Feliz cumpleaños: Parte 1.

Da un amplia lamida en mi mejilla, mientras su cuerpo es sacudido al llegar a su clímax.

La tomo de las caderas, acariciando su espalda desnuda antes de que se baje.

—¿Te irás como si nada, nena? ¿Ni siquiera un último beso? — con una sonrisa insatisfecha me acerco a sus labios, pero me esquiva al levantarse.

—No te confundas, Massimo, solo fue sexo.

Una extraña sensación provoca que me moleste lo que ha dicho.

—De eso estoy claro — acomodo mi pantalón—. Según tú, ¿qué es lo que creí luego de esto?

Finaliza por bajar del todo su vestido, pisando el suelo con sus finos tacones, luciendo lo que la hace única; su belleza y elegancia para mirar y sonreír.

—Que me tienes en tus manos, y que seré una de las mujercitas con las que te revuelcas a diario. Ten en cuenta que, yo soy Zafira Petrov, no nací para estar a los pies de nadie — me da un guiño, culminando con abotonar mi camisa—. ¡Que tenga un buen día, Sr. Massimo! Más vale que en la próxima no me haga esperar, o ya sabe cuáles serán las consecuencias.

Cierra la puerta tras salir con una maldita manera de dejarme atónito y perdido en su cuerpo, en lo que obtuve, pero que no ha terminado por cesar este deseo que siento por ella.

—Lo conseguiste, Zafira... me traes loco.

Me percato de laancha se sangre que llevo en mi pantalón... pero ¿qué carajos?

—¿Era virgen?

Lo sucedido de la última vez con Zafira me tiene loco, raro, como si he dejado de ser el Máximo que solo quería venganza, y que en su lugar está un hombre que tiene atravesada en media cabeza a su socia.

—Debo hacer algo para quitarte de mi mente — susurro, sosteniendo una foto de Zafira que le tomé antes de lo que pasó—. Tal vez si te saco de mi vida...

—¡Massimo! — mi hermana viene corriendo desde la puerta con una larga sonrisa, y tras ella está Zafira—. Adivina quién llegó.

—No tengo que adivinar, ya la vi — me pongo de pie.

—¡Tu novia!

—No, Nadia, la señorita no es mi novia. Vete a jugar con las muñecas, Zafira y yo debemos hablar cosas de grandes.

La muy obediente corre a su habitación, dándome un espacio con Zafira.

—Acabo de conocer a tu hermanita, nunca antes la había visto.

—Por razones de cuidado la tengo conmigo, no vaya a ser que intenten algo contra ella y no esté. ¿Qué te trae por aquí, Zafira?

—Muchas razones — me sonríe coqueta, y aquí es donde me arrebara la inteligencia.

Tira unas fotografías hacia la mesa, deteniendome antes de que me lance a besarla.

—Tengo toda la información que necesitamos para buscar a los desgraciados que violaron a tu hermana. Ulises, John, César y Mael están más cerca de lo que pensamos. Layla; mi hermana, trabajaba para Ulises, pero renunció al empezar a trabajar para Luigi, por lo que sabe sus más cercanos movimientos. Los cuatro malditos estuvieron en Italia, planeando yo no sé qué, se han movilizado de frontera a frontera con grandes mercancías. Y es aquí en México donde está pasando droga y lavado de dinero.

—¿Cómo supiste eso?

—No hay nada que el dinero no pueda comprar, créeme que podría comprar la casa más grande de Dubai, pero es necesario ahorrar. Me dedico al hackeo desde mis 16 años, eres el primero en saberlo y el primero al que le demostraré mis habilidades. Obtuve información de uno de los hijos de Ulises, con mis mañas tengo algo en mi poder; mensajes confidenciales de John. Pasarán mercancía esta tarde, y me encantaría hacerle al muy hijo de puta una sorpresa, ¿tú qué opinas?

...ZAFIRA...

Sus caricias han dejado huellas en mi piel, es algo que jamás se borrará de mi memoria. Pero sigo sin contestarme la pregunta de si Massimo Lombardo llegó a mi vida con la finalidad de hacer un bien l un mal.

—¡Buenas tardes! — doy un disparo al aire, estando frente al camión que estaba de camino a la frontera de Estados Unidos, y la que de seguro lleva una pesada mercancía.

Mis hombres han rodeado a los cinco hombres que están en el transporte, pero el que resalta al bajar es el mismo John; uno de los enemigos de Massimo.

—Mierda — musita el hombre, mientras levanta sus manos en señal de paz—. ¡No sé quiénes son ustedes, y tampoco quiero tener problemas!

—Pero yo sí — Massimo aparece, sorprendiendo la vista del maldito—, ¡yo amo los problemas! ¿Te alegra verme, John?

—Massimo... — masculla con el miedo reflejado en sus ojos, toma la pistola rápidamente para disparar a Massimo, si no fuera porque he tirado una cuchilla a su mano.

—¡El problema no lo resolveremos aquí, sino luego! Llevense al imbécil, no se nos puede escapar — Massimo gira a verme con gran satisfacción.

—Qué puntería fue esa.

—La que no pudiste tener ni estando dentro de mí — muestra una expresión ofendida—, pero tranquilo, de seguro no estás acostumbrado a satisfacer a una mujer.

—¿Por qué no me dijiste que eras virgen?

—¿Era necesario?

—¿Por qué conmigo, Zafira? ¿Por qué decidiste entregarte a mí?

—No sé, respondete tú esa pregunta.

Huele mi cuello, apretando disimuladamente mi muslo.

—Te necesito de nuevo, Zafira.

—Pues ahora el que no se siente bien eres tú.

—No sé que brujería me hiciste, pero me fascina — su mano roza entre mis piernas, arrancandome un gemido—. Feliz cumpleaños.

—No, cariño, las felicitaciones así de simple no me gustan. Te espero en mi casa esta noche, y así celebramos mi cumpleaños a lo grande.

—Creí que la pasarías con tu melliza y familia.

—Ellos no se han acordado, y me da igual, estoy acostumbrada a ser la rara de la familia.

Besa mi muñeca, ascendiendo para tener contacto con mis labios.

—Entonces cuenta con mi compañía, te daré el cumpleaños más feliz e inolvidable.

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