí desde que puedo recordar. Allí vive el amor de mi vida o al menos eso es lo que pensé que era, hasta que la realidad me corrigió. Pero esta vez, Marcos no es más que un pensamiento pasajero.
-Ya llegue- digo, después de soltar a mi perro y entrar a la casa.
-Hola- saluda mi hermana pequeña, quien está haciendo tareas en la sala con el televisor a todo volumen.
-Hola, pequeña- doy una caricia rápida a su cabeza cuando paso por su lado. -¿Mamá?
-Está con la vecina- responde. Genial. Si está con la vecina, no se desocupará tan pronto. Es mi madre, pero no deja de ser chismosa.
Voy a mi cuarto y revuelvo hasta desenterrar el bolso que utilizaba cuando estudiaba y pongo dentro todas las vendas que puedo encontrar, también alcohol y algodón. Luego pensando en que es insuficiente, busco unas tijeras y me robo un mantel limpio. Espero que mamá no note que está perdido. Pongo junto al resto también paracetamol para la fiebre y crema para heridas. Voy con todo a la cocina y meto un bol dentro. Agua… Lleno un par de botellas grandes de agua y las meto en una bolsa de plástico, ya que en el bolso no caerán. Una vez lista, voy hacia la puerta.
-Saldré por un rato, dile a mamá que me pidieron un favor, así que demoraré un poco- le pido a mi hermana.
-¿Qué favor?- pregunta, mirando mi carga.
-Sólo dile eso. A la vuelta pasaré por un dulce ¿Qué te parece?- propongo, tratando de distraerla.
-Que sea chocolate- pide, aceptando y concentrándose nuevamente en la pantalla de televisión.
-Tomo nota- digo, ya saliendo por la puerta.
Mi perro quiere ir conmigo nuevamente, pero lo dejo esta vez. No quiero que se ponga a ladrar nuevamente.
Cuando estoy dejando la calle veo aparecer a Marcos de todas las personas.
-Eso se ve pesado, ¿necesitas ayuda?- pregunta al verme.
-No, gracias. Estoy bien- respondo mirando hacia delante, tratando de no mirarlo directamente. ¿Por qué tenía que encontrarlo? Generalmente procuro no cruzarme con él, ya que a esta hora regresa del trabajo, pero lo olvidé por completo.
-Bueno, nos vemos- se despide un poco incómodo.
-Sí- digo y lo dejo rápidamente atrás. Siempre estaba feliz de encontrarme con él, si no fuera por lo que escuché ese día…
Esta vez tomo un atajo para llegar, procurando que nadie me vea entrar en el parque con mi carga, ya que llamaría enormemente la atención. De esa manera, llego en tiempo record hasta el tipo inconsciente.
-Así que todavía estás aquí- le digo, soltando un respiro. –Afortunadamente no estoy loca.
Revuelvo mi bolso y empiezo cortando con las tijeras su ropa. Primero la de su abdomen, tratando de no mirar demasiado por ahora y luego la de su pierna. Que ropa tan rara. Él lleva puesto un pantalón de tela gruesa, pero toscamente cosido, nada salido de una tienda.
Luego empiezo a limpiar la sangre de las heridas, echando agua en el bol y remojando un poco de tela, la que corté del mantel. De verdad, lo siento mamá.
Empiezo con su pierna, limpiando toda la sangre y posible suciedad de la herida, afortunadamente, aunque profunda, la herida ha dejado de sangrar. Con cuidado la desinfecto con alcohol, haciendo al joven hombre gemir y removerse. –Tranquilo- pido. Después procuro poner crema para las heridas y por último, pongo gasas y vendo su pierna.
Una vez terminado, suspiro aliviada. –Ok, ahora el abdomen.
Hago el mismo procedimiento que con la pierna, cambiando de trapo y agua, por otros limpios. Mientras limpio sus abdominales, me doy cuenta de lo bien constituido que está. Es como pensé, tiene el cuerpo de un atleta o un luchador. Una mirada a la espada a su lado, me hace pensar que es la segunda.
-Es más pequeña que la de la pierna- murmuro, cuando veo por fin la herida limpia. –Eso es bueno.
Empiezo a limpiar con alcohol la herida, haciendo que su abdomen se mueva por el dolor. Y de pronto el hombre toma mi mano en un movimiento rápido, habiendo despertado. -¿Qué haces?- pregunta con voz ronca.
-Yo…- empiezo, sorprendiéndome lo diferente que se ve con los ojos abiertos. Olvídate de lo de lindo, es magnífico. No sabría decir bien la razón, sus ojos después de todo sólo son de un marrón claro, pero de alguna manera lo complementa de manera perfecta en contraste de su pelo, cejas y pestañas negras. –Estoy curando tus heridas.
-¿Quién eres?- pregunta dudando.
-Soy Lily- respondo -¿Y tú?
-¿Yo?... – duda un momento y luego responde –Rillen.
¿Rillen? Nunca había escuchado ese nombre antes.
Rillen cierra sus ojos, como si le costara mantenerse despierto -¿Lily?- llama.
-Aquí.
-No dejes que nadie me encuentre- murmura, en voz casi inaudible.
-No lo haré- respondo, pero no estoy segura si escucha mis palabras antes de caer nuevamente inconsciente. Eso quiere decir que hice bien en ocultarlo… Afortunadamente.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 30 Episodes
Comments
Beda Aleman
estoy empezando a leer claro es una novela pero no.logro entender por qué ella no.pidio auxilio ella no
lo conoce sin.saber quien es puede meter en problemas si estoy de acuerdo que lo ayude pero no así para eso están los hospitales seguro que se enamoran sin saber nada de él
2023-05-08
2