Logan
Estaba en un cubículo de investigación sentado sobre una silla de plástico, algo deprimido. Tenía la mirada perdida en esas paredes color azul pastel, que hacían reflejar la luz para mayor luminosidad.
Suspirando cada tres segundos sin poder parar.
Había visto a libardo más veces después de robarle ese tonto beso, pero lo suficientemente lejos para evitar su mirada.
No era capaz de enfrentarlo por ahora, de solo pensarlo le daba ganas de esconderse debajo de una piedra.
Cómo había sido capaz de hacerle eso sí a leguas se notaba qué tipo de género le gustaba. Solo que no pudo resistir su atractivo, tenía que sacarse de la mente a que sabían esos labios, así que había reunido todo su coraje y valentía.
Ya intuía el resultado, aún así, no fue menos doloroso con esa mirada de disculpa que le dio, y le hizo volver a la realidad.
Miro sus cosas desparramadas sobre la mesa, sin siquiera tocarlas a pesar de que tenía que apurarse. En verdad necesitaba alguien con quien hablar.
En ese momento le entró una llamada bastante oportuna. El alivio cruzó por sus ojos al mirar el nombre. Quién mejor que su amiga de toda la vida.
- Hola, hola - Era una voz bastante animal y juvenil.
- Hola luna, justo pensaba en ti - Dijo sin timidez pues ella era una persona a la cual tenía bastante confianza para poder dejarse ver tal y cómo era.
- ¿Por qué pensabas en mí? ¿que te traes entre manos? -
- Ya nada, estoy por pedir perdón porque el permiso ya me lo salte -.
- Vaya, suena interesante, cuenta, quiero saber en qué te metiste, porque hasta acá escucho eso suspiros que quieren tumbar mi casa - Urgió.
Logan salió de su ocurrencia. Por eso le encantaba platicarle sus cosas, porque ella le escuchaba y daba sus sugerencias descabelladas.
- Pues verás . . . yo . . . bese a un chico - No quería decir en voz alta lo que había hecho como si fuese un pecado atroz.
- Ah, y ¿eso qué tiene de malo? Si a ti te gustan los chicos - La joven del otro lado de la línea estaba confundida.
- A él no le gustan los chicos. . . . - Soltó y confesó lo que había hecho con muchos detalles que ella le pidió.
- Que liazo, pero si dices que está en la tractivo que te embota los sentidos, creo que habría hecho lo mismo que tú. No te preocupes por nada, si dices que él dijo que podía ser su amigo, debes aprovechar -.
- No creo, mirarlo me recordara ese vergonzoso beso - Sus orejas y su cara ardían.
- Relájate Logan, fue solo un beso, no te metiste en su cama. Parece un buen tipo y amigable, por cómo lo describes. Él ya lo habrá olvidado, además, tú te enamoras de todo -Le recordaron.
- Calla luna - Regañó. No es que no fuese cierto, pero tenía un corazón muy enamoradizo.
- Hey, sabes qué es verdad. Ya saldrá otro guapo de la pecera para cazar, tu ve a hacer las paces para que tengamos otro amigo - Sugirieron desde la distancia.
- ¿Que no ya tienes exceso de amigos? Déjame tener los míos-
- Las empleadas y escoltas no cuentas, nunca dicen mucho, además sabes que no puedo tener amigos del género contrario -.
- ¿Y yo que soy? También pertenezco al género contrario -.
- Sabes a lo que me refiero, mi padre nunca me dejara tener ningún amigo hombre, a menos que sea en la otra vida, así que apúrate y haz las pases, no seas envidioso, tengamos un nuevo amigo -.
- Lo pensaré, aún no puedo ir - Su estómago protestó - ¿Luna? -.
- ¿Qué se te olvidó? - Le preguntaron pensando que era otro chisme jugoso.
- Creo que voy a por comida - Respondió apenado.
- No me digas que has olvidado comer de nuevo, ¿verdad? Te vas a morir si no te cuidas, ya lárgate a comer o me mantendrás preocupada -.
- Ya me voy, pues, y gracias Citlalin -.
- No hay de que, sabes que te quiero mucho - Ella colgó primero para que se fuera.
Logan colgó desde el cubículo sintiéndose mucho mejor. Dejaría pasar algunos días más antes de volver a buscarlo. No sabía por qué hacía caso es amiga loca.
¿Qué tal si Libardo no lo había dicho en serio y si estaba molesto? Su cabeza volví a llenarse de ideas desastrosas.
Debía enfrentarlo como hombre. Bueno, enfrentarlo.
Era hora de ir a por algo de comida, antes de que terminara dormido por el cansancio acumulado de su frágil cuerpo.
Se levantó de la silla para ir a buscar un buen bocado, lejos de sus pensamientos que le invadían por estar de ocioso.
Cerró la puerta y pasó junto a los ventanales que le devolvían una vista nublada del cielo. Algo oscuras, pero sin amenazas de llovizna.
Se imagino un poco de chocolate de la cafetería para calentar su garganta, la imagen de libardo se interpuso en su mente. No era buena idea.
Siguió de largo a través de los pasillos en busca de una máquina expendedora de bebidas calientes.
Por nada del mundo iría por donde se pudiera topar con Libardo.
La máquina apareció frente a él, llamándole con sabrosas cosas en su interior, con una insistencia desenfrenada. Solo tenía ojos para esa máquina.
Camino apresuradamente hacia ese objeto, como si se le fuese a escapa, y al momento siguiente estaba tumbado sobre el suelo, como un vil trapeador.
¿Por qué las personas no pueden caminar correctamente sin tener que tirar a las que encuentran a su pasó? Y encima cae sobre el hasta sacarle el aire o romperle la nuca.
- No puedo respirar. . . aléjate. . . aléjate - Pedía a la persona que le estaba aplastando.
Su vista se estaba nublando, le falta la falta de comida no era una buena combinación. Iba a desmayarse si es enorme peso no se iba.
Se escucharon voces que se alejaban, como si no hubieran hubieran visto lo que pasaba a su alrededor.
Sintió el peso alejarse levemente para darle un espacio mínimo, porque aún sentía una respiración muy cercana.
Sus pulmones recibieron grandes cantidades de nuevo oxígeno. Creía que iba a morir. La sombra comenzó aclararse.
Una persona le miraba concierto interés. Unos ojos semi rasgados que enmarcaban el mar en calma.
Se puso nervioso y lo empujó con la fuerza que tenía para salir debajo de él, se abrazo las piernas en espera de que se marchara.
Ese chico guapo se levantó del suelo, tan cauteloso como él y le extendió la mano para ayudarle a pararse.
La tomo con cierta resistencia. Los chicos de la universidad eran peligrosos, más estaban en manadas.
No pude evitar volver a mirar su rostro fino y ese enorme cuerpo que parecía de gigante. Era muy guapo, entraba dentro de sus gustos. Era la clase de chico que le hacía perder la razón y dejarle embobado.
Unas voces llamaron al chico y el hechizo se rompió. Lo miro irse sin poder saber nada de él, más que su nombre.
- Lui - Eso habían gritado y el desaparecido.
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