UN PUB DE AMBIENTE EXCLUSIVO
—No le soporto más, Rick.
Me tiene hasta las narices. Un día vamos a llegar a las manos, y esto se acabará.
Ruddy y Richard estaban en un pub londinense donde se habían citado tras terminar las giras que habían estado haciendo con sus respectivos grupos.
El local estaba dentro de una exclusiva urbanización de las afueras, donde sólo se accedía si uno era socio del mismo.
Estaba frecuentado por artistas y gente famosa, y así no tenían a «moscones» y otros advenedizos que les molestaran pidiendo autógrafos y rogando hacerse una foto con ellos.
El guitarrista iba vestido con unos pantalones de cuero negro, una camisa de seda blanca, y una chaqueta también de cuero.
Su melena rubia ensortijada se dejaba caer gentilmente sobre sus hombros, mientras sostenía el vaso de whisky con una mano llena de anillos.
El bajista por su parte era más de ropa vaquera, y vestía un atuendo de ese material.
También llevaba el pelo largo, aunque en su caso era oscuro, y a diferencia de su amigo, tenía un bigote grande que se fundía con una perilla sin afeitar.
Habían estado bastante tiempo sin verse por el asunto de las giras que cada uno había hecho con sus respectivos grupos, y apenas se habían llamado durante más de un año.
Las bandas en las que militaban habían estado actuando en diversas ciudades alrededor del mundo y como siempre, Kai Costa y Helmut Murray, los líderes de ambas formaciones, se habían hablado para intentar no solaparse en ninguna de ellas.
—No sé por qué tiene él que meterse en todo lo que hacemos, Rick
— continuó el guitarrista
—. Que se limite al plano musical, y con eso sería suficiente. Para eso se le contrató.
—¿Sigue con su manía de revisar todos los aparatos?
—Si solo fuera eso… me parece hasta bien.
Eso es algo que no está de más, aunque ya tenemos gente que se encarga de esos trabajos.
Pero bueno, si no se fía, pues allá él.
Pero es que está revisando hasta dónde tenemos qué tocar y a qué horas.
—¿Eso no es cosa de Peter?
—Pues claro.
Siempre fue cosa del mánager y mía, hasta que Kai se metió también en eso.
Y Cornerstone le hace caso en todo, y a mí me ignora.
—Eso es lo que más te duele, ¡eh Rud!
—Me conoces bien, viejo amigo. Pero sí, me fastidia, no te lo voy a negar.
Yo ya casi no puedo ni opinar.
Igual que pasó con lo de las chicas.
—¿Te refieres a la hermana de Adam y a su mujer?
—Pues sí.
Rose y Louise entraron en el grupo porque los dos se empeñaron.
Al principio solo hacían los coros, pero últimamente quieren que canten también.
—No lo hacen mal ninguna de las dos, Ruddy.
—A mí no me importa que canten, Rick, lo que me fastidia es que lo hagan por que ellos dos así lo quieren.
Porque Adam y Kai así lo dicen, y los demás nos tenemos que aguantar.
El grupo se parece ahora a una dictadura donde mandan esas dos parejas, el hermano y la hermana y la mujer y el cuñado.
—Pero, ¿Kai está liado con Rose?
—Ellos dicen que no, pero no es verdad.
No sé qué ve Kai en esa enana escuálida que es la hermana de Adam.
Eso sí, de ser verdad, la pone unos cuernos que no sé cómo los aguanta.
En cada ciudad se acuesta con una chica diferente, no te digo más.
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