Capitulo Siete

🍂𝕴𝖗𝖊𝖓𝖊🍂

📱Qué rico poder estar ahí y darte ese baño. Hermosa, te puedo pedir algo, espero no te moleste, y si me dices que no, no hay lío.

📲Claro, ¿dime? Desde que pueda y no sea matar a alguien o esconder a un muerto, te podría ayudar.

📱Está bien, ahí va… quiero una foto tuya en la bañera. No tiene que ser desnuda, pero si la mandas así, yo no me enojo 😎

📲Ok. En un rato te la envío. Obviamente que no va a ser desnuda, de pronto más adelante, ahí vamos viendo. Bay 😘

📱😋👌La esperaré con ansias.

🍂𝕸𝖆𝖓𝖚𝖊𝖑🍂

Ya lunes y estoy en mi oficina antes de que llegue Irene, esperando a Hunter para ver qué encontró respecto a Fernando Suárez.

—Hunter, ¿qué investigaste de este hombre? Espero y valga la pena el cheque que te tengo listo —No lo dejé ni llegar.

—Me ofendes, amigo. Manuel de la Pava, es mejor que se siente. Usted no se imagina todo lo que averigüe. El señor es muy tonto para esconder lo que hace, pues es muy obvio. Lo que pasa es que su Irene es muy ingenua y confía demasiado en él. No entiendo cómo no sospecha de que su esposo lleva una doble vida, además de que sostiene esa vida con el dinero de ella. Mire, acá están todas las pruebas de lo que este señor hace —me pasó las carpetas con las evidencias.

—Muy bien, Hunter, toma tu cheque, no queda de más recordarle nuestro contrato de confidencialidad. Y la verdad es que Irene no tiene a nadie más que ese señor y su hijo. Las únicas personas que la han apoyado son mis padres. Por eso es que tiene esa venda en los ojos y no se la quiere quitar. Solo hay que hacer que poco a poco se la quite, pero eso solo se hará cuando ella se vuelva una mujer segura de lo que vale y se llene de orgullo. —Empecé a ojear el informe.

—Tienes razón, Manuel. Yo estimo mucho a Irene, la conozco hace trece años que llegué a la empresa. Si necesitas ayuda para que ella se quite la venda de los ojos, cuenta conmigo. —Eso está muy claro, debemos ayudar a Irene. Ella no se merece lo que este tipo le está haciendo.

—Gracias, de verdad necesito tu ayuda. Por eso te pido que sigas investigando a Fernando, él tiene que ser desenmascarado. Aquí alcanzo a leer en el informe; que todas las tardes se reúne con su amante. Entonces el primer paso es que ella misma lo vea con sus propios ojos. —Sé que le va a doler, pero así debe ser.

—Cuenta con eso, amigo. Ya mismo le pongo un detective que le siga hasta la sombra y me haga un informe diario de lo que hace. —Es lo mínimo que puedo hacer por Irene.

Empiezo a leer el informe de Hunter, definitivamente este hombre es el mejor, en él confío plenamente. En solo un fin de semana fue capaz de recopilar varios folios.

¡Qué imbécil, Fernando, cómo puede ser capaz de engañar de esa manera a Irene! Ella no se lo merece, sacrificó su propia familia, su herencia, lo que por ley le pertenece por él. ¿Y él en qué le retribuyó? Engañándola, llevando una doble vida y no contento con eso, le ha robado por varios años.

Irene debe saber todo esto, ella merece algo mejor, alguien que la ame, la valore y la haga feliz, y le dé el lugar que ella se merece.

Voy a leer bien el informe para poder hablar con ella, y que se quite la venda de los ojos. Esta tarde la voy a llevar donde este perro se reúne con su amante, para que ella vea con sus propios ojos que le está siendo infiel.

🍂𝕴𝖗𝖊𝖓𝖊🍂

Llegué a la empresa a la misma hora de siempre y me sorprendí de que mi jefe ya se encuentra en su oficina. Me doy cuenta por qué me encontré con Hunter saliendo mientras yo entraba.

—Hola, señor Hunter, buenos días —Lo saludo.

—Hola, Irene, buenos días para ti también. Estás muy bonita como siempre. ¿Cómo ha estado Emmanuel? —Me saludó efusivo y lo noté nervioso.

—Bien, señor Hunter, ya terminando la carrera. Precisamente hoy está de cumpleaños, sus veintidos años. En la noche le haremos una fiesta sorpresa con ayuda de mi nuera. Por supuesto que estás invitado como siempre, no nos falles, pues sabes que Emmanuel te estima mucho. También asistirán don Samuel y mamá Mariana, ellos quieren a Emmanuel, como si fuera su nieto. Vamos a ver si el señor de la Pava está de buen genio, me permita que me vaya temprano, y también acepte ir a la fiesta. —Sería la primera vez que asiste a un cumpleaños de Emmanuel.

—Claro, Irene, cuente conmigo para acompañar a Emmanuel en su cumpleaños. Yo también lo aprecio mucho, él es el sobrino que nunca tuve. —Hunter lo conoce desde que tiene nueve años.

—¡Qué bien, señor Hunter! Créame que Emma también lo ve como un tío y se pondrá muy feliz de verlos. Más tarde te mando la hora y la ubicación por WhatsApp —Qué bueno que aceptó ir.

—Nos vemos a la noche, Irene —se despidió para dirigirse a su oficina.

Ahora sí, entré a la oficina de mi jefe.

—Jefe, buenos días, ¿puedo pasar? —No sé por qué, pero hoy siento a mi jefe distinto. ¿Preocupado? ¿Nervioso? Pero eso sí, irremediablemente guapo.

—Sí, claro, Irene, pasa. —Se quedó mirándome fijamente, poniéndome nerviosa.

—Señor de la Pava, ¿por qué no me avisó que hoy iba a llegar más temprano? ¡Hubiera madrugado más! —Ojalá y no se vaya a molestar por llegar después de él.

—No había necesidad, Irene, era un asunto personal que debía tratar a primera hora con Hunter —Con razón, estaba aquí cuando llegué.

—Aprovecho entonces para leerle el orden del día: a las nueve de la mañana tiene junta con los proveedores tecnológicos de China; y luego almuerzo coworking para la fusión China— España. No hay más pendientes en la tarde, por lo que le iba a pedir el favor de darme la tarde libre. Emmanuel está hoy de cumpleaños, y vamos a hacerle una fiesta sorpresa con ayuda de su novia. Usted está invitado junto a Hunter, también van a ir sus papás. Emmanuel los quiere como los abuelos que nunca tuvo. De hecho, se llama Emmanuel porque ellos escogieron el nombre, aparte de que son los padrinos. —Hablé sin parar, esperando que aceptara.

—Claro, Irene, allá estaré. Mis padres tienen un cuento con ese nombre, pues mi mamá quería Manuel y mi papá Emmanuel y lo escogieron a carisellazo, y ganó mi mamá. Irene, ¿si mis padres son los abuelos? ¿Entonces, yo quién soy? ¿El papá? —Me encanta que se ponga roja de la vergüenza.

—¿Qué cosas dice, señor de la Pava? —Salió de prisa de la oficina —ojalá fuera el papá —dijo entre dientes al cruzar por la puerta.

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