Camino lentamente por la acera, la cual en estos instantes rebotaba el reflejo del sol. Haciendo que sintiera el calor traspasar su fina ropa. Jaloneó su playera para dejar que el aire ventilar a su poderoso pecho.
No había gente a esa hora, era extraño, pues era una de las calles aledañas a la universidad.
Tranquila pero no de cierta.
Su chofer lo saludo del otro lado de la acera, recargado en un poste, tal vez aburrido de estar adentro.
Miró los dos lados de la carretera y dio su primer paso que se obligó a retroceder al ver algo fuera de lugar, por la periferia de su lado derecho.
Un taxi pasó veloz a escasos centímetros de sus piernas. ¿Qué diablos? Lanzó su poder para captar la mente de ese conductor antes de que se alejara más.
No había nada. Literalmente ese hombre estaba en blanco, como si fuese un vacío. De esa mente nació un sentimiento; la preocupación. Luego le siguió el miedo y al final el alivio. Siguió conduciendo por inercia. Sondeo un poco más. Parecía que algo había bloqueado pedazos de esa mente al pasar por ese tramo en específico.
Retrajo su poder y miro a lo largo de esta calle, a cada edificio y tienda que la conformaban. Lanzó nuevamente su poder para captar la energía de las mentes. Sintió los pensamientos de lo cotidiano y vano, de la tranquilidad del apresuramiento. Nada fuera de lo normal.
Sin embargo, podía sentir algo extraño en esa parte, cómo si lo jalaran a un vacío deprimente, capaz de succionar su mente.
Volvió su atención a su limusina y se apresuró a cruzar el camino. Tenía la urgencia de salir de este tramo cuanto antes.
El chofer le abrió la puerta de la limusina.
- ¿Está bien señor? Esos taxistas que no saben conducir cómo se debe, deberían quitarle su carnet de conducir - Su voz preocupada era reconfortante.
Ciertamente había tenido un sobresalto, por un breve instante había imaginado que era gente que habían mandado a asesinarlo. No tenías un historial negro, pero si un enorme secreto.
Un secreto muy bien guardado por el bien de la humanidad, mismo secreto que guardaba también su madre. Dos seres capaces de alterar el mundo.
- Estoy bien, no hay de qué preocuparse, volvamos a casa, ya lo investigaré más tarde - Se acomodó en el fresco asiento de cuero.
- ¿Cómo le fue a señor? - Continuo su empleado, no parecía estar conforme con tan pocas palabras.
Aquellos guardaespaldas no habían visto la necesidad de salir.
- No estuvo mal, Simón, parece una buena escuela - Y muy entretenida, por ser tu primer día.
Simón no dijo más para no incomodarlo y lo dejo en su edificio, uno de los más altos y lujosos de la ciudad.
Entró por la puerta trasera del edificio. La parte delantera era la cara de su empresa, llena de empleados trabajando ferviertemente para mejorar sus ganancias. Nada más cruzar el umbral de la entrada del primer piso se vió rodeado de sus guardaespaldas.
- Señor - Dijo el segundo al mando.
- Hoy ya no saldré, vuelva al centro del comando - Los despidió.
- Cómo ordene, señor -
Sus empleados desaparecieron como el humo, dejándolo solo. Esta parte del edificio siempre estaba desierta a petición suya, con una sola persona que cuidaba la entrada. No quería atención innecesaria.
Esa parte tenía una puerta que lo llevaba un piso especial, en dónde gente de su total confianza podía entrar. Una de ellas su secretario personal, el cuál se encargaba de recolectar toda la información y papeles que debían tener su atención.
Unos pasos más y le recibió un ascensor privado, en dónde introdujo su huella dactilar y una tarjeta, se recargo sobre su mochila en una de las paredes de aquella caja.
Había sido un día cansado, muy cansado, y luego ese accidente que le dejó extrañado. Ese sentimiento no la había gustado, en absoluto. ¿Sería la energía del lugar o alguna otra cosa?
Al llegar al último piso del edificio y salir del ascensor, lo recibió el aroma de una rica comida. Le gustaba los camarones sin piel en salsa de tomate con verduras al vapor. El cocinero sí que se estaba esmerando como siempre.
Una persona joven y delgada apareció en la entrada. Le tendió la mochila mientras le saludaba con una ligera inclinación de cabeza que el otro devolvió. Se cambió los zapatos por los de casa.
- José, quiero que revises las cámaras de la ciudad, hoy tuve un extraño incidente que atrajo mi interés.
El joven lo siguió, después de dejar la mochila en su lugar, por más información.
- ¿Cuáles son los detalles? - Tenía una tablet en la mano.
- La calle F, es de una de las que están cerca de la universidad. Investiga también al taxista. No quiero cabos sueltos -.
Se tiró en uno de sus sillones favoritos quedan a un ventanal, el cual sustituye una pared entera.
Una espléndida ciudad le devolvió la vista, bañado por el atardecer, que producía sombras por los altos edificios.
El secretario se sentó en una mesa cercana hizo las llamadas pertinentes para que hackearan la red de la ciudad, más en concreto el punto que le indicó el jefe.
- ¿Algo pendiente? - Inquirió a su secretario personal.
- Por supuesto, unos proyectos para afirmar que mandó su CEO, las cuentas que pidió que revisaremos con los asesores financieros y las posibles personas que podrían ayudar encontrar el elemento químico -.
- ¿Cómo va la entrega de materiales para el complejo? -.
- Mañana se estará realizando el transporte, ya se han completado todos los pedidos para los científicos - Corroboro en su lista de la pantalla.
- Si no fuera por los resultados de las ganancias que producen, no les dejaría pedir tantas cosas - Lanzó un suspiro de pesadez.
El secretario extrajo unas carpetas entre su orden de la mesa y camino hacia él. Las tomo y recogió el lapicero azul que le extendía.
Hecho un rápido vistazo a las hojas. Todo estaba ordenado con pulcritud, cómo le gustaba mandar los papeles su CEO. Sonrío con la comisura de sus labios y estampó las firmas.
- ¿Alguna noticia del CEO de la zona sur del continente? -.
- Mandó un resumen de cómo le están yendo al nuevo fármaco producido en esa zona -.
- ¿Y bien? ¿cómo le está yendo? - Volvió a recargarse en el sillón.
- Los reportes dicen que está siendo bien aceptado por el mercado local, sus efectos adversos son bajos, hay un bajo porcentaje de quejas, y los rumores de siempre -.
- Los negocios son negocios, saben que hacemos fármacos que tengan un bajo efecto adverso en los consumidores. Me imagino que ya volvío a encontrar personas de prestigio que apoyen nuestra buena imagen ante la sociedad -.
- Sí, por supuesto, aquí menciona media docena de científicos con un alto estándar ético -.
- Bien, déjaselo al CEO, confío en él, por eso le di el puesto -.
- Es todo - Dijo José, después de despegar su vista de la tablet.
- Despiértame en un rato y comemos - Cerro los ojos para descansar y relajar la mente.
El secretario volvió a concentrarse en su trabajo. Se escucharon las teclas de una computadora, que trabajaba con rapidez y precisión, manteniendo al día la agenda del joven magnate.
La tablet descansaba un lado junto a los papeles.
. . . 😯🤔✏️
:0
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 117 Episodes
Comments