Dulces.

Rosé.

Fue algo increíble esta tarde, desde que corrimos sin alguna razón más que la cuenta de la comida, cuando me agarró la mano y yo me puse nerviosa pero no lo demostré, hasta cuando hablamos de nosotros.

Cuando habló de él y sobre sus papás, sentí que estaba siendo muy entrometida pero lo bueno es que tuvo la confianza de decírmelo y no enojarse por ser muy metiche.

Lo que me sorprendió fue que solo dijo eso de él, realmente quería saber más de él pero sentí que me estaba tratando de decir lo menos posible, como si algo de su vida fuera malo, pero solo ignoré esa idea.

También me conté de mi vida, de igual forma creo que lo hice sentir algo incómodo con lo de mi mamá pero trate de ignorar esos sentimientos de tristeza e hice la plática más divertida. Le conté lo de mi accidente y no paraba de reír,... su risa es para nada discreta y ambos reímos durante un minuto.

Pero ya casi era la hora de regresar pero no iba a irme sin pagar lo prometido. Fuimos a una tienda y compré una gran bolsa de los chetos que más me gustan. Nos estacionamos y comimos en silencio. Aunque en muchas ocasiones el silencio es incómodo, en esta ocasión es reconfortante, me sentía tan bien con él.

Volvimos a la empresa y cuando entramos a recepción Christian estaba ahí, con una mirada seria, parecía enojado. Para tratar de estar en paz me despedí de Steve.

- Bueno, fue una comida muy divertida y rica, enserio que sirven comida muy rica ahí.

- Lo mismo digo, espero que se repita en otra ocasión.

- No lo dudes, nos vemos, tengo que hablar con alguien.

- Ok. Nos vemos.

Nos despedimos y cuando menos lo espero me da un beso en la mejilla. Me sonrojé y abrí los ojos lo más grande que pude. Y sin más se fue al elevador.

Estaba tan concentrada en ese beso que no me dí cuenta de que Christian me estaba gritando.

- ¡¿Si me puedes contestar?¡

- ¿Qué?- contesto desconcertada.

- Te pregunté que qué hacías con ese tipo y por qué te dejas besar así sin más.

Todos nos veían, y solo pude contestar:

- Cálmate, ni que fuera para tanto

- ¿Que me calme, que no es para tanto?, por dios Rosé, que no ves que ese tipo de quiere aprovechar de ti.

- Oye, es enserio, bajale dos rayas a tu intensidad, y no me hables de esa forma- replico con una voz seria, con eso Christian sabía que tenía que parar.

- Disculpame, pero ¿como puede ser eso posible? después de varios años, ni siquiera me miraste y ahora solo pasó un día y ese tipo obtiene toda tu atención.

- Estás muy alterado, dejaremos está plática para después, cuando estés más tranquilo y a solas.

Sabía que si seguía el se confesaría y no sabría cómo escapar de esa situación. Voy hacia las escaleras porque no quiero ver a nadie en el elevador.

Al llegar a recursos humanos veo a mis compañeros trabajando y me dirijo hacia mi oficina para empezar a organizar los documentos que me dejaron a cargo.

Las horas se me fueron volando y al ver el reloj ya eran las ocho de la noche.

- Buenas noches Rosé, ya es hora de irse- me dice Antony.

- Buenas noches, si apenas vi el reloj, pero me voy en un rato, quiero ver algunas cosas

- Está bien, nos vemos mañana, descansa.

- Igualmente.

Me quedé unos quince minutos más y recordé lo que dijo Christian en la tarde, que se iba a ir más tarde, así que con el dolor de mi alma decidí irme sin él.

Baje a recepción y ahí pregunté:

- Buenas noches, disculpa ¿ya salió el señor Steve del edificio?

- Buenas noches, ya, él ya se retiró pero me dijo que cuando la viera le diera esto- la recepcionista agarra una bolsa y me la da- me dijo que esperaba que mañana pudieran volver a comer y que pase buenas noches.

- WOW, mucha gracias. Nos vemos mañana.

- Hasta mañana.

Salgo y sin esperar más abro la bolsa. Jaja, eran como cinco bolsas de puras golosinas. En ese momento sentí un calor en mi corazón, un sentimiento muy puro. Jamas había sentido algo igual. Será que...

- Rosé, ¿sigues aquí?

- Creo que si, sino no estuviera aquí parada- le contesto seria a Christian.

- Por lo que veo sigues enojada.

- Pues estás en lo correcto, jamás me habías hablado de esa forma- contesto y él camina hacia mi con una mirada algo triste.

- Perdón, es que simplemente no pude controlarme... ¿qué llevas en la bolsa?

- ¿Ah? aa, llevo... dulces.

- ¿En qué momento fuiste por ellos?- pregunta tranquilo pero se que mi respuesta lo va a irritar.

- Mmmmm, me los regalo... Steve.

- ¿Ese imbécil de nuevo?

- ¡Christian!

- Lo siento, tú no tienes la culpa de nada...en verdad perdoname.

- Aggg, bueno, será mejor que me vaya, hasta mañana.

- Espera, ¿no quieres que te lleve a tu casa,... como antes?- noto melancolía en su pregunta pero ahorita no lo quiero ver.

- No es un buen momento, será luego.

Me voy dejándolo parado en la salida. Me duele porque yo lo aprecio como un hermano y he vivido muchas cosas con él, compartimos muchos recuerdos y momentos felices y tristes, pero hoy se comportó como otra persona. Es por eso que no quiero que se me declare, porque sé que mi repuesta puede afectar nuestra amistad y lo que menos quiero es eso.

Entro a mi auto y vuelvo a ver la bolsa, mi enojo se disipa y se vuelve en felicidad. Doy un suspiro y con el mismo sentimiento arranco y me dirijo a mi casa.

- Suspiro- Steve ...

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