Se encontraba con su guardaespaldas en la limusina, a una cuadra de la empresa. El jefe de seguridad le había informado que no podían avanzar más, las cámaras no tenían nada antes del colapso, y nadie recordaba a un chico extraño.
Libardo mirada al jefe de seguridad a través de la cámara de una tablet, de forma tan seria, causándole cierta incomodidad.
- Bien, llevare información para ustedes dentro de un rato - Y apagó la tablet. Miro hacia su guardaespaldas en jefe - Vamos, tenemos que entrar a investigar -.
- ¿Cómo entraremos? Es tu empresa, aunque seas "familiar del CEO" eres reconocido a kilómetros por los empleados, si hay algún cómplice huirá de inmediato -.
- Lo haré de incógnito, no entraré de familiar -.
- ¿Y yo? - El guardaespaldas no sabía si cambiarse también o no. Era solo un empleado, ¿quién le reconocería?
- A ti nadie te va a reconocer - Luego se dio cuenta de su error - No, de hecho sí, con esa pinta que siempre tienes, nunca pasas desapercibido. Podrías ser relacionado conmigo después -.
Revisó la pila de prendas que estaba dentro de una maleta y le pasó una mezclilla desgastada.
Siempre tenía esa maleta para inconvenientes, su físico le requería poner múltiples disfraces para nunca poder ser reconocido fuera del complejo.
En la limusina solo su amigo conocida como era su aspecto. Su chofer ya estaba acostumbrado a verlo con todas esas pintas que se guiaba por su voz.
- ¿Por qué no entras como "familiar"? Sería más sencillo que todos cooperarán más fácilmente -.
- No lo veo muy factible, es mejor que mantenga un perfil bajo en estos momentos y que no sepan que el mensaje ha llegado a mi. Tampoco quiero tener tanto alboroto, me gusta pasar desapercibido ante esas féminas que siempre andan diciendo que soy escandalosamente atractivo - Puso sus ojos en blanco algo cortado.
Aún recordaba los murmullos en las contadas ocasiones que había pisado por el vestíbulo.
- No olvides tu aura magnética que atrae a todos como si fueras una luz - El guardaespaldas se río por lo bajo. Otro que siempre andaba serio.
- Diablos, Águila, no empecemos con eso, me gusta que alcen mi ego, pero no para tanto - Le pasó una camisa negra de seda y luego unos tenis del mismo color.
Él ya tenía su atuendo, solo había que acentuar algunos detalles más, cómo bajar los hombros para parecer inseguro, darle un matiz de rastre a su voz, fruncir los labios para aparentar mal humor y un paso poco seguro.
Al terminar de acomodarse cada prenda en su lugar, salieron de la limusina. Ambos se evaluaron el uno al otro para saber si representaban bien su papel.
Simón bajo el cristal, antes de marcharse.
- Señor, su tarjeta - Le pasó un pequeño rectángulo de plástico dorado que brillaba como el oro, el cual tenía escrito una serie de barras. Qué servía para dejarle pasar a hacer su trabajo sin contratiempos.
- Gracias Simón - La limusina desapareció poco después.
- ¿Esa gorra que? ¿por qué no te la pones? -.
- Pensé que es mejor para ti, aún sigues pareciendo "escandalosamente atractivo" - El chico se carcajeo.
Libardo le golpeó el hombro lanzandolo unos pasos más adelante.
- Pinche buey - No sé cansaba de tomarle el pelo.
- Soy águila - Recalcó el guardaespaldas.
- Qué más da, los dos son animales -.
Caminar rumbo a la empresa mientras siguieron metiéndose el uno con el otro.
Las puertas acristaladas se abrieron ante ellos sin necesidad de tocar, llevándoles un aroma agradable.
Estaba satisfecho de todo el diseño interior hecho por uno de sus becados que en esos momentos trabajaba para una empresa amiga.
El piso era de mármol blanco brillante, muebles minimalistas que cubrian espacios sin parecer un estorbo, y una pequeña fuente que se alzaba a un costado, rodeada de orquídeas, dando un toque de frescura al interior.
Caminaron hacia la recepcionista, una mujer recordada de trato amable.
- ¿En qué les puedo servir caballeros? -.
Libardo mostró expectante su tarjeta dorada, alzandola para que se pudiera ver claramente. El silencio se extendió como el viento.
Todos sabían que las personas con esas tarjetas tenían libre acceso a cada rincón de la empresa, no había nada que le cerrar el paso. Porque esas personas venían de parte del "familiar del CEO" a hacer el trabajo que les mandara.
Ella sonrío nerviosa, tomó aquel rectángulo con reverencia y lo paso por el escáner. Efectivamente; era auténtica.
- ¿Qué trabajo van a hacer? Tengo que registrarlo - Los repasó una vez más para tener que cotizar más tarde y le devolvió la tarjeta.
- Escaneo de la red eléctrica de todo el edificio - Dijo arrastrando las palabras como si fuera un martirio. Y le mostró la caja que tenía en una de sus manos.
- Perfecto - La mujer tecleo en la computadora que tenía un costado - Ya pueden pasar, cualquier cosa que necesiten háganlo saber -.
Se adentraron al primer piso para iniciar al trabajo. Habían pasado con éxito el vestíbulo. Saco los materiales de la caja y le dio su parte a su compañero.
- Ten, ponte a trabajar - Le recalcó.
- Sí cómo no, pues ve comenzando que yo te sigo - Señaló con la cabeza el guardaespaldas.
Pasaron por cubículos y puertas, quedándose un rato parados frente a paredes por donde pasaba los cables de electricidad.
Mientras Águila hacía como que realizaba el trabajo pesado y él como que registraba todo en una tablet, se dedicó a observar las formas de energía de las mentes.
Cuando hubo terminado pasaron al segundo piso. Tenían que encontrar conexiones que condujeran al encuentro del CEO, ya sea cómplices o personas que tuvieran registrado algo que les ayudara.
Piso piso fueron ascendiendo.
- ¿Quiénes son ustedes? ¿qué hacen aquí? No se permiten intrusos en esta zona - Les intercepto un hombre grueso de mal talante.
- Estamos en una revisión de la red eléctrica del edificio, puede preguntar en recepción - Dijo al ver la duda cruzar por ese rostro, no hacía falta leer la mente para saber.
El hombre fue al teléfono más cercano y llamo. Regreso algo contrariado y aún desconfiado.
- Muéstrame la tarjeta - Ordenó haciendo valer su estatus de empleado, que no supieron cuál era, pues aquí todos llevaban traje.
Paso su mano por su bolsillo trasero sin dejar de mirarlo, y alzó la tarjeta hacia el rostro del hombre, para que el observar a con claridad.
- Sigan y cuidado con lo que hacen. Los estaré observando por si se pierde algo - Y les dio la espalda.
- Ese tipo a de ser nuevo - Comentó su amigo.
- Sí, es nuevo - Dijo tras un vistazo a la mente - De todos modos, no vio nada, solo tiene mal carácter -.
- Sigamos entonces, qué nos está vigilando por si algo se pierde - Se burló.
Siguieron su ruta en busca de cómplices concientes o inconscientes hasta los pisos más altos de este imponente edificio.
. . . 🧐😐😒
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