Capítulo 4

Esperé la venganza de Ian pero jamás llegó así que acabé por olvidar el asunto y bajar la guardia.

Me concentré en pasar el tiempo con mis amigas, estudiar un poco y conseguir todos los permisos posibles para salir.

-¿Que le hiciste a Ian? Venía todos los días pero ahora ya no lo veo jamás

-Estara ocupado mamá

-Brianna- su voz de advertencia dándome a entender que no me creía nada

-Yo no le hice nada malo mamá, apenas fue una pequeña broma pero si no tiene sentido del humor es su problema- dije desinteresada

-Dime que le hiciste exactamente

-Mamá ¿Escuchaste que dicen que hasta besar al príncipe se besan varios sapos?

-Si y ¿Que con eso?

-Digamos que el comenzó a besar sapos hasta que llegara la princesa

-Eres igual que tú padre

-¿También besaste un sapo por su culpa?

-No hija, tu padre me besó a mi siendo chicos pero no lo tomé bien. Cuando crecimos volvió a besarme pero acabamos juntos, lo demás ya lo sabes. Solo te diré una cosa, cuando él haga logre desquitarse no vengas a llorar ni a reclamar aquí porque tú comenzaste

-Encima lo defenderas a él, soy tu hija

-Justamente porque te conozco es que confío más en el vecino y no olvides que también fui joven

No entendí nada de lo que dijo pero si Ian no había actuado pensé que no lo haría porque sus venganzas no suelen tardar ni una semana

Dejé pasar el tiempo y habría una fiesta aquí en el pueblo y planeaba asistir con mis amigas. Debía pedir permiso y dado que me había esforzado y el idiota seguía sin aparecer estaba portandome bien y no tenía ningún castigo.

Decidí ir a la peluquería para hacerme reflejos en rubio muy claro, algo que hacía mucho deseaba

Los hice pero el día de la fiesta cuando me metí a bañar entré normal y salí con mis reflejos color azul. No solo no fui a la fiesta sino que el idiota comenzó a decirme que me parecía a los pitufos y no solo por la altura. Pasé tres días lavandome el cabello hasta que se me fue el horrible color.

Luego de esto el idiota volvió a casa como siempre hacía y mi madre feliz con él. Se la había comprado con sus buenas acciones pero ¿Yo? A punto de buscar otra familia que me quiera.

Me fui a bañar un día cuando mis padres habían salido porque planeaba salir con mis amigas y volver antes de que ellos llegaran pero cuando salí envuelta en una toalla estaba el insoportable acostado en mi cama

-¿Puedes salir? Tengo que vestirme

-No tienes nada que no haya visto antes

-¿Y a mí qué? Puedes ir a mirar a otras, no a mí así que te largas

-Tienes razón, después de todo no tienes nada que mirar

Ante su contestación comencé a tirarle con todo lo que encontré y él salió riendo de mí habitación.

El comentario me afectó un poco porque mis amigas tenían más pecho que yo pero en algún momento crecerían. Aún así no tenía mal cuerpo.

Cuando abrí la puerta de mi habitación lo primero que ví fue su estúpida cara y le di una cachetada por acto reflejo

-Eso por idiota

-¿Quieres saber lo que éste idiota puede hacer?

-No me importa- Le cerré la puerta en la cara y me fui a acostar

Con el en casa no podría salir porque me seguiría como si fuera mi sombra. Él abrió la puerta y se acostó a mi lado en la cama

-¿No tienes cama en tu casa?

-Si pero me gusta la tuya

-Te la vendo

-No tengo dinero, ¿Me la das a pagar en cuotas?

-No, ¿Dónde duermo mientras?

-Siempre habrá un lugar para ti en mi cama, podrías dormir conmigo

-prefiero dormir con el perro de tu abuela, además huele mejor que tú y es más limpio

Nuestras bromas primero eran inocentes pero a medida que los años pasaban podían malinterpretarse. Él estaba siempre muy cerca y al ser ser en algunas cosas similares acabábamos peleando cada vez.

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