La Muerte De Olivia Müller

La Muerte De Olivia Müller

Prólogo

Se veía tan hermosa...

La noche en su máximo esplendor es todo lo que necesito justo ahora. 

En este preciso momento siento que estoy siendo abandonada por mi propia conciencia, dejando muy atrás un pedazo de mi propia humanidad... cada pequeño rastro de culpabilidad o tristeza, felicidad o amor, se esfumaron dejando atrás una cáscara vacía de carne y hueso. 

Y todo por culpa de un maldito monstruo que se había obsesionado con sus estúpidos secretos. Como si fuera tan importante para mi revelar cada uno de ellos, habían personas a las que debía proteger. Y lo haría sin importar nada de lo que ese monstruo dijera.

Las estrellas brillaban, dejando un precioso destello en la creciente oscuridad de la noche. 

Los grillos cantaban, las ramas de los árboles y arbustos parecían tener una danza llena de movimientos violentos y rápidos haciéndome estremecer de pies a cabeza. El viento pasando ente las ramas emitía un sonido aterrador y escalofriante, manteniendo mis sentidos en alerta. Casi como si el viento supiera lo que sucedería esta noche y estuviera obsequiándome mi última melodía. 

Tal vez la última que escucharía.

Sin darme cuenta estuve de pie por un largo periodo de tiempo, y este parecía no querer dar tregua a mi inoportuna situación. Parecía no dejarme contemplar mis últimos momentos de vida en esta tortuosa disposición. 

Las doce en punto marcaba el reloj y a lo lejos escuchaba las pesadas campanadas que provenían de la iglesia. Y en ese momento, una dosis de realidad me golpeo tan fuerte... entonces me di cuenta de que eso sería lo último que escucharía antes de enfrentarme a mi destino, las lentas y graves campanadas que se originaban en el centro del pueblo acompañado del rugir que emanaba del río frente a mí.

Justo a mis pies estaba mi salvación, o quizás mi propia condena. 

Desde el borde del enorme puente veía con asombro y miedo la oscuridad del cautivador y profundo vacío que parecía aguardar por mí. El pánico me consumía al darme cuenta de que estaba jugando una tentadora apuesta con la muerte donde el premio era mi vida, y es que yo no podía salir victoriosa de esta aterradora situación por más que lo deseara. El sonido del agua al chocar contra las rocas parecía llamarme en una tétrica y fría tonada. La helada ventisca agitaba con furia mi cabello y mi vestido, causando un terrible temblor en todo mi cuerpo. 

Esto, sin duda alguna, sería lo mejor para mí. 

Todo terminaba aquí.

   — Hazlo —dijo una voz que conocía muy bien—. Salta. Estás a un paso de tu preciada libertad. —escupió con burla mientras sacaba un cigarrillo y lo llevaba hasta sus labios. Entonces entendí que esta apuesta no era con la muerte.

Era con el diablo.

   — Cállate —ordené entre dientes, aún aferrada a uno de los faroles del puente—... puedo hacerlo. —dije tratando de fingir mi valentía, o tal vez lo había dicho para convencerme de que si podía hacerlo. 

Y entre tantas divagaciones, me di cuenta de cuanto odiaba a este hombre. Un odio que me estaba consumiendo de una manera intensa. El sonido del encendedor se distorsionaba en la brisa nocturna, en consecuencia esta no dejaba que la llama se mantuviera encendida dificultando así el proceso de encender el cigarrillo. 

   — ¿Sabes por qué no puedes saltar? —preguntó— Porque eres una maldita cobarde. Y nada va a cambiar eso, zorra. —Y a lo último solo rio.

   — ¡Ya cállate! —me giré para ver el rostro de aquel asqueroso ser, pero me empujó, o tal vez había resbalado.

Todo a mi alrededor se sentía en cámara lenta, casi como si fuera una jugarreta del tiempo. 

Como si el destino se estuviera riendo en mi cara, presumiendo frente a mí lo que había sucedido, dejando muy en claro que la culpable de todo en este momento era yo. De cada acción, cada palabra... yo era la única culpable. El puente se alejaba de mi vista a un ritmo tortuosamente lento, tan despacio que por un momento creí estar levitando. Más allá de eso podía sentir la sensación de vacío a mi espalda y una fuerte descarga de pánico me invadió, liberando de mi garganta un grito desgarrador, casi dejando mi alma en el proceso.

No podía aferrarme a nada...

Finalmente había sucedido.

Mirando el borde en donde una vez estuve de pie, había una silueta que me observaba fijamente y de ella desprendía un aire superioridad. Sabía que estaba riendo, aún y cuando no lograba ver su rostro, podría apostar a ello. Finalmente, obtuvo lo que tanto deseaba. Su pensamiento más oscuro, su anhelo más profundo, todo se estaba volviendo realidad frente a sus ojos. 

Yo estaba a punto de morir. 

Ya entregada a este pensamiento, cerré los ojos y me rendí ante la oscuridad de mi fatídico destino.

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