Shock.

No lo podía creer, mi tío había muerto. Las lágrimas no tardaron en salir y Nacho corrió a abrazarme. Todos tomamos inmediatamente un vuelo directo a casa, donde nos recibieron Sam y mi tía Irene.

Después de sepultar a mi tío ellos regresaron a New York.

La siguiente semana tuve que reintegrarme a clases y comenzaría otro curso que era tercer año de bachillerato, y como dicen ''nuevo año, nuevas amistades''. Todos me habían dejado de lado, menos Steven. Él siempre sería mi incondicional.

Al llegar al colegio, ya habían intercambiado estudiantes y había tocado con algunas personas que no conocía, al igual que con personas conocidas con la cuales había estudiado el año anterior. Alana y Betania eran algunas, habíamos estudiado juntas desde que empecé al bachillerato y Abril también estaba allí. Los demás eran desconocidos para mí. Abril actuó como si nunca me había llegado a conocer. Formé mi grupo de amigas con el pasar del tiempo Alana, Natalia, Betania, Sarah y Sofía ellas eran mis amigas y de algo estaba segura, ellas nunca me abandonarían. Creamos nuestro propio grupo, nos llamaban las Sapis, si lo sé, es raro, pero algo único y loco, tal cual nosotras.

Una tarde a la hora del receso, Abril se me acercó y me pidió hablar conmigo, yo acepté, quería saber que me tenía que decir.

—Fiorella, quiero pedirte disculpas por no creerte en el momento en que me aclaraste las cosas, me dejé llevar por lo que decía Isabel, perdí una gran amistad al creerle a ella—dijo Abril muy arrepentida.

—Tranquila, todos tenemos defectos, nadie es perfecto. Te perdono, se que te dejaste influenciar por ella y lo entiendo. Ahora tú hiciste tus amistades, yo las mías y así estamos bien —Dije con una sonrisa.

—Gracias por escucharme y poder perdonarme, no sabes el peso que me quitas de los hombros — Respondió muy feliz, yo solo asentí.

Luego de aquello las cosas marcharon excelente, Abril tenía a sus amigas y yo a las mías y así estábamos mucho mejor.

Las cosas iban de mejor en mejor, estar con las chicas era muy agradable. A nuestra aula se integro un nuevo chico, provenía de otro colegio, me cayó muy bien, así que empecé a dialogar con él, era gordito y gracioso su nombre es Samuel, una tarde me pidió mi número telefónico y yo con mucho gusto se lo di, me pareció normal ya que solo éramos amigos. Nos empezamos a tratar más con el tiempo, pero él me trataba amorosamente como si sintiera algo más y en efecto, mis sospechas fueron confirmadas. Un día estábamos hablando por Whatsapp cuando de repente…

Samuel: Fiorella me gustas mucho, me gustaría que fuéramos algo más que amigos.

Yo: Samuel yo no puedo corresponderte, sin ofender pero no siento nada por ti, eres un gran amigo y de verdad así prefiero que queden las cosas.

No obtuve respuesta.

Los días en el colegio marchaban normales y tranquilos, pero hubo un cambio de profesor y eso a todos nos alteró. La nueva profesora de historia era muy pedante, grosera y muy odiosa. Todos la odiamos, hacía lo necesario para que saliéramos mal en los exámenes. Una tarde nos tocó presentar una prueba y yo me había preparado muy bien al igual que todos, ella llego hasta mi lugar y me arrebato la hoja de la prueba.

—Te estás copiando de Bryan—Dijo la profesora en un tono arrogante.

—Si gusta puede revisar mis notas con los otros profesores para ver si yo me he copiado de alguien, porque hasta donde yo sé y todos saben yo me preparo bien para sacar buenas notas así que si no quiere que yo vaya a buscar a la directora por favor, devuélveme mi examen— Dije muy cabreada y casi gritándoselo.

—Me podrás traer hasta al mismísimo presidente, y de igual forma no te lo daré—Dijo, a lo que yo respondí saliendo inmediatamente del aula.

Unas horas más tarde fui llamada a la oficina de la directora y no me extrañó porque ya sabía el motivo de esa llamada, así que me encamine y al entrar me encuentro con la profesora hecha un mar de lágrimas, la directora y sip, mi madre.