...N. Raquel....
Desde hace 2 semanas empecé a salir de mi jaula de oro.
Me hice amiga de un niño muy lindo llamado Vladimir Zaragoza tiene 7 años.
Estaba terminando mi práctica cuando...
— ¿Me dejas invitarte un helado?. — Preguntó Vladimir.
— Claro que no. — Le fruncí el seño.
— ¿Porqué no?.
— Porque yo soy la que debe invitarte. —Le sonreí.
— Está bien tú invitas. — Dijo dando brincos de alegría.
El y yo caminamos hasta la heladería, compramos y nos sentamos en una mesa para comer.
— Papá, que bueno que llegaste. — Corrió a abrazarlo.
(Descripción: hombre de 29 años, cabello negro, ojos cafés, piel bronceada, estatura1.82, guapo, alegre).
(No es más guapo que Tobías).
— Tú debes ser Raquel. Mi hijo me hablá de ti todos los días.
— Si soy yo.
— Mucho gusto, yo soy Hernán Zaragoza.
— Raquel Castellano.
— Hijo es hora de ir a comer.
— ¿Raquel vienes con nosotros?.
-- No quiero incomodar.
— No incómodas, al contrario. Acompañanos.
— Si, por favor, además los caballeros debemos invitar a las damas. — Cerraba las manos en forma de súplica.
— Está bien caballero. — Le apreté la mejilla con suavidad.
Fuimos al restaurante del club, ordenamos y empezamos a comer, Vladimir comía y se ensuciaba la boca. Me dió mucha ternura y lo limpie con mi servilleta.
— Gracias. — Me sonrió y le devolví el gesto.
Después fue al baño a lavarse.
— Vladimir quiere que seas su entrenadora personal de equitación.
La noticia me sorprendió y a la vez me dió mucha felicidad.
— Me encantaría pero. No tengo una licencia para eso. — Dije un poco apenada.
— No la necesitas, te he visto montando y eres muy buena jinete, seguro que serás una buena entrenadora. — Me sonrió.
— Yo ...
Me quedé callada porque una presencia llegó.
— ¿De que están hablando?. — Tobias se sentó a mi lado.
— Le estaba diciendo a su esposa que Vladimir quiere que sea su entrenadora personal.
— ¿Y que le dijo mi esposa?. —Me miró con enojo. Esa mirada me puso la piel chinita.
— No me ha dado una respuesta.
— Ya veo. — Hubo un silencio incómodo.
— Mi amor ya es tarde deberíamos volver a casa.— Tomó mi mano con fuerza y nos levantamos de la mesa.
— Nos vemos señor Zaragoza. — Se despidieron con la mano.
— Hasta luego, y déjeme decirle que es muy afortunado, su esposa es hermosa.
— Lo sé.
— Estaré esperando tu respuesta. — Dijo volteando a verme.
— Claro.
Salimos del club.
Llegamos a la casa.
— Ven a mi despacho.
Caminé detrás de él con un poco de miedo.
El entró, caminó detrás de su escritorio y sacó algo de un cajón.
— Está tarjeta no tiene límite de gasto. — La puso en su escritorio.
— No la necesito, yo tengo dinero. — Tal vez no tenga tanto cómo el pero es suficiente para no pedirle. Trate de salir de ahí pero el se adelantó y cerró la puerta poniendo una mano sobre ella.
— Tomala. Te la doy porque no pienso dejar que trabajes.
— ¿Con que derecho me prohíbes éso?
Sus cejas se fruncieron.
— Soy tu esposo. — Acercó su rostro al mío. Yo me voltee para que no verlo a los ojos. El tomó mi mano y puso la tarjeta sobre ella.
— Quiero que gastes nuestro dinero.
— Es tu dinero. No el mío.
— Desde que nos casamos todo lo mío es tuyo. — Observó mi cuerpo. — Y todo lo tuyo es mío. — Parece que le gusta recordarme de una manera muy sutil qué yo le pertenezco.
— Gracias por tú generosidad. — Traté de sonar tranquila. No quería tener problemas con el así que solo tome la tarjeta y abrí la puerta.
— Otra cosa. — Volvió a cerrar. — No quiero que vuelvas a comer con ningún hombre si no estoy yo a tu lado, ¿entendiste?.
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Comments
Omaira Taborda Gómez
noo tan lindo y tan tóxicos ya no me gusta /Awkward//Awkward/
2025-01-30
0
Eret Lopez
Tobías NO SEAS CELOSO SE ACABA EL AMOR POR LOS CELOS
2025-01-12
0
Nereida Hernández montes
Que toxico le salio el bombom de marido que tiene jajajaja 🤣 🤦 🙊
2025-03-20
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