capitulo 7.- Yunuen está enfermo

Una joven madre le enseña un papel a su pequeño niño, señalaba con insistencia el número en rojo marcado en una esquina, por supuesto no era la puntuación más alta.

- Naay, nosotros te amamos. Pero debes hacer más que ésto ¿Seguro que has estudiado como se debe?

- Madre... te juro que lo he hecho, todas las noches... Cada que yo... - El moreno recordó entonces sus días en el parque, jugando con otros niños se su edad. Apretó los labios y agachó la cabeza avergonzado.

- Naay, solo responde si o no. No necesito excusas- ella levantó la voz haciendo que se crispara.- ¿Has estudiado como se debe?

- No.- Naay comenzó a jugar con la orilla de su playera muy nervioso.

- Naay No quieres que papá nos odie, ¿Verdad?

- No, madre.

- Entonces no hagas que tú padre crea que soy una madre ineficiente. Te he dado todo, Naay, lo menos que puedes hacer es ser un estudiante modelo.

- Lo siento. No volverá a pasar.

- No puedes salir hoy más que a cenar, ve a tu habitación a estudiar. Iré a revisarte después.

Naay odiaba la enorme escalera que subía a su habitación, odiaba la mesa donde escribía horas tras horas, odiaba esas cuatro paredes parecidas a una prisión. Derramando lágrimas silenciosas Naay se decía así mismo que tenía que ser perfecto.

De vuelta al presente, Naay está de pie en la entrada de la escuela, su compañero el pelimorado que también salía lo vió y se acercó curioso a preguntar.

- Naay, ¿Estás esperando a alguien?- Louis se sobó la barbilla sonriendo como un zorro astuto pues sabía de quién se trataba.

Cómo si lo hubieran despertado de un trance, el azabache miró hacía él. Boqueó antes de dejar salir una palabra.

- Ah. No...

Se apresuró a cruzar la calle dejando atrás al otro chico. No podía creer que se había quedado esperandolo. Todo era culpa de ese loco mono rojo. A todo esto ¿En donde se había metido hoy? Sacudió la cabeza, eso no era de su incumbencia.

Mientras tanto en la habitación de Yunuen. Todos estaban al rededor de la cama del pelirrojo. Jack en la cocina sirvió una taza de leche y lo dejó en el suelo para que los pequeños gatos que se pasaban bajo sus pies bebieran.

Yunuen estaba bajo las sábanas, de vez en cuando tocía y su cara estaba roja por la temperatura.

- chicos si muero, entiérrenme con mi teléfono. No quiero irme sin los chats eróticos que Naay me escribía.

- ¿Naay le escribía eso? - le murmuró Jude a Barnett en el oído, el rubio se encogió de hombros.

- Lo dudo... - Se burló el peliverde mientras esculcaba en los cajones del menor.- Debe estar delirando por la fiebre.

- ¡Hey Liam! ¡Alejate de mis cosas que todavía no me muero!

Gritó el pelirrojo pero se sintió tan débil que dejó caer la cabeza en la almohada y cerró los ojos quejándose.

- ¿Estás seguro que no quieres que nos quedemos?

Barnett se acercó dónde Yunuen descansaba y sacó un par de pastillas de su bolsillo de la chamarra y lo dejó sobre las sábanas del enano.

- Estaré mejor mañana. Siempre se me pasa. Vayanse ya. Quiero dormir un poco y son muy ruidosos.

Yunuen se volvió a acomodar en su colchón dando la espalda a los demás. Sus amigos cruzaron miradas. Sabían que no era buena idea dejar a un chico que estaba solo y enfermo. Pero no podían hacer nada si él no los quería ahí. Yunuen no estaba acostumbrado a ser tratado bien, y ellos no ponían presión.

- Entonces nos vemos. Más te vale que vayas a la escuela mañana.

Todos siguieron a su líder que salió de la habitación. Aunque antes de irse Jude con pasos tímidos volvió para dejar junto a Yunuen una botella de agua y un pan comercial.

- Si necesitas algo, por favor llámanos.

Apagó la luz de la habitación y cerró la puerta a sus espaldas. Yunuen se acurrucó un poco más hasta que por fin logró dormir.

Han pasado dos días. Naay está de mal humor. Y se desquita contra el saco de boxeo. Todos en el gimnasio se quedaron mirando su práctica, solo porque estaban aterrados de su puñetazo. Duke lo miraba a lo lejos y supo que algo le pasaba. El coach le llamó la atención y le ordenó que se detuviera. Había sido suficiente por hoy. Naay chasqueo la lengua. Entro a los vestidores y detrás de él llegó el chico albino.

- Naay ¿Que te sucede? ¿Nunca te había visto tan alterado?

- No es nada.- el azabache se quitó la playera y rebuscó dentro de su locker.

- ¿Sucedió algo en casa? ¿Tal vez en la escuela?... O será que... ¿Acaso tiene que ver con el niño pelirrojo?

Naay aporreó la puerta de su casillero y salió de ahí sin dar respuesta recogiendo su mochila.

- Pues vaya... Entonces es eso.- el albino evidenció su interés sonriendo con burla.

Naay no está conciente de los sentimientos en su interior. Lo único que sabe es que está muy molesto. El pelirrojo se aburrió muy rápido, era irritable y muy ruidoso, pero estos días se había divertido mucho. Hasta ahora nunca le había molestado que la gente se alejará. Después pensó que sería mejor así. La próxima vez si lo vuelve a ver no le dirijira ni la palabra.

Naay llegó a la parada de autobús. Su ceño fruncido hizo una barrera entre él y la gente que no se atrevió a hablarle ni para decirle que se le había caído la billetera de lo nerviosos que los ponía. Una mano generosa se acercó para recogerla y dársela. Naay parpadeo un par de veces antes de darse cuenta que era Yunuen quien estaba parado junto a él con un cubrebocas.

- Se te cayó, guapo.- sonrió el pelirrojo haciendo a un lado lo que traía en la cara para que mirara su radiante sonrisa.

- Tú...

Apunto de hacer una reclamación llegaron corriendo hacia él viene el grupo del calvo, está vez armados con bates y tubos de metal. Parecían buscar algo muy enojados y por fin lo encontraron.

- ¡Ahí estás Yunuen!

El pelirrojo maldijo entre dientes y tomó la mano de Naay para salir disparados de ahí.

El azabache corrió por instinto.

- ¿Por qué demonios me metes en tus problemas?

- ¡Estamos pasando el tiempo en pareja!

- ¡No soy tu pareja, subnormal!

- ¡Tienes razón! ¡Vete de una vez! ¡O te veras envuelto!

Yunuen se detuvo y se plantó ahí esperando a la gente que venía, el azabache también se detuvo a escasos metros de ellos.

Los enemigos batieron sus armas sobre el pelirrojo, éste se cubrió con los brazos, se quejo cuando el dolor de cabeza que tenía se hizo más fuerte. Al final se encargó de sus oponentes a puño limpió, un certero puñetazo a la quijada y al suelo. sus movimientos eran buenos, pero estaba siendo muy lento y de vez en cuando fue alcanzado por los ataques, pero acabó por acribillarlos uno por uno. El sujeto calvo levantó su oxidado tubo sobre la cabeza del pelirrojo, el llamado demonio se giró pero su vista se nubló, parece que en al fragor de la pelea la temperatura le había incrementado. El calvo atinó un golpe en el hombro de Yunuen, todo le cimbró, su cuerpo no le respondía, se sentía pesado y su cabeza pareciera fuera a explotar. Los golpes continuaron. Naay, quién desde hace rato no había hecho nada, por fin se movió.

- ¡¿Qué demonios haces, idiota?!- El moreno le gritó enojado al verlo perder.

Naay tiró del brazo al pelirrojo aventándolo a un lado, y propinó un golpe corto hacia arriba justo en el mentón del calvo logrando derribarlo.

Cuando Naay se volteo vio a Yunuen tirado. Se acercó rápido, y cuando lo tocó se dió cuenta que estaba ardiendo en fiebre.

Continuará.

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