Mi Segunda Oportunidad
"Empezar de nuevo."
Esa frase parece que es la que reina en mi vida desde que tengo memoria, y no la empecé yo, no...fue mi mamá la que me lo dijo cuando dejamos nuestro lugar, nuestro país para "empezar de nuevo".
Alba se llamaba mi mamá, vivíamos en Ushuaia, el famoso "fin del mundo", y lo dejamos para dejar una vida de sufrimiento y dolor; al menos, ella sufría. El que se suponía que debía cuidar de mi y proveer de todo lo que necesitaba en mi crecimiento tanto físico como emocional se había borrado del mapa...no se preocupó siquiera en ponerme un nombre antes de irse, solo se fue, asi sin más.
Mamá se esforzaba mucho por mi: ella velaba mis noches de miedo, curaba mis heridas, limpiaba mis lágrimas y, aparte de educarme, siempre me repetía una y otra vez "todo va a estar bien".
Y yo le creía, siempre le creí porque siempre estuvo a mi lado.
Asi fue como, a mis siete años de edad, volamos a Estados Unidos, nos acomodamos en un departamento en la ciudad de Seattle y fue cuando empezamos de nuevo. Para mi fue difícil empezar: tuve que aprender inglés aunque en la escuela se hablaba español, tuve que hacer nuevos amigos, y tuve que aprender a vivir lejos de mi ciudad, la que tanto extrañaba.
Mamá trabajaba en la cafetería del hospital, fue lo que encontró y lo que nos ayudó a salir adelante en un país que no es el nuestro, donde no conocíamos a nadie.
Asi fue mi infancia, crecí, terminé la escuela primaria para empezar la prepa, y mamá conoció muchísima gente gracias a su trabajo, pero hizo gran amistad con la Dra. Emma.
Emma era médica clínica en aquel tiempo, y siempre almorzaba en la cafetería donde conoció a mí mamá. Siempre hablaban de sus hijos, de cosas varias como por ejemplo los sueños que ellas tenían para nosotros.
Yo quería seguir estudiando y llegar a recibirme de pediatra, amaba a los niños y me encantaba la idea de poder ayudarlos en el área de la salud, sobre todo a los de bajos recursos. Emma tiene un hijo, en aquel tiempo, Jamie tenía 18 años, estudiante de finanzas en la universidad, él quería fundar una empresa conectada a la ecología autosustentable. En fin, yo no lo conocía, pero a Emma si por que cada vez que salía de la prepa iba a visitar A mamá a su trabajo y encontraba a Emma allí.
Me encantaba escucharla hablar de su trabajo, y ella me alentaba a estudiar, a no dejar por nada del mundo el estudio hasta llegar al final.
—"Para el que cree todo es posible"
Me decía siempre que me veía.
Creí con todo mí corazón que aquella vez que mamá me dijo que empezaríamos de nuevo, lo haríamos y que nos iría muy bien. Hasta ese momento todo marchaba perfecto en nuestra vida, yo ya tenía 14 años, era una jovencita aplicada al estudio, no tenía muchos amigos solo a Grace que era mí compañera y amiga desde primer grado. Ambas compartíamos ese sueño de ser doctoras pediatras y ayudar a niños con nuestra profesión.
Con Grace pasaba tardes en casa o en la suya, sus padres eran muy amorosos y a veces me invitaban a cenar con ellos.
Pasamos junto a mí madre días maravillosos junto a ellos, navidades y años nuevos, y no había nada más para nosotros que pudiéramos pedir... hasta que la enfermedad llegó a golpear nuestra puerta, y lo peor era que no sabíamos de su existencia.
Recuerdo el día que mí mamá comenzó a sentirse mal, fue un día normal de trabajo, pero se sentía más cansada. Lo tomamos como algo normal, pero pasaba el tiempo y ella no estaba mejor, era como que tenía nuevos síntomas.
Estaba pálida, había días que no dormía, otros que dormía más de la cuenta, comenzó a tener ojeras... Pasó de ser una mujer hermosa de piel blanca y ojos hermosos color miel a ser una mujer delgada de piel blanca tirando a amarilla, ojeras que opacaban sus hermosos ojos, parecía un fantasma. Le insistí muchas veces que fuera a pedir una cita a Emma, pero ella insistía en que estaba bien. Hasta que una noche no aguante más y mientras ella vomitaba y dejaba su alma en el inodoro, yo la esperaba de brazos cruzados en la puerta. Al salir, la increpé muy enojada
—¿Hasta cuándo vas a estar así? No entiendo porqué no te pides una cita con Emma
—Estoy bien Lucia, es solo un mal estar...
—¡No estás bien mamá! ¿Acaso no piensas en mí?— le grité desde la puerta del baño
—¡Claro que pienso en ti! ¡Lo hago todo el tiempo, Lucia! Solo no quiero ni pensar en que estoy enferma...¿Y si no tiene cura?
—¿Y si no es nada grave, mamá? No lo sabremos si no te ve un médico...
Tomé sus manos entre las mías, estaban frías.
—Por favor, ma... Pídele a Emma que te dé una cita... No quiero que te enfermes más de lo que ya estás...
Ella me miró a los ojos, Y me sonrió
—Está bien, hablaré con Emma.
Si me pongo a pensar, no sé cómo sucedió ni porqué, solo se que mamá enfermó. De una sencilla visita a la dra. Emma pasó a unos análisis en laboratorio, del laboratorio pasó a hacerse una tomografía...y de una tomografía pasó a ser paciente de oncología.
Si.
Mí mamá tenía cáncer.
Cuando nos lo dijo el doctor, ambas quedamos en silencio en el consultorio. No sé que pensaba mí madre en ese momento, yo pensaba en que no quería quedarme sola, no me imaginaba mí vida sin mí mamá, sin sus abrazos, sin escuchar su voz por las mañanas o al darme un consejo...no lo quería imaginar.
Emma estuvo a nuestro lado todo ese tiempo largo, desde la primer cita hasta el día que lo supimos.
Mamá iba a empezar la parte más difícil para mí, la de la quimioterapia. Aunque su cáncer ya estaba avanzado, y los pronósticos no eran buenos, ella iba igual a someterse a la quimioterapia. Pero le preocupaba con quién iba a quedar su pequeña hija, o sea yo. Y fue así que empezó mí historia una vez más... Con miles de cambios que no me iban a gustar en su mayoría, pero me iban a ayudar a crecer y a aprender a ver la vida de otra manera.
En fin, ahí va Lucia una vez más.
Me preguntarán qué pasó de ahí en adelante...bueno, pasó que al mamá estar internada, yo no podía quedar sola en casa. Emma ya había hablado de esto con mí mamá, por eso decidieron que, por el momento, fuera a vivir con Emma a su casa. Solo sería un tiempo, hasta que mamá se recuperara y volviera a nuestra casa; y fue así como lo hicimos. Armé una pequeña valija con mí ropa, mí mochila con mis cuadernos y libros de la escuela, y una caja con algunos libros y CD's de música para llevarme. Emma me llevó hasta casa por mis cosas y me trajo a la suya, y siempre en todo el camino fue positiva.
Por mí parte, estaba nerviosa. No conocía muy bien a Emma, ni tampoco a su hijo pero le había prometido a mí madre que me portaría bien y eso es lo que haría.
Al llegar a casa de Emma, ella me hizo sentir bien, su casa era realmente grande para mí: al entrar había un pequeño armario donde dejábamos nuestros abrigos y bolsos, luego estaba la sala bien grande, por las paredes había dos bibliotecas llenas de libros, fotografías y adornos; había una escalera y al lado de esta se encontraba la cocina que se conectaba con el lavadero y un baño. En la cocina había una puerta que nos llevaba a un pequeño jardín trasero; arriba estaban las habitaciones y un baño más.
Nos sentamos en la sala, Emma me contaba como sería la quimio de mamá, que debía ser paciente y también debía ser fuerte, estar preparada para todo, porque no sabíamos que es lo que pasaría. Mientras hablábamos de mis horarios en la prepa, y los de ella en el hospital, escuchamos la puerta de la entrada cerrarse.
Al principio me asusté pensando que la habíamos dejado abierta, pero no fue así.
Giré a mirar que era y me encontré con un par de ojos azules que me miraban desde la entrada. Jamás en mí vida me pasó de quedarme flechada así con alguien, pero esta vez fue así.
Jamie era alto, quizás tenia 1,70 cm, su cuerpo de un joven deportista, pelo castaño, y esos ojos azules que me atrapaban. Emma hablaba sin parar, pero no lograba escuchar lo que decía, mí atención estaba en él, y él tampoco apartaba su mirada de la mía.
—Jamie, te estoy hablando, hijo
Ambos miramos a Emma, que trataba de disimular una sonrisa.
—¿Qué pasa ma?— logra decir Jamie cuando yo aparto mí mirada
—Ella es Lucía, es la hija de Alba. ¿Recuerdas lo que hablamos?
—Si, lo recuerdo. Hola, soy Jamie.
Se acercó a mí saludandome, y yo también lo hice, pero me puse en puntitas de pie y dejé un beso en su mejilla.
—Soy Lucía— sentí que me ponía toda colorada, y bajé mí mirada al suelo.
—Jamie va a pasar a buscarte todos los días por la prepa así no vienes sola. También pasará contigo la mayor parte del tiempo, así que espero que se lleven bien.
Emma nos sonrío a ambos y yo asentí con la cabeza.
—Si ma, no veo por qué deberíamos llevarnos mal. Iré a mí habitación, nos vemos.
Me guiñó un ojo y lo vi subir la escalera. Me volví a sentar en el sillón y Emma me contaba algunas cosas más que no logro recordar, para luego llevarme hasta la que iba a ser mí habitación. Todo estaba ambientado para que yo me sintiera a gusto, incluso Emma había mandado a pintar la habitación de mí color favorito, lila, para que me gustara. Me dejó sola para acomodar mis cosas, y , luego de hablar con Grace por mí teléfono, bajé a cenar.
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Comments
Maria Eugenia Bevilacqua
está es la primera parte, la segunda está sin terminar
2024-09-04
0
Diana Chavez
no lean está novela queda incompleta
2024-06-19
0
Mora-azul
El promedio en hombres es 1.75
De q estatura esta ella para verlo alto? 🤔🤭
2023-03-15
0