Capítulo 7

Hasta a Dylan le dió gracia ver el nuevo corte de nuestro odioso vecino.

Jamás planeé estudiar peluquería pero definitivamente no era algo que se me diera bien aunque para divertirme me iba de maravilla.

-Me las pagarás Brianna, ésta vez llegaste muy lejos

-Tengo tanto miedo, dime si debo suplicar por mí vida ahora o más adelante- burlandome de el con lágrimas en los ojos por la risa

Mí madre al ver a Ian se rió pero como siempre acabó defendiéndolo lo cual me ocasionó un castigo sin salir de casa por un mes completo y a él por supuesto le dio dinero para que vaya a una peluquería y le arreglen el desastre o lo que se pudiera salvar de lo poco que quedó arriba

El nuevo corte de Ian me causó diversión porque llevaba consigo un estilo militar, osea algo bien corto. Para mí mala suerte eso pareció gustarle a sus conquistas porque ahora su ego era más grande que antes y se creía un supermodelo.

El tiempo pasó y no volvió a dejarse su cabello largo quizás por miedo a que le haga otro desastre y acabar teniendo que dejarse la cabeza pelada como una rodilla

Luego de ese castigo no volvieron a ponerme ninguna penitencia porque me estaba esforzando en levantar mis notas y mis esfuerzos iban dando frutos.

Además de que me interesaba no estar más castigada y que la visita de Ian fuera la única que podía recibir lo que yo quería era asistir al baile de la escuela. Irían chicos de último año y me emocionaba esa fecha. Además del rumor de que Darío me invitaría.

Darío es de último año y tiene apariencia de surfista, cabello largo rubio, ojos azules, alto, fuerte, musculoso que nos tiene a todas suspirando por él. Si me invitaba sería lo mejor de este mundo y si eso no sucedía esperaba que otro chico lindo me invitara a salir.

Faltando una semana para el baile Darío me pidió que sea su cita ese día y acepte con tranquilidad pero al alejarme y dirigirme a casa iba demasiado contenta hablando con una amiga por teléfono gritando de emoción hasta que vi a Ian de brazos cruzados queriendo saber el motivo de mí alegría para eliminarla seguramente.

Ésta vez todo me saldría bien así que muy digna y sosteniendo su mirada al preguntarme que bicho me había picado le dije que aprobé el examen de historia y pareció creerlo.

Comencé a pensar que me pondría para el baile y acabé pidiéndole a mamá que me diera dinero para un vestido pero quiso acompañarme a comprarlo por miedo a lo que pudiera elegir y porque le hacía ilusión tener una actividad conmigo que no involucre un castigo o pelea.

Fuimos a algunas tiendas hasta que lo vi, un vestido azul hasta dos centímetros arriba de mis rodillas con un escote más o menos conservador que mamá no quería aprobar pero al ver otras chicas de mí edad comprando cosas más exhibicionistas accedió.

El día tan esperado llegó y mí odioso vecino no apareció por casa, lo cual me alegraba muchísimo. Me fui corriendo a bañarme porque mis rizos no se arreglarían solos y tenerlos más o menos bien ya era un gran milagro dependiendo del día.

Me peine y aplique una crema para peinar que funcionó de maravilla. Delinee mis ojos, aplique labial rosa con brillo, algo de color a mis mejillas. Aretes, una gargantilla, una pulsera y lista.

Me veía aceptable, linda, elegante y sexy. Papá quería obligarme a usar otra cosa mientras que mamá me decía lo linda que lucía. Darío llegó a casa, me dijo lo hermosa que me veía, me ayudó a entrar al coche, cerró mí puerta. Llegamos y la abrió para mí, me ofreció su brazo. Súper caballeroso además de atractivo.

A la distancia vi a Ian con su conquista mirándome con furia así que sin que mí cita me viera le mostré el dedo medio al odioso y seguí disfrutando mí velada como si el no existiera.

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