-Me alegra mucho joven Sotomayor, que este ilusionado con mi nieta- Dijo una feliz y sonriente Emperatriz- Que la enamore , eso sería un beneficio para nuestras familias -Héctor se alegró, al fin su golpe llegó donde quería. Sabía que la abuela era conservadora de las viejas costumbres, pero no contaba con esto...
-Pero, como comprenderá los tiempos cambian , estamos en otro siglo y esos acuerdos absurdos quedaron en el pasado. Si mi nieta, lo acepta estaré encantada de recibirlo como nuevo miembro de nuestro hogar- Dice con una sonrisa bonachona la abuela.
En otros tiempos, ella habría estado feliz y hubiese sido la primera en concertar un acuerdo para un matrimonio arreglado, pero aprendió la lección cuando por poco pierde el amor y el respeto de su hijo. Mauricio se rebeló ante ella cuando lo quiso casar con otra mujer y ahora ni siquiera se le ocurriría insinuar algo con su hija, esto sería abrir viejas heridas. Ella quiere que su nieta sea feliz o asuma sus propios errores.
-Si, mi amor, no hay apuros, ustedes son jóvenes aún- Habla María Paula, con una sonrisa tratando de suavizar la situación.
Golpeando el hombro de su hijo, Anderson, se hizo el sorprendido - Hijo, no sabía, que tu corazón ya tenía dueña. Me complace, que sea una joven de buena familia-
A los abuelos Herrera, aunque si les ilusionaba ver casada a su nieta primogénita, esta escena les recordó los dolores de cabeza del pasado. Mauricio y María Teresa, peleando por su amor contra todos.
Don Nicolás, con su sabiduría, tratando de desviar el tema, con sus razonamientos llenos de sabiduría.
-Estos jóvenes, con su desbordante efervescencia-
Acercándose donde Héctor, palmotea despacio su hombro le dice. - Mira, hijo, eres joven y tu impetuosidad me gusta, así tienes que ser en los negocios, pero con el corazón tenemos que ser más cautelosos. Si en el futuro mi nieta te elige serás bienvenido en mi familia.- Terminó con una media sonrisa, pero en el fondo estaba que echaba fuego.
-Ahora ella no puede contestarte, como dijo antes mi Jessi, eso es entre ustedes apoyando a su esposo dijo doña Silvia.
-Qué les parece, si tomamos un café o té, como deseen- Una María Paula evitando que se notan sus nervios, tratando de cambiar el tema.
Todos estuvieron de acuerdo. Luego las mujeres mayores fueron invitadas a ver el jardín de plantas exóticas muy bien cuidados por la anfitriona de la casa.
Eduardo, que había permanecido callado durante el tema anterior. Sentía, que esa noche se acababa toda esperanza o posibilidad de acercamiento a Jessenia. ¿Cómo él podría decirle algo? Cuando su hermano, públicamente se le declaró delante de todos -Como siempre, tratando de acorralar a tus víctimas, digno de tu manera de ser, querido hermano- Analizó, dentro de él, con dolor. En ese momento solo quería escapar de la sala, era insoportable lo estaba sintiendo.
-Saíd, escuché decir que te gustan las cosas a escala, te invito a mi despacho para que conozcas mi colección de aviones, los he armado yo mismo-
-Claro, yo tengo cuatro. Te sigo- Saíd se emocionó escuchar que Eduardo tenía su misma afición.
Las abuelas estaban en el jardín dentro el vivero, emocionadas con la belleza de las plantas de la casa. María Paula y María Teresa se llevaron bien enseguida. Con la timidez de la primera y espontaneidad de la segunda.
Mientras tanto, en la sala los hombres junto a las hijas Morante hablaban de todo, bromeaban y así pasaba el tiempo. Jessenia era quien menos actuaba, estaba inquieta, solo de pensar lo que Eduardo estaría pensando de ella.
-Estará creyendo que ilusione a su hermano. Pero, que le importa, seguro le da lo mismo. Además, es un bipolar, un día es uno, al otro cambia de personalidad-
Ya había visto que el baño de visitas para damas, estaba al lado del despacho donde estaba su hermano y él... el bobo cambiante. Hablando de cambios de personalidad... lo reflexionó mejor y aunque dudaba, se encontró dándose empujones de valentía.
-Vamos, valor Jessenia!!!- Escuchaba su lado loco, aquel que recién ha descubierto. Ni ella se reconocía, nunca había actuado por impulso, siempre había analizado con tranquilidad sus actuaciones, pero algo la empujaba a aclarar y dar explicaciones al joven de los Sotomayor.
-Me disculpo un momento, me dirijo al baño- Ve las intenciones de Héctor de acompañarla, mirándolo le dice- No te preocupes, ya sé donde queda. Verónica me puedes acompañar- Sonríe con complicidad al muchacho, tratando de dejarlo atrás.
Entre dientes le dice a su hermana- No digas nada, solo sígueme- Verónica obedece tomando su mano.
Entran sigilosamente al estudio y encuentran a Saíd y a Eduardo como dos niños entretenidos con sus juguetes.
-Hermanas, que bien que se nos unan. Miren, que maravillosa colección de estas bellezas- Eduardo se tensó al sentir ese perfume, que en sus sentidos se ha hecho inigualable.
-Saíd y Verónica pueden esperar afuera por favor- Los gemelos se miran sin comprender que está pasando -Luego les explico, hermanos. Necesito hablar cinco minutos con el señor Sotomayor- Los jóvenes se disponen a salir obedientes.
Un sorprendido y camaleónico, Eduardo que cambia de colores. No se esperaba esto - ¿De qué querrá conversar conmigo ahora? Ni creas que te voy a ayudar con mi hermano- Solo atina a decirse
-No salgan, si lo hacen, todos se darán cuenta de que estamos solos y no quiero dar explicaciones. Quédense aquí. Sígueme, por favor- Abre una puerta e ingresan a un pequeño espacio amoblado con tonos oscuros.
-Es mi espacio personal... cuando, no quiero ser interrumpido por nadie. Ahora si ¿qué quieres decirme?- Habla muy serio, con las manos en los bolsillos, para disimular su nerviosismo.
-Eduardo, solo quería que supieras que nunca le he dado motivos a tu hermano, para que se atraviese a decir lo que dijo hoy.- En ese instante reacciona y se da cuenta lo absurdo, que resulta estar dándole explicaciones a una persona con la que no tiene ni siquiera una relación de amistad en ese momento.
-Eso no importa, son libres. Él tiene sus sentimientos y solo los expresó. No le veo nada de malo-
Ella se quedó en silencio sintiendo que quería decirle muchas cosas, pero ¿cómo las decía? sin que él se burlara de ella o pensará que era una mujer fácil o peor una acosadora. ¿Qué importancia le daría a lo que ella comenzaba a sentir? Y que cada día crecía más sin poder detener.
Esos segundos se les hicieron eternos... ¿Cómo le dices a una persona? Que te gusta todo de ella. Cambiaría algo si le dices lo que sientes. ¿Perderías definitivamente toda esperanza? En esos instantes los dos opinaban igual. Que ganas de abrazarse... Un solo abrazo. Eduardo se sentía el ser más miserable, poniendo una careta de indiferencia, cuando tenía todas las ganas de gritar que la amaba.
-Qué ridícula me siento, ¿qué hago aquí? Dios, que papelón . Definitivamente, has perdido la cordura, Jessenia- Se autorrecrimina.
El pobre muchacho, también estaba entre lo que creía y lo que sentía.- No sigas con esa carita y te beso sin importarme nada. Así me gane una cachetada- Siente que debe controlarse o su subconsciente lo traicionará.
-Disculpa, Eduardo- Retomando el diálogo la chica -Creo que estoy haciendo el papel más extraño de mi vida. Yo solo quería confesarte algo, no me importa lo que pienses de mí... solo...
-¡Perdón!!- dice entrando de golpe, una Verónica asustada- Entré, porque no sabíamos que hacer con Saíd, tocaron la puerta y lo único que se ocurrió fue venir a ustedes-
-No importa, está bien ya me iba- Dice Jessenia con decepción y un Eduardo desilusionado por no saber que le iba a decir la chica.
-Los encontré, de ¿qué conversaban? Veo que les enseñaste tu pequeña cueva. Siéntanse afortunadas no permite que nadie entre aquí- Héctor ha entrado sin esperar ni un segundo.
- Nada más les enseñaba el resto de la casa- Eduardo más serio que nunca.
-Te agradezco hermano, que le enseñes la casa a mi futura esposa- dice sonriendo Héctor con su perfecta dentadura-¿Nos podrían dejar solos?- Su hermano, siente el reflejo de caerle encima, reacciona al darse cuenta de que sería una locura.
Verónica, muy inteligentemente - Creo, que no puede ahora. Mi mamá me acaba de enviar un mensaje, que nos apuremos , porque nos vamos enseguida- Algo le anuncia que ese es el deseo de su hermana.
-Si, lo mejor es ir a donde está nuestra familia. No conoces a mi madre cuando se enoja. Mejor hablamos mañana en mi empresa- Jessenia quiere salir corriendo o llorará ahí mismo.
Mientras salen Verónica manda un mensaje a su mamá diciéndole que ella y su hermana están muy cansadas.
Ya en la sala, se encuentran con el resto de la familia. María Teresa les agradece nuevamente y se despiden entre todos en forma rápida. No sin antes acordar que se llevará a cabo otra cena en casa de doña Emperatriz, que insistió que fuese ahí, en las afueras en la zona más exclusiva de la ciudad.
Mientras se despiden, nadie sospecha que entre ellos, estan dos jóvenes enamorados y cobardes se les sale el corazón al saber que talvez no sea fácil unir su amor y peor que eso volver a reencontrarse.
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