Eran ya las diez de la mañana, había arreglado algunos detalles antes de poder irse a la universidad y comenzaba a hacerse tarde.
Llamó a su chofer para poder cambiarse y pasar desapercibido. El traje solo le haría resaltar un poco más, pues le hacía ver como lo que era.
Un espécimen muy masculino y poderoso, capaz de desconcertar a cualquier fémina su pasó, y sí además le agregabas un traje a medida que le sentaba de maravilla, entonces podrías encontrar otro tanto de féminas perdidas.
No iba a ir de cacería, bueno sí, pero no de la forma en que se pensase, sino de empleados.
Dio instrucciones de recogerlo más tarde, y en un lugar lejano, no quería que el alumnado hiciera conexiones. Puede que no le conociesen el rostro, pero si la empresa, y quién aparte del dueño o un familiar ostentaria tanta riqueza para que no se fijasen.
Tuvo que prescindir de casi todos sus guardaespaldas, que eran como múltiples sombras que salían de él. La costumbre le hizo por un instante olvidar ese detalle, ya que ellos solo salían cuánto eran requeridos.
Conseguir a estos chicos le había costado, porque era un ser con poder debido a los genes de su madre.
Había buscado personas que superaran su talento sobrenatural, personas muy capaces, perspicaces, y buenas en lo que hacían.
Porque la fuerza no era su fuerte, aunque sí superaba un entrenamiento básico para auto protegerse. Era un chico demasiado brillante para que le cuidara personas promedio, tenía que ser de élite o no conseguiría en el trabajo.
Ya vestido de incógnito se dio unos toques más; se despeinó por completo su bien peinado cabello, se froto la ropa con fuerza para que luciese algo arrugada y no tan pulcra.
Debía tener un aspecto de universitario y no magnate.
Quedó ligeramente satisfecho. Cómo que faltaba algo, pero no daba con qué.
Ocultar color de sus ojos con lentillas cómo lo hacía siempre que estaba rodeado de gente, ya que su simple mirada podía provocar distintos tipos de accidentes.
Bajo de la limusina, oculto en una de las calles aledañas a la universidad, menos transitadas, para ir a hacer su trabajo.
El chofer le alcanzo. Alzandole una mochila con lo básico. Se dió un golpe mental, no iba a darse uno real frente a su empleado.
- Gracias Simón, puedes retirarte - Estaba acostumbrado a no llevar nada que había olvidado ese insignificante detalle.
Entró junto con la marea de alumnos que se apresuraban a llegar a su salón a tiempo, antes de que el profesor les vetara de la clase por retardo.
Paso por el salón de los profesores para conocer al primero que se lo llevaría a su clase y recoger el calendario de distribución de las siguientes semanas.
- Buenos días joven, debe ser "el recolector" ¿verdad? - Dijo un hombre muy delgado con grandes gafas cargando un portafolio.
Asintió.
El hombre le había dado una rápida mirada.
- Sígueme, mi clase está cerca - Le condujo a través de una hilera de puertas y se detuvo en una.
Entró detrás del profesor de la materia, no hacía falta ninguna explicación de su presencia para los demás.
- Puede tomar cualquier asiento que guste, joven. Es un placer tenerlo primero en mi clase - El hombre le hablo con respeto olvidando que aquel chico debía pasar desapercibido.
Le palmeo el hombro y le señaló el aula, ya ocupado por los estudiantes en su mayoría.
Escogió un asiento que le permitiera mirar por completo a cada individuo; un asiento del fondo.
Por la mente del profesor pasó algo interesante. "Me gustaría ser joven para trabajar en empresas desde joven".
Los ojos de las chicas lo siguieron como metales a un imán. Su presencia había causado cierto impacto en ellas. Aún tenía la sensación de haber olvidado algo.
- ”Qué chico tan bueno", "¿será que va mucho al gym?", "Qué sexy es", "está buenísimo", "¿que estará haciendo aquí?", "es más lindo que un modelo", "He encontrado al hombre de mi vida", "está más bueno que el pay"... - Todos esos pensamientos fueron escuchados por él, al ir sondeando las mentes en su breve reconocimiento del terreno.
Algunos chicos no se quedaron atrás con sus evaluaciones.
- "Niño bonito de papi", "¿qué deporte practicaba para verse tan bién?", "oh dios, ya tiene babean todas las chicas", "parece un buen tipo", "¿será otro modelo sin cerebro?", "demasiado bonito para ser inteligente" -.
Apretó la mandíbula para no reír, pareciendo estar estreñido. No quería distraerse más de lo que debía, o no podría realizar su trabajo.
Durante la clase, su análisis de los alumnos no le aportó ningún avance, porque muchos estaban distraídos por su presencia.
¿Por qué le dedicaban tantos pensamientos y a un alumno como tantos otros?
Cerro su cuaderno al terminar la clase, con la hoja en blanco, y el rostro pegado al pupitre, molesto por las arduas miradas.
Alzo la vista y les dedico una mirada fría para ahuyentar a toda aquella valiente que intentara acercarse. Nadie se atrevió a acercarse a ese lugar donde manaba el frío.
¿Qué había estado mal con él? ¿Que se le había olvidado? Sí portaba su disfraz de alumno despistado.
Tomo sus cosas para salir de esa aula, después de ver salir a la mayoría. Revisó la hoja con el segundo salón. Camino rápidamente para ser el primero en llegar.
Tuvo suerte, solo estaba el profesor y unos pocos alumnos. Se sentó en uno de los asientos del final, en espera de que comenzará la nueva clase.
Está universidad le gustaba, por sus alumnos de todo el mundo. Chicos que se esforzaban para encontrar un cupo que les deparará un buen trabajo remunerado.
Podría encontrarse latinos, rusos, coreanos, alemanes, africanos, hindis, japoneses o chinos, lo poco que podía identificar.
Un lugar perfecto para encontrar la clase de personas que necesitaba para recuperar a su padre.
Recargo su cabeza sobre su puño mirando a los demás entrar.
¿Cómo había ocurrido el accidente? Su casa era una fortaleza controlada por su madre, un lugar impenetrable e inaccesible, rodeado de un espeso bosque y muy accidentado, desde donde la forma más segura de llegar era un helicóptero y puedas que a pie, pero fuertemente armado, por la fauna salvaje nativa.
¿Por qué tenía que volver a sufrir su madre? Ella lucia decaída desde el accidente y lo seguiría mientras no encontrará una solución.
La clase comenzó, lo único que pudo obtener de nuevo fueron cientos de pensamientos relacionados con él.
Si fuera de creencias, diría que este día se había levantado de lado equivocado de la cama, pero sabía que debía estar relacionado con algo que no recordaba.
Al terminar la clase aventó sus cosas dentro de la mochila y salió, intentando recordar que había olvidado. Repasando cada detalle del día.
Un destello vino a su mente. había olvidado el glamur.
Iba tan distraído, que ni en su mente escucho lo que pasó.
Una puerta se abrió de repente, un golpe le dio de lleno en el rostro.
Su nariz comenzó a sangrar.
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