Capítulo 19

Marcos:

Guío su cuerpo hasta el jardín de árboles frutales. Tengo que hacerlo ya, tengo que ser sincero con ella. Tendré más tiempo de tranquilizarla y convencerla de que se quede conmigo sin tener que retenerla a la fuerza, solo tengo que dejar ir la información de manera tranquila y resolver las posibles dudas que le puedan surgir.

—¿Qué pasa Marcos? —pregunta haciéndome volver a la realidad, sus ojos están bien abiertos, se le ve algo confundida o nerviosa, yo solo quisiera mostrarle lo que soy y que al final no quisiera salir corriendo. Quisiera que ella me aceptara y todo vaya un poco mejor… un poco más rápido también, pero tengo que ir paso a paso, esto no será nada fácil.

—Alice, soy un Alpha —escupo y me mira confundida, una ceja se alza un poco. Claro que lo está, tengo que percatarme de todos sus movimientos, no quiero que huya, pero en su rostro hay pura confusión.

—¿Qué? —lo que me esperaba.

—Soy un Alpha —repito y su mano deja de moverse miro como endereza su espalda.

—No entiendo qué quieres decir con eso… ¿Qué es un Alpha?, ¿es un comportamiento?, ¿una secta?, ¿eres narcotraficante? —dice de manera rápida, no puedo evitar soltar una carcajada, pero al verla tan seria trato de recomponerme.

—No, hermosa— vuelvo a tomar su mano para asegurarme que no escapará de mí, pero esta vez ella no corresponde a mi tacto.

—Soy un Lobo Alpha—Puedo notar que su cuerpo se estremece. Me suelta la mano y comienza a tratar de ponerse de pie, me mira como si me hubiesen salido tres cabezas.

—Alice, no— digo con voz firme y ella se detiene pero comienza a negar con la cabeza zafándose de mi agarre.

—Estás jugando conmigo —trato de tomarla de la mano pero al querer hacerlo ella cae de espaldas resbalándose. Casi de inmediato mi cuerpo reacciona y la tomo en brazos.

—¡Alice! —siento como lucha para alejarse de mí y me detengo.

—¿Crees que eso es divertido Marcos? —está molesta. “Tómala y enciérrala en el cuarto ahora, no la dejes ir” me ordena mi lobo pero tengo que hacerlo con tranquilidad.

—No estoy jugando contigo Alice, lo juro —niega varias veces tocando su cabeza y comienza a caminar—. Alice.

Vuelvo a rodear su pequeño cuerpo en mis brazos pero ella me rechaza. Mierda no hagas esto por favor.

—¡Suéltame Marcos!, no entiendo nada de esto, ¿Por qué me estás diciendo esto ahora?, ¿hombre lobo?, ¿de verdad crees que me tragaré esa estupidez? — tengo que soltarla o la terminare lastimando.

—No Alice, no es una estupidez, es lo que soy, es lo que somos —bufa alejándose un par de paso más.

—Estás loco ¿Cuál te fumaste? —está volviendo a la casa

—¡Alice!— entra y cruza el largo pasillo  hasta llegar a la puerta pero me he encargado de eso y le he puesto varios seguros.

—¡Déjame ir!, devuélveme a casa ahora —golpea varias veces la gran puerta de madera.

—No puedo —digo y lucho por controlarme, tengo que ser paciente

—Claro que puedes, no pienso seguir aquí —A pesar de todo esto me esperaba una reacción más histérica, vuelve a golpear la puerta y trato de lucir lo más tranquilo posible.

—No puedo dejarte ir Alice, te lo he dicho, te necesito —entorna los ojos y hace un extraño ademan con las manos.

—¡Basta Marcos!, llévame a casa o me iré, y no sé como si estamos en mitad de la nada —sonrío al notar lo hermosa que luce cuando está molesta.

—Alice, eres mi mate —arruga su frente y niega masajeando sus sienes.

—No soy nada de eso, ultima vez que te lo pido o comenzaré a gritar —aprieto los puños y me acerco a ella, pero ella retrocede a cada paso que doy en su dirección.

—Aléjate Marcos —su voz es temblorosa, continúo caminando mientras recorro su hermoso y pequeño cuerpo con la mirada… mi presa, es mía, estoy seguro nació para ser mía. Llego hasta que 1 centímetro separa nuestros rostros.

—No me alejaré de ti, no puedo… tu eres… mía —me acerco una vez más a su cuello, no puedo evitar mantenerme cerca, me encanta. Quiero marcarla, su piel me grita que lo haga en este momento, “Hazlo, por favor” grita retorciéndose mi lobo.

Su resistencia me causa dolor, prácticamente estoy llevando una batalla conmigo mismo, con mi lobo y con mi mate. Sus pequeñas manos chocan contra mi pecho y apenas logra moverme, rodeo sus muñecas para evitar que siga lastimándose.

—No luches por favor —me acerco a su rostro besándola y ella muerde mi labio—. ¡Mierda!

Me quejo y noto como brota un poco de sangre. Cuando menos pienso Alice está en la puerta liberando los seguros.

—¡Basta Alice! —digo con voz fuerte pero intenta torpemente abrirlos—. ¡BASTA!

Se vuelve a mí con los ojos bien abiertos. Mierda la he asustado. Sus labios están pegados y me mira expectante, puedo ver que está asustada.

—Alice, por favor, no intentes irte —digo más tranquilo y acercándome a ella.

—¡Basta tu Marcos, estás jugando conmigo!, ¿enserio crees que me creeré todo esto?, pensé que eras diferente —dice con dolor, cree que soy un idiota como todos los del campus.

—Por favor créeme Alice —niega una y otra vez

—¿Qué quieres? —pregunta y por su tono de voz sé que está a punto de llorar.

—Que te quedes conmigo —digo de manera tranquila

—Abre esta puerta ¡ahora! —da varios golpes. Peores cosas a sobrevivido esa puerta no creo que los pequeños puños de Alice le hagan daño—. ¡AYUDA!

Sin que se percate la rodeo con mis brazos y cargo su pequeño cuerpo dirigiéndome a la planta alta

—¡SUELTA MENTIROSO!, ¡BAJAME! —llegamos a la alcoba principal y la coloco en la cama pero ella se pone de pie de un brinco.

—Alice —trato de hablar, pero ella corre hacia el baño y tarda un poco en abrir la puerta pesada pero al final se mete dentro. ¿Qué mierda voy a hacer? —. Alice, por favor sal de ahí, tenemos que hablar.

—¡AYUDENME!— escucho sus gritos y recuerdo que el baño tiene una pequeña ventana con bonita vista, “Va a saltar” mis ojos se abren como platos y sin pensarlo derribo la puerta.

—¡Alice! —miro que esta de puntitas tratando de alcanzarla pero es demasiado pequeña, respiro tranquilizándome y ella grita asustada.

—¡¿Pero qué te pasa monstruo?!— es verdad lo soy.

 —Quédate, por favor, quédate conmigo —digo en un susurro.

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