Capítulo 7

Marcos:

Estoy esperando a que ella vuelva, se ha ido al baño con Maddox, según lo que percibí no se siente mal por estar cerca de mí, en realidad el aroma que desprende es todo dulzura y solo me hace todo más difícil porque mi lobo no me ha dejado estar tranquilo. No solo es desesperación sino también dolor y desesperación.

La miro cruzar la puerta y mi cuerpo se relaja. Abril saluda de nuevo a Lois y miro como Azura pelea con mi hermano Douglas, sé que le ha dicho que la fiesta se ha acabado, o mejor dicho su tiempo en la fiesta se ha acabado, ella es una niña apenas y no quiero que se meta en problemas y mucho menos que algun idiota de la universidad vaya a hacerle algo.

Por fin Alice llega hasta donde estoy y no pierdo mas tiempo y la tomo de la mano, puedo sentir como es que se estremece.

—Alice, ¿quieres que te lleve a casa? —ella me mira y luego a su alrededor, espero no quiera quedarse en este lugar tan ruidoso—. ¿No quieres?

—Yo… —gruño y termino por soltar su mano,  me apresuro a dirigirme a la salida.

—¿Marcos? —escucho su tenue voz detrás de mí. No la dejarás así, ¿o sí? mi lobo me reclama. Busco en mis bolsillos la cajetilla de cigarros. Mierda se me ha olvidado comprar. Siento un pequeño tacto en mi espalda—. ¿Marcos qué te pasa? —tiene una voz muy suave y tranquila, mi pecho duele y mucho, porque la tengo cerca pero no tan cerca como quisiera.

—Nada, podrías solo… —cállate, me grita mi lobo, lo cual agradezco. Terminaré arruinando esto, pero ella está a punto de rechazarme ¿Cómo quieres que lo acepte?

—Marcos no entiendo qué está pasando, ni siquiera me has dejado que te conteste —dice frunciendo el ceño, se ve tan hermosa, sus labios juntos, esos hermosos ojos entornados y su pequeña y delicada nariz… mierda quiero besarla—. Si me gustaría… —dice bajando la mirada.

—¿Si?, ¿te llevó? —su mirada se suaviza y asiente regalándome una dulce sonrisa. Muerdo mis labios tratando de ocultar mi felicidad, no me ha hecho a un lado.

—Bien— apago el cigarrillo que he prendido por inercia y miro como sus pequeñas manos se entrelazan.  Necesito tocarla. Tomo su mano y voy directo hasta donde está Lois.

—Llevaré a Alice a su casa —digo y Abril abre los ojos debido a la sorpresa, Lois asiente y sé que se quedará con ella. Alice se despide de Maddox y luego vuelve a estar enseguida de mi, no me toma de la mano así que yo lo hago, camino hasta donde deje el auto y le ayudo a subir.

—No me he despedido de Azura —dice

—Ya se había ido —digo y cierro la puerta, no puedo darle tantas explicaciones aun.

Subo al auto y tardo un poco en encenderlo, no puedo creer que esté aquí y mi lobo está volviéndose loco.

—Discúlpame por… —suspiro—. Pensé que me rechazarías.

Tiene los ojos como platos y luego suelta una carcajada que me contagia.

—¿Rechazarte?, ¿por invitarme a salir?—vuelve a reír pero no consigo entender la gracia

—Sí y no fue gracioso para mí —su risa se detiene y me doy una patada en el culo por haberlo ocasionado.

—Discúlpame —dice desviando la mirada

—No dejes de reír, te ves hermosa —veo como pasa su lengua por los labios y vuelve a mirarme.

—No te rechazaría —dice mirándome rápidamente y al mismo tiempo puedo sentir golpes en mi pecho, ella no nos rechazaría, ¿lo ves?, quiere estar con nosotros, vamos bésala. Vuelvo a luchar con mi lobo, ella no lo sabe, tengo que pensar como le daré la noticia sin obligarla a salir corriendo.

Enciendo el auto y comienzo el recorrido obedeciendo a las direcciones que me da el GPS después de que ella ingresara la dirección, todo como si no hubiese estado en el lugar hace un par de horas. No puedo evitarlo, mi lobo la reclama, de verdad quiere estar con ella.

El resto del camino es silencio, pero no me siento para nada incómodo sino al contrario, estoy muy tranquilo por poder tenerla aquí tan rápido.

Aparco fuera de su casa y apago el auto. Tomo una gran bocanada de aire con la finalidad de parecer mucho más tranquilo de lo que en realidad estoy. Tenerla aquí me tiene vuelto loco.

—Gracias por traerme —dice y yo asiento

—¿Salimos mañana? —pregunto y ella asiente mirándome

—Si, está bien —dice y yo me siento más tranquilo, la veré mañana.

—Te ayudaré a bajar —digo y salgo del auto para rodearlo y después colocarme frente a la puerta y ella sale con cuidado.

—¿Dónde nos veremos?

—Pasaré por ti, ¿a las 3 de la tarde?, podemos ir a comer algo y…

—Si, está bien —dice y comienza a caminar hasta la puerta de su casa, me sonríe —. Gracias Marcos.

—Un placer —digo y miro como se adentra para después cerrar la puerta. Echo mi cabeza hacia atrás y no puedo ocultar mi felicidad, si que lo estoy.

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