DIA 16 EL ENCUENTRO

Querido diario, la cosas parecen estar mejorando entre la chica rubia y yo, hasta me dijo su nombre. Se llama Samantha, siento que se está enamorando de mi, no sé que pueda resultar de esto. No me había visto en una situación así antes. Tal vez fue mala idea dejarla vivir. Si la hubiese matado esto no estaría pasando, pero me ví cautivado por su belleza. Puede que con el pasar de los años ya no vea las cosas como antes. Jalar el gatillo para mí ha Sido Muy fácil, solo apunto, quito el seguro y adiós. ¿Porque no fue así con Samantha?

No he ido a ver a Eva, no me ha llamado o escrito, parece que no le gustó que rechazara su plan de venir a mi apartamento. De un momento a otro, la vida se está encargando de sorprenderme. El punto es que, no sé a cuántas sorpresas más lograré sobrevivir. Ayer fui a la dirección que me dieron en forma ánonima.

Le dije a Samantha que iría hacer un trabajo, ella me dijo:

- Solo trata de regresar con vida Ross.

Me puse el chaleco antibalas que compre en línea, recargue el proveedor de mi Desert Eagle y guarde balas por sí se complica. Mientras iba en la Harley Davidson pensaba en que esas serían las últimas horas de Magdalena.

Me estacioné cerca del lago donde ella estaría en una fiesta de campo con sus amigos. Había un maizal cerca de la fiesta, por lo que decidí acercarme sigilosamente por la cosecha de maíz.

Desde la plantación logré verla, tenía sus botas vaqueras, su cabello suelto, y su vestido rojo con estampados de la cultura Mexicana. Revisé mi proveedor, moví un poco el brazo para asegurarme de que las heridas que aún no sanaban del todo no me hicieran fallar el disparo.

Apunte a su cabeza, luego a su estómago, acerqué poco a poco el dedo al gatillo y de pronto sentí que algo estába respirando muy cerca. Era esa sombra de nuevo, esta vez pude ver su cara. No es más que un chico como de veinte años con un traje muy raro, parece de Colombia por la combinación de la bandera de ese país con la de México.

- Ella no morirá está noche. Dijo él.

- ¿Ahh si? Pues veamos si mis balas no le rompen el cuero. Le respondí.

Cuando intenté jalar el gatillo, el arma se recalentó demasiado, no sé que hizo el chico pero se puso al rojo vivo.

Tiré el arma al suelo, el imbécil muchacho se estaba burlando de mí.

- No se esfuerce señor, te he estado siguiendo, se lo que haces. Matas por dinero, señor Ross.

- Pues tengo que ganarme la vida de alguna manera. Ya se que me has estado espiando. ¿Acaso eres un marica afeminado? Le dije Muy enojado.

- Usted es una escoria humana, ni siquiera debería estar vivo. Agradezca que no lo he matado aún.

- ¿Tu también eres otro de esos bichos raros? Le pregunté.

- No, mi nombre es ANP y soy el protector de la tierra, por mandato de Dios mismo. Respondió.

- No me hace gracia, ustedes los jóvenes últimamente se drogan con cosas muy raras. Dije.

Y en ese momento me lancé sobre él, e intenté darle un golpe en la cara, pero cuando quise tocarlo ya no estaba. Había desaparecido el hijo de su mamá. ¿Me estaba volviendo loco? No, aún no lo estoy. Seguí buscando por el maizal pero no lo veía.

- Oye Ross estoy aquí arriba. Dijo el tal ANP levitando.

- ¿Cómo diablos es que puedes volar? ¿Que demonios eres?

- Ya le dije señor. Dios me encomendó este trabajo, fue él quien me dió estás habilidades, antes era una persona normal, luego pasaron muchas cosas y se me concedió poder divino. Deberías leer mi diario "1954"

- ¿Y que chingados quieres de mí? Me persigues a todos lados.

- No quiero nada, te seguía porque estoy cuidando a esa chica, Magdalena. Si la hubieses tocado ya estarías muerto. Ella es mi novia. Si no quieres que te siga más, la dejarás en paz, o la próxima vez que nos veamos no seré tan amable. Dijo él, muy seguro de sus palabras.

Yo apenas podía creer lo que estaba pasando, pero tampoco quería morír por otro bicho raro. No aún, Samantha me esperaba en casa.

- Ok está bien, no tocaré a tu chica y tú no me seguirás más. Ni me joderas más y que conste que esto lo hago porque no tengo forma algúna de luchar contra tí.

- Creeme, si por mi fuera ya estarías muerto, pero Dios quiere que vivas para que sufras el castigo que te espera. El díablo también te quiere vivo, veremos que tanto aguantas. Dijo el muchacho desde el aire.

Sin duda, estoy condenado por ambas partes. Tomé mi arma y le di la espalda, caminaba con mucho enojo e impotencia. No puede ser que existan estos seres. ¿Desde cuándo Dios estás haciendo ésto? Entonces es verdad, Dios existe, si es así, iré directo al infierno. Supongo que ya no importa, Al final del día alguien debe hacer mi trabajo.

Mientras me alejaba del chico que vuela, él me veía desde el aire.

Cada paso que daba era una gota que derramaba mi ira. Así que, saqué mi arma, me di la vuelta y le disparé. Dos balas le dieron justo en la cabeza, una en el pecho.

Y no pasó nada. No le pasó absolutamente nada. Ese fenómeno siguió allí. Luego se lanzó contra mi, me dió un golpe en el pecho y salí volando por el maizal.

Que vergüenza tener que escribir esto en mi propio diario.

Nadie me había golpeado tan fuerte, quedé sin oxígeno y por poco me asfixio.

- Está bien entiendo, ya me voy. Le dije alzando las manos.

De verdad no había manera de luchar contra el, era muy rápido.

El no respondió nada, seguía allí arriba, entonces yo me levanté con mucho esfuerzo, cogí el arma, la guardé y salí de allí, como un perdedor. Así es, me dieron otra paliza.

Me subí en mi moto, y salí rumbo al apartamento. Eso no podía estar pasando. No pude terminar mi trabajo porque ese tal ANP como se llame, no me lo permitió. Espero no tener que verlo de nuevo, desgraciado hijo de p. Traía mucha rabia, tome la ruta que lleva al Avaricia para encontrarme con Eva, para colmo de males no estaba trabajando esa noche.

Entonces pedí dos chicas para un trío en una habitación. Entré al baño del hotel, me duché. Para cuándo salí en toalla ya estaban las dos put4s en la cama. Les di de mi ración de cocaína y aspiramos juntos.

- Las trataré mal. Les dije.

Ellas dijeron:

- No tenemos problema, estamos acostumbradas a galopar fuerte caballero.

Las puse a cuatro patas en la cama de espaldas a mí, les daba con fuerza, ellas gritaban de puro gozo. Tomé el látigo que habían traído con su disfraz de vaqueras y les azotaba las colas. El galope terminó sobre cada una de ellas, la rubia y la morena.

Les pedí que no se fueran, el show continuaría, cogí mi pistola y la puse en las vag1na de la rubia, era una pintura de Goya, nos gustaba observar la obra de arte los dos. Mientras teníamos el jugueteo con el arma, se disparó accidentalmente, la chica murió al instante.

La morena al ver que el arma era real, intentó huir pero logré regresarla a la cama con la misma fuerza.

- Pero que m1erda hombre ¿Que pasa contigo? Mataste a mi amiga, estás enfermo.

- Fue un accidente, no te haré daño, solo quiero seguir jugando. Le dije con el arma en la Mano.

- ¿Jugar? ¿Después de lo que hiciste?

- Bueno quiero que tú me hagas tuya, me harás el amor a mí. Le dí un strap on, ella se puso el arnés muy nerviosa, me gustó cómo le quedó en su cintura con gran trasero. Me empezó coger, y comenzó a moverse, me gusta que una mujer con una buena cola me coja.

Ella me dió por más de media hora mientras yo la cambiaba de posiciones. Luego que me aburrí, le puse el arma en la boca y el disparo acabó con ella y la diversión. La cama quedó salpicada. Puse música y entré a la ducha. Me puse la ropa de nuevo y salí del lugar para comprarle comida a Samantha.

Al llegar a mi apartamento tenía nuevo correo, un nuevo trabajo.

Les notifique, que no Mataria a Magdalena, por eso les devolví el dinero, para que lo asignaran a otro.

Samantha estaba dormida, pero el ruido metálico de la bolsa donde iba la comida la despertó.

- ¡Llegaste! ¿Como estuvo todo?

- Bajo control.

Y así terminó ese día, al menos no me sentía mal, había olvidado la paliza que me dieron. Pero ahora que he comprobado que el diablo existe, quiero hacer un trato con él. No me parece justo que no tenga esas habilidades que mis enemigos si tienen.

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