capitulo 12.- Una competencia importante

La gente un poco desconcertada se quedaba observando asombrada lo que sucedía, incluso regresaban la mirada hacía los dos muchachos que hacían calentamientos en la calle como si su vida dependiera de eso.

Yunuen se incorporó y tomó su lugar en la línea imaginaria junto a Naay. Los dos parecían muy determinados.

— ¿Entonces a quedado claro?.— pregunto Yunuen quien no apartaba la vista al frente.

— Por supuesto, el primero que traiga un gato al callejón será el que esté arriba.— Naay tampoco parecía querer perder.

Ambos habían quedado de acuerdo en una competencia de búsqueda para determinar quién tomaría el lugar activo de la relación después de que Yunuen tampoco quería ser el pasivo. Naay no logró convencerlo, pero será más fácil ganar que convencer a ese cabeza hueca.

— Entonces ¡Ahora!— Gritó el pelirrojo iniciando.

Los dos salieron disparados. Cuando Yunuen caminó hombro con hombro sobre Naay, el moreno le metió un pie. El pelirrojo tropezó y cayó al suelo rodando, pero logro levantarse después y el otro aprovecho alejarse. Cuando de nuevo ya iba alcanzarlo, Naay tiró unos botes de basuras en el camino, inevitablemente Yunuen terminó chocando con ellos y fue más difícil brincarlos.

— ¡Oye! ¡Deja de hacer trampa!

— ¡Nunca dijimos que no se podía!—

Naay se subió a la valla de una casa y abrió el portón a un perro que parecía furioso, cuando el animal vio al pelirrojo viniendo, corrió a él y comenzó a perseguirlo.

— ¡Grandísimo hijo de...!

Cuando por fin el menor desapareció, tomó de nuevo su posición delantera en la carrera. Pero aquí lo importante era encontrar al gato. Miró por todos los árboles y en los cercados de cada hogar, detrás de los arbustos y sobre los tejados. Hasta que por fin vio a unos posando muy perezosos en la banca de un parque. Recogió a uno que con suerte se dejó agarrar. Era suave y muy gordo. Como el gato con el que solía jugar en su gran casa.

Corrió de vuelta con el animal bajo el brazo como un gran saco de patatas. Estaba de camino cuando vio a Yunuen desde el otro lado también regresando con un felino pequeño en las manos. Aceleraron ambos el paso, la idea era llegar al callejón primero. Cuando Naay lo logró sintiendo la victoria en las manos se llevó con una gran sorpresa al ver un montón de esos felinos dentro jugando entre ellos. Yunuen pidió permiso cruzando a lado de Naay que parecía sorprendido y el pelirrojo dejó al nuevo animalito en el suelo junto a los demás que había traído, agachandose con ellos tomándose un descanso para jugar, incluso el gran minino que el moreno tenía cargando saltó de sus brazos para ir donde Yunuen quien comenzó a reír.

— Ah, olvide decirte que soy popular con los gatos.

— ¿Quién es el tramposo aquí?

El moreno hizo una mueca, podría ser fuerte, pero no puede competir con un chico tan impredecible como ese.

Ambos volvieron a la casa de Yunuen mientras la noche comenzaba caer. Por supuesto el moreno estaba de mal humor cuando se recostó en el cama con las manos detrás de su cabeza usandolos como almohada. Cerró los ojos meditando aún con un mohin en los labios.

— Si te ibas a enojar no debiste dejarme elegir el juego.—

Yunuen se escabulló bajo las sábanas acostándose a su lado con el codo en el colchón sosteniendo su cabeza. Lo consolaba pero en el fondo estaba burlándose y aún celebrando haber ganado.

Naay abrió los ojos y miró al pelirrojo bien acobijado con el cobertor y se dió cuenta de algo. Sabía en el fondo que no iban a llegar a nada por qué el más bajo es un chico inexperto en el sexo. Recordó también cuando el pelirrojo le confesó que hubo una vez cuando lo hizo con una chica solo por qué ella se lo pidió, pero ella había hecho todo el trabajo por él por qué la chica era mayor. Pensando en ello decidió seguir con el juego un poco más. Naay separo los brazos y lo extendió sobre el colchón.

— Bien, estoy listo. Haz lo que quieras.

Yunuen sonrió nervioso con los ojos bien abiertos. Era verdad que ahora sería quién tomaría a Naay y lo había olvidado. Ganó, pero ahora ni siquiera estaba seguro que hacer.

Salió de las sábanas y se puso en cima de él montando el gran cuerpo que se cargaba el más alto. Estaba rojo hasta las orejas y sus cuerpo se movió lento.

— Bu... Bueno ahí voy.

Anuncio antes de acercarse a los labios de Naay y dejar un beso tímido. Naay abrió la boca para poder permitir que sus lenguas se encontrarán y jugarán, en redandose mientras sus salivan provocaban sonidos húmedos y de succión. El moreno entonces agarró fuertemente el trasero del pelirrojo apretandolos y este dió un respingo, Naay se burló un poco. Yunuen llevó las manos a la sudadera ajena y torpemente intento abrirsela que hasta el cierre se atoró. Desconcentrado dejo el beso para poder mirar lo que hacía.

— Demonios, ¿Cómo se hacía esto?

La cara de Yunuen era como la de un doctor en su primer día de operaciones. Confundido y en pánico. Naay lo observó atento, pudo notar como incluso parecía que se iba a poner a llorar. El azabache lo sujeto del brazo y lo tiró sobre el colchón rotando lugares para poder estar en cima de él.

— Déjame enseñarte cómo se hace. Así que presta atención.

El moreno le abrió la camisa y se fue justo a los bonitos pezones de tono rosa. Se lo llevo a la boca y comenzó a succionarlos uno por uno y de vez en cuando pasaba su lengua caliente y mojada sobre ellos logrando que Yunuen se retociera.

— Pe... Pero yo debería ser quién...

— Será otro día, ya no puedo esperar más.

Yunuen pudo ver de nuevo esos ojos impacientes en el más alto. Una desesperación sobre su rostro siempre tranquilo y era él quien lo estaba provocando. El pelirrojo lo miró cálidamente sintiendo su corazón golpeando en su pecho que creyó que el otro lo escucharía, pero no lo hizo.

Continuará.

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Pensamientos de autora:

Ya poco más de una semana de que comencé a subir ¡Amor al primer golpe! Agradecida con sus likes que ya casi llegan a 500 y agradecida con ArHuchim por invitarlas a pasar por aquí.

Seguiré esforzándome para escribir.

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