Helen nunca conoció a su familia y ahora estaba por conocer a una abuela que no lleva su sangre. No sabía quién era, qué le gustaba o cuál sería su reacción al verla. Sólo la había visto en fotografías que fueron utilizadas para su clase. Estaba algo nerviosa, miraba por la ventana deseando que el día acabara pronto.
Leonardo se mantenía serio, el también miraba del otro lado de la ventana. Sus pensamientos estaban invadidos de recuerdos, de él y de Valeria. Miró de reojo a Helen y sólo vio a una chiquilla asustadiza, movía sus piernas para calmar sus nervios, mordía sus labios constantemente y sus manos se entrelazaban con los dedos. Quería darle la mano, pero no sabía cómo hacerlo, pues al querer intentarlo, Valeria se paseó por su mente con esa encantadora sonrisa, como burlándose de él y de sus sentimientos.
El coche paró cuando llegaron a la mansión de Margaret Wertheimer. De inmediato los guardaespaldas hicieron una fila para que los invitados salieran. Leonardo salió con la ayuda de Marcus, quien le abrió la puerta. Él se dirigió donde Helen y de forma caballerosa tomó su mano, el contacto fue rápido y extraño para ambos.
Empezaron a caminar, en sus rostros se dibujó una sonrisa, borrando toda clase de resentimiento. Las demás mujeres fueron tras ellos, preparadas para lo que se venga, listas para todo.
Entraron a la gran mansión. El mayordomo fue quien les abrió la puerta. Un hombre algo viejo, sus cabellos estaban adornados por algunos risos blancos, tenía un traje impecable sin ninguna arruga.
- Bienvenida, señorita Valeria Wertheimer. – dijo al verla e inclinando su cuerpo como una reverencia. – bienvenido señor Leonardo Hoffmann. – Leonardo sólo asentó su mirada como saludo.
Helen no sabía quién era, pero supo de quien se trataba.
- Gracias Liam. – respondió ella muy dulce ante él.
- Por favor pasen, los están esperando en la sala. – dijo el mayordomo.
Leonardo tomó con más fuerza a Helen y continuó caminado con ella a su lado. Las trillizas estaban al pendiente de todo a igual que Claudia caminando junto a ellos.
Al llegar a la gran sala, Helen reconoció algunos rostros entre los pocos invitados. Leonela Hoffmann, se mantenía sonriente a su espera. Utilizaba un traje elegante para su edad y sobre su cuerpo llevaba otras joyas, a su otro lado, estaba una persona que de cierta forma tenía un parentesco con ella y con Leonardo, a quien supuso que era su otro hijo. Tenía un traje elegante de color oscuro, el cabello muy bien peinado hacía atrás. Alto de tez blanca, sus ojos también eran azules y con una postura atlética. Y en el centro de los dos, se encontraba Margaret Wertheimer, una mujer de avanzada edad, con ropas muy finas y sobre su cabello llevaba un elegante sombrero. La mujer la miraba con mucha curiosidad, estaba seria, confundida, triste, enojada, feliz. Todas sus emociones eran múltiples y confusas. Caminó un poco hacia Helen para verla más de cerca. Sus ojos rodeados por una piel arrugada se concentraron en los ojos de Helen.
- Abuela. – dijo Helen sonriendo. Estaba siendo intimidada por esa mirada, sentía que si la seguía observando más iba a desvanecer y sus piernas le iban hacer una mala jugada.
La mujer escuchó aquella voz tan dulce y suave.
- Valeria. – la abrazó tan fuerte que Helen sintió mucha calma. Ese era el primer abrazo más cálido y honesto que ha recibido hasta ahora. Por alguna razón sus lágrimas empezaron a salir - al fin estas en tu casa mi pequeña. – dijo Margaret hundiéndose en ese abrazo. Al separarse notó esas ligeras lágrimas en Helen, conmocionada con lo que vio, preguntó - ¿Por qué lloras?
-
- De volverte a ver abuela– Helen limpió sus lágrimas al darse cuenta de lo que estaba haciendo, eso no estaba planificado. Volviendo a sonreír le dijo – Te extrañé.
- También yo, también yo. – la mujer se dio vuelta y con una sonrisa en su rostro dijo. – mi nieta ha vuelto.
Leonela sonrió y tenía sus motivos, el primero era que Helen pasó a reemplazar a Valeria y el segundo motivo era que al fin las familias se iban a unir. Aun lado de ella estaba su hijo, Ethan Hoffmann, tres años mayor Leonardo. Él observaba a Helen, sus ojos se concentraron en ella, analizando por completo cada parte de su cuerpo, le parecía increíble el gran parentesco que tenia con Valeria, eran dos gotas de agua.
...
Después de las palabras de Margaret, Leonardo entró en la sala tomando la mano de Helen, tras ellos fueron Claudia y las trillizas. Era un evento privado donde sólo los Hoffmann y la Señora Margaret Wertheimer estaban presentes.
La reunión fue algo inquietante, pues después de una hora de charlas, la señora Margaret Wertheimer no preguntó del paradero de su nieta, algo que hizo que Claudia y las trillizas entraran en pánico. Su pregunta fue más directa, una pregunta que ellas habían pasado por alto, pues preguntó sobre el matrimonio arreglado.
- ¿Estas segura de que quieres casarte con Leonardo? ¿Realmente lo amas? – sus cejas se arquearon y los ojos se concentraron en los ojos de Helen.
El ambiente se volvió tenso, todos ahí dentro de la sala miraban a Helen en busca de una respuesta positiva cuando ella guardó silencio. Las trillizas Jackson mantenían una postura de firmeza, pero por dentro estaban inquietas. No sabían cómo pasaron por alto esa pregunta, tomaron todo su tiempo en prepararla para que sea Valeria y se olvidaron de los más importante, del matrimonio.
- Abuela. – dijo Helen con un tono dulce, a la vez que sonreía. – me casó con Leonardo porque realmente lo amo. – lo tomó de la mano para que Margaret no sospechara. – quiero casarme con él, de eso estoy segura.
Margaret estiró sus arrugados labios, mirando a la pareja que tenía en frente dijo.
- Si eso es lo que deseas, así será ¿Les parece si la boda la dejamos para dentro de tres semanas?
- Querida Margaret. – intervino Leonela con una amplia sonrisa. – la pareja ya estuvo mucho tiempo separada, no alarguemos más el matrimonio y déjemelo para dentro de una semana, no los hagamos esperar más.
Margaret miró a Helen, quería saber si ella estaba de acuerdo en casarse dentro de una semana.
- Abuela, por mi está bien. – respondió Helen. – Leonela tiene razón, ya hemos estado mucho tiempo separados, alargarlo más no sería justo.
- Y tú muchacho ¿Qué dices? – preguntó Margaret observando a Leobardo, quien se mantenía en silencio durante la reunión.
- En una semana me parece perfecto. – tomó a Helen y besó la mano que él sostenía. - Sabe que yo amo a su nieta y esto fuera del contrato que como familia tenemos, no significa nada entre nosotros dos.
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Comments
Maria S Criollo P
amenazada quien no va querer casarse
2024-01-28
0
Lucya Uribe
salió bien la actuación 🎭 ya engañaron a la anciana aunque creo que hay una sorpresa con esta abuela tan complaciente
2023-05-31
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Dannia
Que buena actuación de ese Leonardo
2023-05-28
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