Capitulo 15

Pannellope corrió hacia Mei a tomar el pajarito, este pasó cuidadosamente de la palma de Mei hacia la de Pannellope. Ella también acarició su plumaje con delicadeza sonriendo adorable mente.

- Hay que curarlo.

- Así es, hay que hacerlo antes que su pata infecte.- Dijo Mei con una sonrisa.

Mei estaba llena de agua hasta la mitad de su cuerpo, también tenía mojadas las puntas de su largo cabello rubio, su apariencia demostraba brillo de alguna manera, sonreía mientras acariciaba el plumaje del ave.

- Aquí están las cosas que ordenó.- Dijo una sirvienta del palacio entregando una caja de tamaño mediano con una cruz roja de ambos lados.

- ¿Puedes curarlo? - Preguntó Pannellope.

- Claro que sí.- Respondió mientras sonreía. Tomó la caja y se sentó para poder revisar al pájaro.

Lo revisó cuidadosamente. Tomó un palo de manera pequeño desinfectado que se ajustará con la pata de ave y vendó la herida con cuidado.

- Ya está.- Sonreía al ver al ave poner cuidadosamente su pata lastimada sobre su dedo.

- Es mejor que tome esto.- Félix puso sobre los hombros de Mei algo para que pudiera secarse.

- Gracias.- Agradeció con una sonrisa.

Pannellope tenía al pájaro sobre su dedo y su cara demostraba felicidad y emoción, fue en dirección hacia su hermano mayor, pero este tenía los ojos cerrados con una mano puesta en la cara.

¿Huh? ¿Estará descansado poco? - Se preguntó Mei.

- ¿Él morirá? - Preguntó Pannellope con temor.

Pannellope ya no veía a Luke con mucha frecuencia a pesar de vivir en el mismo lugar. Toda la responsabilidad y futuro de la familia imperial había decaído en sus hombros ya que el tiempo que pasaba con su hermano mayor había disminuido, casi todo el tiempo se la pasaba descansando o quedándose dormido en todos lados sin importar que tan incómodo fuese en lugar lo que despertó preocupación en su pequeña hermana menor.

Mei sonrió.- Por supuesto que no morirá, quizás solo está cansado, su trabajo no es fácil después todo.- Le respondió con una sonrisa llena de confianza.

La niña al ver su sonrisa, sonrió ella también, de alguna manera sus palabras habían aliviado su preocupación.

- ¿Puede volar? - Preguntó la niña.

- Si puede, supongo que solo no quiere hacerlo.- Respondió la pregunta de Pannellope mientras observaba al pajarito.

En menos de una hora Pannellope se retiró junto a Félix. Desde que ella tiene memoria fue educada por personas profesionales. Clases de ballet, etiqueta, gramática y otras, por suerte Pannellope ya es lo suficientemente audaz e inteligente, incluso hasta más de lo que abarca su edad. Sin embargo, mientras más avanzaba su edad, más disminuía su tiempo.

Mei se quedó sentada en silencio junto con el pajarito que tomaba las migas de comida que habían quedado en la mesa. Observó a chico que tenía en frente por un tiempo, por lo menos hasta que se dió cuenta que lo estaba mirando por mucho tiempo, volvió su mirada observando todo a su alrededor, era lindo el lugar.

El viento sopló, muchas hojas del árbol cayeron sobre el agua, otras cayeron al piso, otra cayó sobre la cabeza de dicho chico de cemento. La pequeña hoja rosa se balanceo hasta caer justo sobre el cabello rubio del chico. Mei se levantó cuidadosamente sin hacer ningún movimiento y se acercó hasta el chico que aún mantenía sus ojos cerrados, se inclinó un poco hasta su cara y con un ligero movimiento saco la hoja de su cabello que también había tocado ligeramente con la punta de sus dedos. Se quedó unos minutos cerca del chico observando su cabello y un poco de su cara, sus mejillas color rosa acompañaban perfecto a las hojas del árbol. Después de pocos segundos se alejó a su lugar nuevamente.

¿Por qué no lo hice con magia? - Pasó por su mente.

Soltó un suspiro y observó al chico desde lejos, esto parecía una broma. Entrelazó sus brazos y los apoyó sobre la mesa que los separaba a ambos, apoyó también su cabeza en medio de sus brazos y cerró sus ojos suavemente.

- Mamá.- Sonó la voz de una niña rubia con ojos azules.

- Oh Mei cariño, mira tu vestido.- Le sonrió a su hija poniéndose a la altura de la pequeña niña de cinco años.- Tienes las mejillas rosas, ¿Que fue lo que te gustó? - Preguntó sonriente.

- ¡Maní! Mei probó el maní y a Mei le encantó el maní.- Mostró la sonrisa más feliz del mundo.

Mei parpadeó lentamente aclarando su vista, para después abrir sus ojos por completo. La vista realmente era bonita, era amante a la naturaleza. Observó la mesa en la que se encontraba el pequeño pájaro acurrucado entre sus alas con sus ojos cerrados. Una sonrisa salió de ella, las plumas de su cuello al estar acurrucado se unían, lo que parecía que estubiera más gordo, verdaderamente se veía muy lindo y tierno.

Giró su vista un poco más a la izquierda, aún estaba el chico con sus ojos cerrados, la etiqueta de verdad que no fallaba en él. El viento sopló otra vez removiendo el cabello de ambos, se formó un pequeño remolino con las hojas rosas del árbol y segundos después se desvaneció. Un poco de cabello de Mei había pasado a su lado contrario gracias a el viento, su vestido había secado por completo, su cabello rubio también, giró su vista ligeramente hacia arriba viendo una pequeña hoja balancearse a solo un milímetro de su cara, cayó en su nariz, provocando un estornudo bastante tierno después de respirar algunas veces, dejando color rosa su nariz, la hoja voló por el estornudo y el viento la llevaba hacia otro lugar.

Ella observo la hoja irse que había pasado por en frente del chico. Ella sonrió inconscientemente al verlo, sus mejillas se tornaron color rosa en un segundo, su nariz también tenía un color rosa, su mentón chocó sobre su brazos entrelazados sin apartar su vista.

Una mariposa aleteaba y se posó sobre su cabello. Ella volvió a sonreír, después de todo había estado sonriendo mucho últimamente.

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