Águila
Su guardaespaldas principal rondaba cerca, por el mismo campus. Observando a cada estudiante con mirada de águila.
Era algo excéntrico, lo que hacía que atrajera miradas al caminar. Su pelo largo y negro que le llegaba hasta el hombro. Su delgada complexión atlética, su atuendo negro, salvo los tenis blancos.
Podría haber un enemigo entre este inocente ganado. Tenía que cuidar a su cliente y amigo, su honor estaba en juego más que el dinero, aunque también era muy importante si quería seguir siendo independiente.
Un grupo de chicas le miraban y cuchicheaban. Podía escuchar frases como "atractivo", "sexy", "cuerpo bien marcado", "¿Sería mucho más sexy sin tanta ropa?". Vayas chicas, pensó.
Más al fondo andaba un grupo de chicos escuchando. El líder parecía molesto por los comentarios, su vanidad parecía superar todo en ese momento.
Cuándo entró al sanitario, el grupo de chicos seguido del que parecía el líder, a una señal, despejaron todo el pasillo y el jefe aprovecho para cerrar la puerta. Bibujando una sonrisa satisfactoria por tal acción.
Iba de salida, y la puerta no habría.
- ¿Qué demonios? -.
Por un momento pensó en tumbarla de golpe, sin complicaciones. Sin embargo tenía que pasar desapercibido, bueno, algo más desapercibido según Libardo. Era mejor esperar a que alguien viniera abrir.
Se sentó en el piso sin importarle el frío que desprendía y cruzó las piernas, puso sus palmas sobre sus rodillas y cerrar los párpados, dejando de lado el mundo.
No pasó mucho y alguien desde fuera, intento abrir. Tal vez un alumno que quería ocuparlo. Cuando la puerta se abrió, vio aparecer una rubia de ojos azules.
- Hola, ¿estás bien? -.
El asintió, pero permaneció en la misma posición.
- Ese chico siempre es un idiota. ¿Cómo puede ser hermano de una chica tan lista? -.
Ella camino hacia la pared en busca de papel, se paró frente al espejo y limpio su rostro. La observa un poco más, para descartar el letrero de enemigo. No era más que otra belleza como tantas otras.
Se levantó y giro hacia la puerta listo para salir. Le iba a agradecer cuánto fue impulsado por alguien que traía una gorra calada hasta las orejas.
Al fin salia de su escondite el enemigo. No tenía pinta de querer pasar nomás al baño. Era su mirada la que le indicó que era algo más. Era muy bueno para detectar este tipo de indeseables.
La chica espantadas se pegó hacia la pared más próxima. Aquel pareció darse cuenta de esa intromisión, ya era tarde. Vio cómo le lanza una mirada asesina.
No solo quería deshacerse de él, sino también de una inocente. No se lo iba a permitir.
Le lanzó una patada girando la cadera para darle un golpe con fuerza. Intentando sacarlo de los baños. Fue bloqueado con otra parecida.
Fue un duro intercambio de golpes por la supremacía. No se dejó cegar por la ventaja que parecía tener sobre el otro, sabía que eso podría volverse en su contra.
Al parecer el sujeto no era tan bueno como el, o ¿no era eso? Observó con más detalle sus movimientos, y entonces lo captó. Parecía estarlo probando.
¿Que estaría buscando este sujeto? Quiso terminar con la pelea dejándolo noqueado para llevárselo e interrogarlo.
El sujeto capto su intención y se valió de la chica para escapar. No pudo evitar que ella se lastimara cuánto fue empujada con fuerza junto a un retrete, que se fragmentó.
El dolor de la chica le detuvo de correr tras el enemigo.
Dudo porque el sujeto se le estaba escapando y era necesario capturarlo por el bien de Libardo, pero tampoco podía dejar a la chica, que solo estaba en el lugar inadecuado.
Se debatía entre correr y quedarse. Su honor le empujaba a salir y su ética quedarse.
La chica estaba sangrando del brazo apunto de desmayarse. No le podía dejar morir en un baño y despertar cada noche reprochandoselo. Eso fue lo que le hizo decidirse.
Se acercó a ella y la cargo, antes de que se desvaneciera.
Busco en cada piso la enfermería. Para entonces lucía algo asustado, ella estaba cada vez más pálida, ya de por si las chicas no eran su fuerte, prefería luchar con un león está cerca de ellas.
Fue un alivio dar con un cartel que le indicó que había llegado al lugar deseado. El doctor la atendió y al fin respiro. Qué mujer tan problemática.
Espero a ver que la joven despertara, y dejarla, no podía irse sin que abriera esos ojos. La observó desde el asiento, como subía y bajaba su pecho, con lentitud, al respirar.
Las mujeres eran hermosas cuando no habrían la boca, cuánto no lanzaban extrañas miradas. Eran perfectas cuánto dormía.
La mujer se removió y al poco rato despertó, luciendo algo asustada.
- Ya está segura - Le afirmó para dejarla tranquila.
¿Quién habría mandado a esa persona un lugar altamente concentrado de jóvenes? Parecía que no le importaba dejar rastros con tal de alcanzar a su amigo.
Y además le habían dejado encerrado en un baño. Ella había dicho que un joven, tal vez de los que estaban afuera cuando entró a los sanitarios. No podía creer que existiera chicos tan inmaduros a esta edad.
Ella interrumpió sus pensamientos. ¿Qué había dicho? Se removió incómodo. Era hora de irse, debía limitar el contacto con esta mujer.
- ¿Quién es ese tipo loco? ¿cómo se atreve a pelear con un arma dentro de la uni? Ni siquiera me dejó opción de irme y encima me hirió - Ella puso su mirada intensa sobre él.
Lo que le hizo tragar nerviosamente. ¿Por qué se había imaginado un huracán de repente? Quería correr de ahí cuántos antes, el huracán parecía ser de muy peligrosa categoría.
- ¿Andas acaso en malos pasos?, ¿te vinieron a cobrar hasta aquí? Ese tipo de negocios deben hacer fuera. Podría haber una masacre, oh, dios...-.
¿ Por qué hablaba sin parar? Le estaba dando dolor de cabeza. Ella era de las parlanchinas, de las que hablaban hasta vaciar su cabeza de palabras. Por algo había huido de casa.
Se levantó como un resorte, entonces ella se calló.
- Tengo que irme - No iba a quedarse.
- Espera. . . -.
Se detuvo en la puerta con un pie fuera. Lo que sea que dijera debía ser corto, muy corto. Giro un poco el cuello para darle a entender que la escuchaba.
- Gracias. . . espero volver a verte - Su voz contenía esperanza.
No le contesto y salió cerrando detrás de sí, dejándola en buenas manos. Tenía que ir antes de que ella lo volviera loco.
- "Yo espero nunca volver a verte" - Se dijo para sí con una extraña sensación recorriendo su piel. Como la de un presagio de mala muerte.
¿No podría haberse topado con una chica menos intensa? La mayoría eran demasiado habladoras de todas formas.
Camino lo más lejos que pudo de ese punto, alejándose como si lo estuvieran casando unas feroces serpientes.
Términos su inspección y volvió a un alto edificio ultramoderno que tenía estampado sobre una de sus paredes un gigantesco letrero que anunciaba a quién pertenecía semejante monstruo.
Desvío su camino hacia la parte trasera, donde había una infinita tranquilidad para descansar su mente, y quitarse el dolor de cabeza.
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