Capítulo 2.

Mientras que Elizabeth seguía perdida en sus pensamientos, Beth, se ponía cada vez más nerviosa, ya que su señorita luego de esa breve charla quedó muda y perdida. No solamente no hablaba sino que tampoco escuchaba.

Ya había pasado más de 20 minutos, y seguía es estado de shock.

En ese momento a Beth le brillaron los ojos cuando vio la fuente con agua que anteriormente tenía en sus manos y que luego de entrar a la habitación la había dejado en un mueble cerca de la puerta.

Con paso decididos Beth se acercó al mueble, tomo la fuente, se acercó a su señorita y justo cuando estaba a punto de tirarle el agua para que despierte, Elizabeth habló.

—¿Disculpa cómo dijiste que me llamaba?, solo para confirmar.— al salir de su estado miró a Beth con curiosidad y preguntó. –

¿Qué estabas por hacer?.

Beth se congeló justo en ese momento y respondió.

— Señorita por fin, ya me estaba asustando. Y... y... Yo iba a tirarle un poquito de agua fresca para que se despierte de su trance.— Elizabeth estaba sorprendida por lo que Beth estuvo a punto de hacer, pero antes de poder protestar o regañarla por su comportamiento ella volvió a hablar.—Y respondiendo a su pregunta, usted es Elizabeth Cortés, hija del duque Stefan Cortés y la duquesa Lizbeth Cortés, princesa heredera del imperio Esmeralda.

Enserio señorita estoy muy preocupada por usted. Mejor llamó al médico para que la revise y de paso aviso a los duques que ya despertó.

Antes de que Elizabeth pudiera decir otra vez algo, Beth ya había salido de la habitación.

Resignada solo le quedó esperar a que viniera el dichoso médico. Mientras tanto se sentó en la cama y se puso a pensar que haría a partir de ahora, mientras que con sus ojos registraba la habitación en la que se encontraba. De pronto su vista recayó en un gran espejo con marco de madera con un lindo diseño.

Sin perder tiempo se levantó y camino hacia el espejo, cuando llegó se quedó asombrada de la imagen que veía reflejada. Pues en su vida pasada ella no era fea, pero Elizabeth era una belleza de otro nivel.

Elizabeth tenía el pelo color blanco con tonalidades en verde agua, ojos grises y una figura que a cualquiera volvería loco.

Era una chica sumamente hermosa que tendria entre unos dieciséis o diecisiete años, pero si sus sospechas eran ciertas, eso quería decir que tenía muy poco tiempo para cambiar su final, ya que en la novela el compromiso se rompe cuando Elizabeth tiene diecisiete años y a los dieciocho ella muere.

Tenía que idear un plan para acabar con ese compromiso antes de que la trama empiece y ella quedé como la Villana del cuento.

Mientras que Luz seguía perdida en sus pensamientos, las puertas de la habitación se abrieron de golpe dando pasó a los duques. Luego del estruendo que hicieron las puertas al abrirse de golpe, lo primero que sintió nuestra prota, fueron unos brazos fuertes rodeándola y una voz gruesa que le decía.

— Hija mía, no sabes el susto que le pegaste a este pobre viejo.

— Ya Stefan deja a la niña tranquila, la estás asfixiando.

En ese momento Elizabeth sintió como el abrazo perdía fuerza, pero aun así, el duque no la soltaba.

— Estoy bien.

Fue lo único que logró decir, puesto que el hombre no la quería soltar. Justo al rescaté apareció un señor como de unos 60 años con bata blanca, supuso que sería el médico.

— Permiso su excelencia, pero necesitó hacer mi trabajo, ¿Me permite revisar a la señorita?.

— Por supuesto, verifiqué que todo esté bien por favor.

Contestó el duque dándole paso al doctor para que hiciera su revisión.

Justo en ese momento llegó Beth y dijo en un tono preocupante.

— Por favor compruebe bien la cabeza de mi señorita, ella no sabe quién es. Cuando despertó me hizo muchas preguntas raras, yo creo que se golpeó la cabeza.

Al terminar de hablar se escuchó el jadeo por parte de la duquesa e inmediatamente comenzó a llorar, el duque se acercó a abrazarla y mientras la consolaba le decía.

— Tranquila mi amor, todo va a estar bien. Nuestra hija es fuerte.

El médico seguía haciendo su trabajo hasta que terminó y de manera calmada dijo.

– La señorita se encuentra bien, solo tiene un golpe en la cabeza, pero nada de que preocuparse, con los días la inflamación bajará.

Ahora señorita Elizabeth ¿sabe usted qué paso? ¿Cómo cayó al lago?

Y justo cuando terminó de hablar una puntada en la cabeza la hizo gemir del dolor. Al ver su estado el médico volvió a hablar.

— Está bien, no se esfuerce los recuerdos irán llegando solos. ¿Recuerda algo más? ¿Sabe quién es usted?.

POV Elizabeth

Y justo en ese momento se me prendió el foquito de las ideas, después de todo fingir que no recuerdo nada no era tan mala idea. Así que sin más respondí.

— Disculpe, pero no, no sé quién soy.—Y eso fue suficiente para que los duques me volvieran a abrazar. Con voz tranquila, trate de que se calmarán un poco, así que agregue.—Perdón por ponerlos así, pero no era mi intención hacerlos sentir mal.

Y era cierto, pero no podía arriesgarme a qué supieran que no soy Elizabeth. En cambio, de esta manera podía justificar mi comportamiento y mi cambio de actitud con mi perdida de memoria.

La duquesa fue la primera en hablar.

—Ya, ya cariño tú no tienes la culpa de nada con el tiempo irás recuperando todos tus recuerdos. ¿No es así doctor?.

—Si, si por supuesto.

Respondió el médico temeroso de la mirada asesina que le dedicó la duquesa. El duque, por otro lado, no me soltaba, hasta que decidió hablar.

— Bueno no importa, lo importante es que estás con vida y con nosotros. Los recuerdos volverán con el tiempo y si no es de esa forma haremos memoria nueva.

No pude contener mis lágrimas y también me puse a llorar, ya que al contrario de lo que puedan pensar, no eran lágrimas de tristeza, eran lágrimas de felicidad. Siempre estuve sola y ahora que me encuentro rodeada de dos personas que me van a brindar su amor incondicional, si la anterior Elizabeth no lo supo apreciar lo que tenía, yo no voy a desaprovechar esta oportunidad, siempre quise una familia, así que los voy a amar como ellos se merecen.

Luego de que el médico dejará el ducado, el duque Stefan envío una carta al palacio informándole al emperador sobre la situación. No tardó en llegar dicha carta al palacio, justo en ese momento, en el despacho del emperador, se encontraba la emperatriz. Cuando terminaron de leer la carta, prepararon todo y partieron rumbo al ducado juntó a sus dos hijos.

Estos lejos de estar preocupados por la delicada situación de Elizabeth, se encontraban molesto por interrumpir sus actividades diarias, puesto que creían que era todo un montaje que estaba creando la chica para causar más empatía a sus padres.

El segundo príncipe Sebastián no odiaba a Elizabeth, pero tampoco sentía empatía por ella. Por más que se conocían desde niños, nunca fueron cercanos, y el día que Elizabeth cayó al lago solo la salvó como lo hubiera hecho por cualquier persona.

Por otro lado, el príncipe heredero fastidiado por la situación decidió romper el silencio.

– ¿Padre porqué tenemos que ir al Ducado Cortés? ¿No sabe que hoy teníamos práctica con el general de la primera división del ejército?

— Si padre, ¿por qué tengo que ir yo?, de Erick se entiende, ya que es su prometido, pero ¿yo que tengo que ver?.

El emperador molesto por su actitud de niños berrinchudos respondió.

— Hijos malcriados, primero que todo no tengo por qué responder a sus absurdas preguntas, pero ya que están interesados le diré, la señorita Elizabeth además de ser la futura emperatriz es mi ahijada y no puedo no preocuparme por su salud. Segundo como bien dijo tu hermano eres su prometido y tienes que estar pendiente de su bienestar. Y como tercero, pero no menos importante, por qué soy su padre y se hace lo que yo digo. Así que cuando lleguemos al ducado cambian esas caras y se van a mostrar preocupados por la señorita Elizabeth. ¿Está claro?.

_<>

Al terminar esa breve charla, el carruaje volvió al silencio hasta llegar al Ducado.

Una vez allí la familia real fue anunciada y tanto el duque como la duquesa se sorprendieron por su llegada.

Al llegar a la entrada de la gran mansión, el carruaje estacionó y el primero en bajar fue el emperador, corrió prácticamente a abrazar a su amigo a quien consideraba como su hermano y pregunto.

— ¿Cómo está ella?, ¿Se encuentra en reposo? ¿Qué dijo el médico? ¿Es tan grave la situación?. Traeré a los mejores médicos del imperio para que traten a mi ahijada. Si eso haré, está decidido.

El duque le causaban un poco de alegría ver a su amigo genuinamente preocupado por su hija, pero decidió contestar antes de que siguiera con el interrogatorio.

— Calma Federico ella está dentro de lo que se puede, bien. Solo que el médico no asegura que su estado actual sea permanente.

Hay que esperar, ver cómo evoluciona con el paso de los días, pero no hablamos de eso aquí, pasen por favor, majestad, príncipe heredero, segundo príncipe.

Saludo el duque con una reverencia. Por más que el era cercano al emperador únicamente con el olvidaba las formalidades.

—Ya Stefan, ¿cuántas veces te tengo que decir que me llames por mi nombre?

— Está bien Clarisa, prometo intentarlo, pero por favor pasen, mi esposa y mi hija se están preparando, ya saben cómo son las mujeres. Pasemos al jardín mientras pido algo de té y postres

— Claro, pasemos.

Dijo el emperador para luego tomar la mano de su esposa y siguiéndolos también entraron los príncipes.

Al llegar al jardín, todos tomaron asiento en un hermoso kiosco dónde ya estaba preparada una mesa con té y postres. Mientras los sirvientes servían sus tazas, llegó la duquesa luciendo un hermoso vestido azul cielo.

— Saludos majestades, saludos príncipes.

Clarisa se levantó de su asiento, tomó sus manos y con voz afligida preguntó.

— Lizbeth cariño ¿Cómo te encuentras?, ¿Cómo está mi niña?, y deja las formalidades, somos casi familia.

La duquesa sonrió tras las palabras de su mejor amiga y contestó

— Estoy bien Clarisa y tu niña parece estar bien, tiene que volver a adaptarse y ver cómo evoluciona con el paso de los días.

Antes de que la duquesa pudiera decir algo más con respecto a la salud de su hija, la hermosa albina llego al jardín y saludo a todos de la manera más respetuosa que pudo.

— Saludos majestades, saludos príncipes...

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Atenea

Atenea

Volviendo a leer las aventuras de los Cortéz

2025-03-27

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