El despertar de los sentimientos (Ian)

Me llamó Ian Wagner, tengo veinticuatro años, soy esbelto, castaño de ojos celestes, durante muchos años he trabajado mi cuerpo por lo que tengo muy marcados los músculos y unos brazos muy fuertes. Me encuentro en Inglaterra, descansando en mi habitación, este día lo he pasado casí completo en el jet, en el último tiempo no he podido dejar de pensar en las cosas que han ocurrido.

Hace pocas horas vuelvo de Italia, cuando terminé el cursado en la universidad me dirigí a aquel lugar tal como lo hago todos los años, presencié el casamiento de mi hermano mayor Wilson con Kate en Francia y luego la familia vacacionó en Venecia tal como lo hacemos siempre.

Hace ya seis años que mi hermano y mi cuñada se conocieron, cuando presentaron a nuestros padres algo ocurrió entre ellos, fue como si se conococieran desde siempre y desde entonces somos una sola familia, en ese momento yo tenía unos dieciocho años, en mí familia somos tres hermanos, en aquella familia había una niña, Luna tenía doce años cuando la conocí y desde aquel momento la vi como parte de la familia, como mi hermana menor.

Estuve todo aquel año ayudando a mi padre en la empresa, en Italia, ya que quería enseñarme algunas cosas antes de que viajara a estudiar, por eso permanecí un año en aquel lugar y luego viaje a Inglaterra, la familia Arango me dio un piso en su edificio para que no tuviera que preocuparme por nada, a cuatro cuadras se encuentra la universidad y a cinco cuadras en dirección contraria se encuentra la empresa de mi padre.

Las empresas Wagner son multinacionales y mi padre estaba convencido de que estaba preparado para hacerme cargo de la dirección de su empresa en este lugar, por lo que trabajé un tiempo en el lugar, mientras cursaba y al cumplir veinte años asumí la dirección, mis obligaciones me han quitado parte del tiempo necesario para el estudio por lo que aún tengo materias que cursar en la universidad.

Desde muy joven he sido el galán de cualquier grupo en el que me encuentre, también tengo la fama de ser un casanova, hace un tiempo incluso hacia alarde de este "don" pero actualmente eso me pesa sobre los hombros.

Todos los años al terminar de cursar la carrera, me dirigía a Italia a pasar tiempo con la familia y a visitar ciertas amistades que tengo en el lugar y por qué no a conocer nuevas personas, nunca he tenido una relación sería.

Nunca me ha faltado compañía, alguien con quien pasar un buen rato o a veces solo satisfacer algunas necesidades fisiológicas, las chicas que frecuento suelen buscar pasar un buen rato o incluso los beneficios de ser vistas alguna vez conmigo, pero sólo eso, al llegar la mañana ni una significa nada para mi.

Hace dos años, unos negocios se complicaron en la empresa y creí que ese año no podría viajar a Italia, tardé semanas en resolverlo todo y llegué para pasar la última semana de vacaciones en la mansión de Venecia, al llegar descendí del coche y pude ver varias personas en la piscina, todos jóvenes, no me equivoqué al pensar que era una de las reuniones que organizaban mi hermano Ángel y Luna, todos allí disfrutaban de la piscina y la música.

Recuerdo que una de las chicas que se encontraba en un bikini negro, de espalda a donde yo estaba, bailaba de una manera que llamaba toda mi atención, sus movimientos sensuales sumado aquel cuerpo esculpido por los mismos dioses, me tenía completamente embobado.

_Hijo por fin llegaste_ vi a mi madre correr a mi encuentro, cuando vuelvo a mirar hacía la piscina veo a Ángel ponerse de pie para venir a saludarme.

Esa escultura tan perfecta, que llevaba puesto un bikini negro, también giró y corrió a mis brazos y para ser sincero no supe cómo recibirla, al ver que se trataba de la pequeña Luna sentí una bola de fuego recorrer mi cuerpo, desde los pies hasta mi cabeza, se que en ese momento quedé rojo al darme cuenta de todas las cosas que habían pasado por mi mente.

Toda la familia corrió a mi encuentro para saludarme, Tania tenía en sus brazos al pequeño Gael, las gemelas no bajaban de los brazos de su padre y Kate parecía que iba a estallar, eso era obra de Wilson.

Saludé con un abrazo a mis padres, a los señores Arango, a Ángel y cuando lo suelto la veo a ella, ahí está nuevamente, su mirada es tan inocente que siento una culpa terrible por todas las cosas que he pensado, la abracé exactamente como lo hago todos los años cuando ella corre a mi encuentro, pero esta vez algo era diferente, sentir su piel era como tocar el más fino cristal y me invadió el miedo de que se rompa en mis manos.

Me uní a la reunión y como cada año todo siguió igual, mis salidas, mis encuentros con mis amistades, incluso conocí un par de chicas con las que he pasado algunas noches, pero no puedo sacar aquél momento de mis pensamientos. Como lo hacemos cada año salimos los siete, ella roba muchas miradas y a cada uno de los que la mira le devuelvo una mirada asesina, mi cuñada embarazada no puede beber, Tania amamanta por lo que no bebe, Ángel y Luna aún no beben y los conductores designados muy correctos, tampoco probaron bebida.

Por mi parte disfruto de beber en mis salidas y esta no fue la excepción, tomé varios tragos mientras bailabamos en grupo, tal como lo hace cada año ella me tendió la mano invitandome a separarnos del grupo para bailar solos, con esa carita de angel cada año le doy gusto, pero esta vez su forma de bailar ya no es propia de una niña, su cuerpo tampoco lo es, sus movimientos son delicados y sensuales.

Cuando siento que con sus movimientos roza mi cuerpo es como si fuego recorriera mis venas, por impulso la tomó de la cintura y al tenerla frente a mí nuevamente caigo en cuenta que se trata de la pequeña Luna, bailo unos minutos más y nos dirigimos al grupo, bebí unos tragos más y recorrí el lugar con la mirada buscando con quien terminar aquella noche, cuando mis ojos se posan en ella me doy cuenta que algo está mal.

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