Capítulo 2

Hoy fue un día muy agotador. Hice mi trabajo de asistente, de secretaria, de aseadora, de domicilio, de recepcionista, UFF. Todo lo que me decía Fred que hiciera lo hacía, pero no me quejo si con eso lo tengo cerca.

—Hola mi niña, ¿cómo te fue en tu primer día? —Me saluda el papá de Fred al llegar a la oficina. 

—Hola señor Taylor. Creo que bien. Hay mucho trabajo, pero no he podido estar en las juntas con Fred. Me tiene de un lado para otro —Me mira sorprendido cuando le digo, y sé muy bien por qué. 

—¿Cómo así? Tranquila Brisa, mañana estarás en las juntas. La idea de que estés aquí es que aprendas el manejo de las empresas —Punto para mí. 

—Gracias por lo que hace por mí. Ya es tarde, mi hora de salida ya terminó. Mañana nos vemos señor Taylor, espero de verdad poder estar en una junta. Hasta mañana —Me despido, agarro mi bolso y salgo corriendo. 

—Hasta mañana pequeña Brisa —Se despide y entra a la oficina de su hijo. 

—Hijo, ¿cómo es posible que no hayas tenido a Brisa en las juntas de hoy? —Entra mi papá muy enojado haciéndome reclamos. 

—¿Ya te fue con el chisme la mocosa? —Debió de encontrársela antes de entrar a mi oficina. 

—Frederick, mañana estaré acá temprano y en cada junta o firma de contrato espero ver a Brisa incluida. La idea es que aprenda como se hacen los negocios para asumir la presidencia en su empresa —Me explica de nuevo, algo que yo ya sé. 

—Tranquilo papá, a partir de mañana Brisa participará en las negociaciones —le digo para que quede tranquilo. 

—Eso espero —me responde y se va enojado. 

Llego a la empresa con mi “nuevo” bebé. Estoy ensayando su motor para poder ingresarlo a la subasta de fin de mes. Es un chevy clásico de 1957, le hice cambio de cojinería de lujo, frenos de disco y motor eléctrico GT. espero ganar en la subasta el 200% de lo que invertí.

Cuando me bajo del auto sale el portero don Manuel, y se queda mirando mi auto.

—Hola mónita. Ese auto me trae recuerdos, esta muy uvita. Así tenía mi abuelo, uno que cuidaba mucho. Le decía el cariño verdadero —Me dice mientras lo acaricia, recordando el pasado. 

—Ni se compra, ni se vende —completo la frase. 

—Pero lo tuvo que vender. Su negocio quebró y tuvo que salir del Chevy —Mira el auto con tristeza. 

En ese preciso momento llega Fred, baja de su limusina y se queda viendo mi auto.

—Señorita Storm, ¿es que su dinero no alcanza para comprarse un auto último modelo? —me dice mirando despectivamente a mi auto. 

—Hola Fred. Sí, pero mi dinero lo invierto restaurando autos clásicos. Es así como mi hobby y luego subasto a mis “bebés” en el “London Barn Finds”—Le explico, y sé que se asombra aunque lo disimula. 

—Interesante… A partir de hoy la necesito en las juntas que estén programadas y las firmas de contratos. La idea es que en estos 3 meses aprenda a hacer negociaciones. Espero que sepa que se debe hacer—Sube las escalas para dirigirse a la entrada del edificio. 

—¡Claro, que bien!

Salgo detrás de él y lo sigo hasta la oficina, pero en el trayecto no me dirigió palabra. Y si le hacía alguna pregunta me contestaba en monosílabos.

Veo que la niñita en menos de una semana ya se lleva bien con todos los empleados de la empresa.

Saluda a todos por su nombre, es bullosa para saludar, le gusta vestir de colores alegres, mantiene con unos audífonos puestos, canta a todo volumen cuando está en su escritorio, anda mascando chicle a toda hora y haciendo bombas.

Y ni que decir de las selfis que se toma en cuanto espejo ve y con las empleadas. Ya le he llamado la atención de todo esto, pero solo me ve, me pone ojos de Jordano y sigue en las mismas.

No la soporto, interrumpe mi paz, no veo la hora de que se largue a su empresa.

—Fred, ya me voy. Salimos varios empleados para un pub cerca. El Nicholson’s por si nos quieres acompañar. El señor Tanaka va a ir, es que vamos a celebrar mi ingreso en la compañía —Entra a mi oficina sin tocar a hacerme una absurda invitación 

—Señorita Storm, yo no asisto a esos lugares, pues no es mi ambiente. Que disfrute nos vemos el lunes —Le contesto tajante para que se vaya. 

—Que lastima Fred, me hubiera gustado compartir un rato contigo. Será para la próxima, el lunes nos vemos —Por fin se va. 

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