Parte del equipo de seguridad de su empresa se encontraba en un espacio que fungia como sala de conferencias; el cual alberga una enorme mesa de madera fina y decenas de asientos forrados en piel oscura.
La ciudad podía verse de frente, a través de una pared acristalada.
Después de su paciente búsqueda a través de cada piso de la empresa llegaron al final, y con ello se adentraron a la sala en dónde estaba ahora, reuniéndose con su gente de seguridad, en donde había sido secuestrado el CEO.
Había pedido llamar a algunas personas que a su pasó parecían tener algo de información, sin decir para que se requería su presencia.
Fueron llamando uno a uno a una sala de la oficina, que era acogedor, para ser interrogados por Águila, quién era la tapadera del verdadero interrogatorio.
Mientras su amigo los interrogaba para saber qué habían visto, el desde un sillón en la esquina, cubierto por sombras, se escabullía adentro de sus mentes.
Desenredaba hebra hebra, para rastrear ese pequeño indicio que los llevara a algún lado. Cuándo terminaban eran mandados de regreso a su puesto de trabajo.
Al terminar con estas personas ya tenía información suficiente para que el equipo de seguridad prosiguiera con la investigación: una matrícula.
El equipo de seguridad se puso a trabajar con ahínco en busca de la persona a cargo de esa empresa, sin tomarse muchos descansos, por petición del jefe.
El tiempo pasaba, no sabían que podía ocurrirle al CEO si no lo encontraban a tiempo.
El ya no tenía mucho que hacer, más que esperar a los resultados de su gente. En esos momentos yacía despatarrado en el mismo sillón que había sacado de aquella ala.
Los que no sabían quién era se hacían preguntas unos a otros para ver quién les susurraba una respuesta esclarecedora.
Ciertamente se encontraba en un estado de duermevela, pero atento a la mente de los que buscaban los rastros a través de la ciudad con sus potentes computadoras.
Su guardespalda estaba sentado a un palmo de él, con esa calma que le caracterizaba, no era de esos que se guiaban por arrebatos, o eso creía.
Se estiró como un gato buscando otra posición más cómoda, sin importarle qué pensaban los que miraban de vez en cuando hacia su sillón.
La gorra casi se le cayó, pero la atrapó a tiempo. Su pequeño papel era muy divertido, y en la sala aún había muchos que no sabían quién era, por tener cargos menos importantes.
Solo adivinaban su papel clave en esta reunión. Para ellos era como una sombra, un ser intocable e inalcanzable del que no se sabía nada.
Estaba estirando sus piernas lentamente cuando cayó al piso. Su golpe llamó la atención de la mayoría. Se había distraído al ver que al final habían dado con su preciado empleado estrella.
Se levantó como un resorte y camino hacia el grupo de personas ocupadas en sus computadoras para mirar sobre sus hombros.
Ahí estaba el auto, con su empleado siento arrastrado a un lugar poco transitado, arrastrado por aquella persona de sonrisa malévola, como si fuera la única persona implicada en todo este problema.
- Águila - Llamó a su espalda - Prepara tu equipo, hemos encontrado a la rata - O ratas.
- Sí señor - Dijo pomposamente para desconcertar a los chismosos - Estaremos listos en cinco minutos - Y salió a juntar a su gente.
Una de las personas mando el enlace de la cámara ubicada más próxima al lugar a una tablet que le fue dada por órdenes del jefe de seguridad.
Bajo hasta el último piso y se reunió con su equipo de guardaespaldas, sus chicos de élite. Todos bien preparados y con sus armas ocultas entre sus ropas negras. Parecían más ninjas que otra cosa, a falta de trajes normales.
Abordaron los autos y se dirigieron hasta el lugar, en espera de poder encontrar vivo al CEO.
Aunque aparento tranquilidad durante el largo recorrido, no dejaba de estar preocupado. No había previsto tener protegido a su empleado, porque nunca antes había ocurrido ningún accidente.
Hasta ahora, pensó.
Los kilómetros se acortaron lentamente, provocándole cierto estrés. ¿Por que el tiempo cambiaba cuando estaba apresurado? ¿acaso el señor del tiempo estaba interfiriendo?
su amigo iba sumamente tranquilo a su lado, mirando fuera del auto camuflajeado en el que iba. Debía estar bien entrenado para esta situaciónes.
Negó con la cabeza, haciendo que se moviera su cabello y le tapara un ojo. Alzo la mano y lo reacómodo en su lugar.
- Diablos cenicienta, ¿apoco ya son a las doce? - Rió Águila, sacando a relucir aquella personalidad de la que parecía carecer.
Y Shhhh - Le cortó molesto.
Pero no pudo evitar la risa de los otros guardaespaldas que se alegraban de que su jefe fuera cercano a él, y su relación no fuera solo de empleados, pues los hacía sentir más cercano a todos.
Vieron aparecer un edificio conocido y todo volvió a quedar en silencio. Tenía la pinta de ser un lugar de construcción dejado en el abandono hace ya mucho tiempo.
Los autos se detuvieron rodeando lo que parecía ser la única salida. Y descendieron una docena de hombres que esperaron la orden de Águila para avanzar.
Águila lo miró en espera de que diera la señal para comunicarsela a los demás. Respiro profundamente y cerro los ojos para expandir su poder hacia el interior del edificio.
Viajo a través de las paredes de concreto, las cuales no fueron impedimento para él, revisando cada esquina en busca de una mente.
Hasta que la tocó. Su CEO estaba demasiado débil, apunto de desmayarse, lo sentía porque sus pensamientos iban perdiendo fuerza, desapareciendo. Casi llego a pensar que moría, pero lo descarto por otro pensamiento de aquella misma mente.
- Está solo, en el séptimo piso, en un cuarto lleno de sombras - Dijo abriendo los ojos y retrayendo su mente - No hay nadie más cerca. Está despejado, aún así, vayan con cuidado, no deseo ser confiado, no quiero que haya primera vez de nuevo-
Aunque había revisado el edificio no se sentía bien, pues había cierta sensación. La misma que había sentido en aquella calle aledaña a la universidad.
¿Qué demonios había con esa sensación? Era tan inquietante que le hacía querer poner máxima distancia.
Intento poner un pie fuera del auto, pero el guardaespaldas que se quedó no lo dejó, alegando por su seguridad.
Le hizo caso porque podría tener razón, así que espero sentado dentro del auto, intentando captar algunas otras vibras de energía aparte de los que estaban con él.
Los hombres tardaron en salir, llevando consigo un hombre que parecía una obra de arte. Sintió un golpe de pesar al ver a su empleado.
Fue subido a uno de sus autos y todos volaron hacia el hospital, no había tiempo que perder en preguntas ante tal estado.
Se acercó cuando lo estaban acomodando en una camilla para meterlo al hospital. El hombre se esforzaba por seguir consciente hasta que lo vio.
- Gracias libardo -
- No digas nada, eres mi gente, claro que te buscaría, ya estás con nosotros, no te preocupes -.
- ¿Mi mujer y mi bebé? - Pregunto preocupado.
- Están bien, ellos ya han sido protegidos - Lo vio desmayarse después de sus palabras.
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