¿Se le perdió algo, Sr. Lombardo?

...ZAFIRA...

—¿Qué dices? — Malik se vé en la necesidad de levantarse para así procesar lo que de mi boca ha salido —. ¡¿Hiciste trato con Piero, el hombre que Massimo trataba de convencer?!

—A ver, cabrón. A mí no me gritas, baja la voz. Recuerda que todo es tu culpa. Gracias a tí desate una demonia interior, ahora no me jodas. Mas bien, felicítame, de seguro ahora estoy robando los pensamientos de un imbécil y arrogante Lombardo.

—¿Piensas que esto es un juego, Zafira? Apenas tienes meses en el negocio, no sabes de los peligros que habitan cuando haces algo como esto. Existen los celos, ¿lo sabes?

Cargo mi pistola.

—Y existen las armas, ¿lo sabes? Al primer cabrón que me joda, le volaré la cabeza.

Sirvo dos copas de vino.

—Celebra conmigo, no seas aguafiestas.

Me deja con el brazo estirado cuando sale por las puertas de mi casa.

—¡Imbécil! ¡A este paso ni una mujer te soportará!

—¡Pues no me interesa estar con ninguna mujer! — me responde de la misma manera desde el auto.

—¿Qué sucede aquí? — Dante ha llegado...

—Nada, solo aconsejale a tu hermano que no se meta en mis cosas, o juro partirle todo lo que se llama dientes se vuelve a defender a su querido Massimo.

...MASSIMO...

...—¿Me contarás el motivo para que tengas una cara de imbécil frustrado? — Marcel me analiza, pero sigo sin responder....

¿Cómo le digo a mi mejor que una mujercita me ya ganado la batalla?

—No pasó nada.

—¿Me quieres ver la cara de idiota?

—Pues sí, tengo un pequeño problema.

—Yo diría que no es tan pequeño y que tiene nombre de mujer; ¿Zafira Petrov?

—¿Cómo lo sabes?

—Escuché a tus hombres hablando de ella.

—¿Ahora resulta que ella es toda una diosa que se roba varias atenciones?

—¿Esos son celos?

—Si esa mujer se me cruza en el camino, tirare por el caño mis años de amistad con Malik — giro mi cabeza cuando siento al demonio entrar por las puertas del bar —. No es cierto.

—¿Qué?

—Mira quien acaba de llegar — mira a la detestable hermana de Malik, en compañía con otro de sus hermanos.

—Carajo, pues sí está muy bonita como para...

—¡Te dije que la mires, no que la follaras con la mirada! — me levanto de la mesa al colmar mi paciencia, acercándome a la misma mujercita —. ¡Qué bueno verla de nuevo, Srta. Petrov!

—Yo diría todo lo contrario. ¿Se le perdió algo, Sr. Lombardo? y de no ser así, quitese de mi camino. Vine para divertirme, no para estresarme.

—Estoy delante de usted en son de paz, y para disculparme por mis palabras de aquella noche. No es que la haya despreciado, solo había tenido un mal día.

—Ajá, fingire que le creo. Tengo 22 no 15 años, señor, y sé diferenciar muy bien cuando un arrogante y detestable hombre como usted trata de engañarme con malas intenciones. Pero no pierda su tiempo en seguir hablando, todo lo que sale de su boca es pura mierda. Dígame, ¿qué se siente ser humillado por una mujer? oh, cierto, recordé que le dije que no hablara.

Marcel ríe desde la mesa mientras sigue fumandose un cigarrillo.

—Vamos a sentarnos, Zafira. — su hermano trata de convencerla.

—Disfrute de su noche, señor.

Tomo el brazo de la mujer cuando me da la espalda, dejando media palabra en mi boca.

—Mira niña, ¿quién piensas que eres?

—¡Vuelve a tocar a mi hermana y te mando al infierno, cabrón! — el tóxico de su hermano me golpea tan fuerte el rostro que me siento ser empujado hacia la misma mesa donde estaba Marcel.

—¡Ya basta, Dante! — Zafira se mete en su camino —. Vamos a sentarnos, ya cálmate. Deja de ser tan sobreprotector, hombre.

—¡Siga el consejo de su hermana, Sr. Petrov, y no se meta dónde nadie lo ha llamado!

—Ahora sí lo mato.

—¡Dante ya! — lo empuja.

Zafira saca algo de su cartera que no sé diferenciar, y solo puedo notar qué es cuando pone el arma en mi cabeza.

—Una palabra más y de esa cabeza donde salen puras pendejadas, solo saldrán litros de sangre.

Libero la pistola de mi pantalón, ubicandola en su frente.

—A mí ninguna mujer me amanaza con una pistola, y menos si es alguien que detesto.

—El sentimiento es mutuo, Sr. Lombardo.

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