El celular de última generación no dejaba de sonar sobre la mesita del living, ya que seguía estando en el mismo lugar donde había quedado cuando Leyton lo trajo. Al instante Ami entro en pánico, se le hizo un nudo en la garganta que no la dejaba respirar, sus manos comenzaron a destilar agua y su corazón emprendió una corrida de latidos a mil por hora. ¡Si tan solo Sabrina estuviese con ella!, (pensó la chica) entonces, tal vez tendría el valor suficiente para responder esa llamada. Pero estaba sola en el departamento, quería volver a ser pequeña para correr a esconderse en los brazos de su madre, de inmediato este pensamiento le lleno de odio hacia ella misma por ser tan cobarde e inmadura; sabía bien que igual dentro de unos días debería enfrentar a ese hombre y arreglar con él todo ese malentendido. Sin embargo, no podía dejar de temblar al saber que él la estaba llamando, tenía que calmarse o sufriría un ataque allí mismo, así que tomo asiento en el sillón frente al celular, llevo instintivamente una de sus manos a su pecho y empezó a inhalar y exhalar aire hasta lograr serenar su corazón.
Mientras tanto, del otro lado del aparato de comunicación y del mundo se encontraba un furioso Adam Harper. El CEO estaba acostumbrado a que sus deseos eran órdenes que siempre debían ser cumplidas, esa mujer ya lo estaba irritando demasiado y le enseñaría por las buenas o las malas cuál era su lugar en el mundo, en el mundo de Adam Harper, para ser más exactos. Luego de insistir varias veces sin que Ami respondiera el celular, colgó para comunicarse con Leyton. Tan pronto como él le respondió, lo atacó con una avalancha de preguntas a las cuales su asistente comenzó a responder luego de saludarlo sarcásticamente como era ya habitual en él, cada vez que su jefe estaba molesto:
¡Buenas noches, Adam! ¡Yo también estoy bien aquí!, ¡gracias por preocuparte tanto por mí y llamarme! – le decía con una voz muy dramática.
No te hagas el gracioso y responde mis preguntas. Hoy no estoy de humor.
Amigo, últimamente tú nunca estás de humor. Pero sí, le entregué el celular personalmente, le dije que la llamarías y le advertí especialmente que te responda la llamada que le harías.
Pues la estoy llamando desde hacer media hora y no responde. – decía apretando los dientes.
Adam, ¿estás seguro de que la chica está de acuerdo con el trato que hizo contigo su hermano?
Adam exhaló con ira y luego le dijo:
A mí que me importa su opinión. Su familia tiene una deuda conmigo y lo quiera o no, ella cumplirá su parte en este asunto.
_ ¿Nunca has pensado que las personas no son bienes de cambio?
Le respondió Leyton algo molesto con la actitud de su jefe y amigo, pero Adam ya había cortado la llamada.
Sabrina entró al departamento exaltada, no hallaba la hora de hablar con su amiga y contarle que los resultados de los análisis practicados a la botella que llevó, confirmaron su teoría de que había sido drogada. La encontró en la cocina preparando la cena y al verla tan desanimada, olvido todo lo que venía a contarle para preguntarle como seguía. Amí suspiró resignada y le dijo:
Ya no puedo sentirme peor. ¿Pero qué más da?, ven y cenemos. Cocine milanesas de soja y ensalada. –decía
señalando la comida sobre la mesa.
Sabrina fue a lavarse las manos, al mismo tiempo al celular de Ami le llegó otro mensaje no deseado, que leyó
resignada. Hacía más de media hora su novio le había escrito para avisarle que estaba con gripe y que por eso no había podido comunicarse con ella. Cuando Ami le pregunto si necesitaba que fuera a cuidarlo, no le contesto y le dejo el mensaje en visto, después de media hora el hombre le escribió: - “No es necesario que vengas”-. Por supuesto, le contó lo sucedido a su amiga mientras cenaban.
Debe ser para que no te contagies.
Tal vez.- dijo Ami suspirando pesadamente y luego volvió a hablar.
Hay algo que no te conté. Adam Harper me llamó cuando no estabas.
_ ¿Y qué quería ese tipo contigo?
_ No lo sé, no le conteste. – dijo la chica algo avergonzada mientras revolvía la ensalada en el plato y suspiraba nuevamente.
_ ¡Amira Iraola! No es posible que seas tan inmadura. Debiste contestar la llamada. Si quieres aclarar las cosas
con ese sujeto, es mejor que des la cara desde ahora. Ese hombre es muy peligroso, tú no sabes qué cosas se está creyendo o que es capaz de hacer.
El tono de voz de Sabrina se iba levantando a medida que hablaba con su amiga.
_ Tienes razón. Pero estaba sola y entré en pánico. Me paralicé y no supe qué hacer. Pero te prometo que si vuelve a llamar le responderé.
Y como si Adam Harper la hubiese oído desde el otro lado del mundo, el celular que él le mandó empezó a
sonar sin parar. Su amiga le hacía señas para que atendiera la llamada, así que una resignada Ami tomo el celular, lo puso en alta voz y contesto.
_ Buenas noches, señor Harper.
A Adam le gustaba tener el control de todo aquello que consideraba de su propiedad, a veces lo hacía mediante métodos sutiles, otras mediante la intriga y algunas como en esta ocasión recurriendo a la intimidación. Estaba
algo aburrido y frustrado en la swuite del hotel en donde se hospedaba, así que decidió divertirse un poco
intimidando a su nueva adquisición y de paso dejarle en claro quien tiene el mando en esa historia.
_ Vaya, hasta que al fin te dignas a contestar. ¿No te dijo mi asistente que respondieras a mi llamado? – le reprochaba el CEO con una voz fría y autoritaria.
El rostro de Ami estaba cada vez más desencajado, si lo que ese hombre buscaba era asustarla, lo estaba logrando, lo peor era que no tenía ni idea de que decirle, puesto que la chica aún no sabía a lo que se estaba enfrentado. Para colmo su amiga le hacía señas para que no se tildara y continuara hablando, pero en lugar de ayudarla, esto la ponía mucho más nerviosa.
_ Señor Harper, creo que es necesario que usted y yo hablemos para aclarar todo el malentendido de anoche. No considero que lo ocurrido sea algo que se pueda explicar por teléfono. Yo no sé lo que usted está pensando de mí ahora, pero le aseguro que soy una persona decente. Reconozco que anoche me comporte de una manera inusual y descarada, pero yo no soy así. Y, hasshh,- decía la mujer apretando los dientes- no sé cómo
explicarle que todo ha sido un gravísimo malentendido.
_ Aquí no hay ningún malentendido, lo que hay es un trato entre tu familia y yo. No te hagas la
desentendida, ¿Acaso no sabes que he salvado a tu familia de la bancarrota? Yo he sido benevolente accediendo al trato que me propuso tu hermano, además, anoche, te pregunte si estabas de acuerdo en los términos y me respondiste que sí.
Ami agarraba su enmarañada cabellera con sus manos, mientras su piel se ponía cada vez más pálida al escuchar lo que ese hombre sin escrúpulos le decía. Hasta que al fin pudo emitir unas palabras.
_ ¿Cómo que usted salvo a mi familia de la bancarrota? Yo le juro que no sé nada de eso, ya le explique que anoche, yo no estaba bien. Además, en ese momento yo me refería al donativo que usted daría a la fundación para la que yo trabajo, usted debe estar hablando de eso. ¿Verdad?
Decía la joven totalmente abrumada, ya casi al borde de las lágrimas y a pesar de que estaba hablaba con
el CEO, esas palabras parecían ser dichas más para ella que para su interlocutor del otro lado del mundo.
_ No Ami, yo hablo del trato que tu hermano hizo conmigo a cambio de que no liquide la empresa de tu padre. Pero en algo tienes razón y es que será mejor que esto lo hablemos a mi regreso. De todos modos si me
place te llamaré y te advierto que no me agrada ser ignorado.
Dicho esto y sin previo aviso, el CEO finalizo la llamada dejando a una desconsolada, Ami, que al instante rompió en llanto.
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